31 de diciembre de 2008

Gracias Señor, por el año que termina.


“Señor Dios, dueño del tiempo y de la eternidad, tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro.

Al terminar este año quiero darte gracias por todo aquello que he recibido de Tí.

Gracias por la vida, por la salud y la enfermedad, por la alegría y el dolor, por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser. Te ofrezco cuanto hice en este año, el trabajo que pude realizar, las cosas que pasaron...

Pero también Señor, hoy quiero pedirte perdón por el tiempo perdido, por las obras vacías y por el trabajo mal hecho...


También perdón por la oración que poco a poco fui aplazando y que hasta ahora vengo a presentarte, por todos mis olvidos, descuidos y silencios…


Deseo vivir cada día del nuevo año, con optimismo y bondad, llevando a todas partes un corazón lleno de comprensión y paz.


Cierra mis oídos a toda falsedad y mis labios a palabras mentirosas, egoístas o hirientes.


Abre mí ser a todo lo que es bueno, que mí espíritu se llene sólo de bendiciones y las derrame a cada paso que doy.


Cólmame de bondad y de alegría para que cuantas personas se acerquen a mí, encuentren un poquito de Tí.


Dentro de poco, iniciaremos un nuevo año, detengo mi vida ante el nuevo calendario aún sin estrenar y te los presento a ti Señor, ya que sólo "TÚ" sabes si llegaré a vivirlos.


Te pido por todas las familias, concédeles paz, alegría, salud y fortaleza.


Dios Todopoderoso, danos un año lleno de Bendiciones y enséñanos a seguir siendo instrumentos de tu bondad. Amén.

25 de diciembre de 2008

NATIVITAS DOMINI NOSTRI IESU CHRISTI.


La Iglesia en su misión de ir por el mundo llevando la Buena Nueva ha querido dedicar un tiempo a profundizar, contemplar y asimilar el Misterio de la Encarnación del Hijo de Dios. A este tiempo lo conocemos como Navidad. Cerca de la antigua fiesta judía de las luces y buscando dar un sentido cristiano a las celebraciones paganas del solsticio de invierno, la Iglesia aprovechó el momento para celebrar la Navidad.

En este tiempo, los cristianos por medio del Adviento nos preparamos para recibir a Cristo, "luz del mundo" (Jn 8, 12) en nuestras almas, rectificando nuestras vidas y renovando el compromiso de seguirlo con más fidelidad. Durante el Tiempo de Navidad al igual que en el Triduo Pascual de la semana Santa, celebramos la redención del hombre gracias a la presencia y entrega de Dios, pero a diferencia del Triduo Pascual en el que recordamos la Pasión y Muerte del Salvador, en la Navidad recordamos que Dios se hizo hombre y habitó entre nosotros.

Así como el sol despeja las tinieblas durante el alba, la presencia de Cristo irrumpe en las tinieblas del pecado, para mostrarnos el camino a seguir. Con su luz nos muestra la verdad de nuestra existencia. Cristo mismo es la vida que renueva la naturaleza caída del hombre y de la naturaleza. La Navidad celebra esa presencia renovadora de Cristo que viene a salvar al mundo.

La Iglesia en su papel de Madre y Maestra por medio de una serie de fiestas busca concienciar al hombre de este hecho tan importante para la salvación. Por ello, es necesario que todos los cristianos vivamos con recto sentido, la riqueza de la vivencia real y profunda de la Navidad, el Nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios.

24 de diciembre de 2008

EN EL MISTERIO DE BELÉN.


Esta noche, todos los caminos llevan a Belén. ¡Ha nacido Jesús, en Belén de Judá!.
Las Escrituras Santas nos cuentan algo de este acontecimiento que ha marcado para siempre el rumbo de la humanidad, y nos dice el Evangelio de Lucas; “Por aquellos días, salió un decreto del emperador César Augusto ordenando un censo en todo el Imperio. Y todos iban a empadronarse, cada uno a su ciudad. También José, desde Galilea, subió a Judea, a la ciudad de David, llamada Belén, y allí se inscribió con su esposa María que estaba embarazada. Y mientras estaban en Belén, le llegó a María el momento de parto, y dio a luz a su hijo y lo envolvió en pañales acostándolo en un pesebre, por no haber sitio en la posada”.
También escuchamos en el Evangelio, lo que en la Noche santa los Ángeles dijeron a los pastores y que ahora la Iglesia nos proclama: “Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un salvador, el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis una señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”.
Nada prodigioso, nada extraordinario, nada espectacular se les da como señal a los pastores. Verán solamente un niño envuelto en pañales que, como todos los niños, necesita los cuidados maternos; un niño que ha nacido en un establo y que no está acostado en una cuna, sino en un pesebre. La señal de Dios es el niño, su necesidad de ayuda y su pobreza. Sólo con el corazón los pastores podrán ver que en este niño se ha realizado la promesa del profeta Isaías que hemos escuchado en la primera lectura: “un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado”.
Tampoco a nosotros se nos ha dado una señal diferente. El ángel de Dios, a través del mensaje del Evangelio, nos invita también a encaminarnos con el corazón, hacia el portal de Belén para ver al niño acostado en el pesebre
La señal de Dios es la sencillez, la señal de Dios es el niño. La señal de Dios es que Él se hace pequeño por nosotros. Éste es su modo de reinar. Él no viene con poderío y grandiosidad. Viene en la debilidad de un niño recién nacido y necesitado de nuestra ayuda. Pide nuestro amor: por eso se hace niño. No quiere de nosotros más que nuestro amor, a través del cual aprendemos espontáneamente a entrar en sus sentimientos, en su pensamiento y en su voluntad: aprendamos a vivir con Él y a practicar también con Él la humildad de la renuncia que es parte esencial del amor. Dios se ha hecho pequeño para que nosotros pudiéramos comprenderlo, acogerlo, amarlo.
El Hijo mismo es la Palabra, la Palabra eterna se ha hecho pequeña, tan pequeña como para estar en un pesebre. Se ha hecho niño para que la Palabra esté a nuestro alcance. Dios nos enseña así a amar a los pequeños. A amar a los débiles. A respetar a los niños.
El niño de Belén nos hace poner los ojos en todos los niños que sufren y son explotados en el mundo, tanto los nacidos como los no nacidos. En los niños que sufren la miseria y el hambre; en los que son maltratados y explotados, en los niños carentes de todo amor. En todos ellos, es el niño de Belén quien nos reclama; nos interpela el Dios que se ha hecho pequeño. En esta noche, oremos para que el resplandor del amor de Dios acaricie a todos estos niños, y pidamos a Dios que nos ayude a hacer todo lo que esté en nuestra mano para que se respete la dignidad de los niños; que nazca para todos la luz del amor, que el hombre necesita más que las cosas materiales necesarias para vivir.
La Navidad, se ha convertido en la fiesta de los regalos, pero el verdadero regalo que podemos hacer en Navidad a los demás, es darnos a nosotros mismos para imitar a Dios que se ha dado a sí mismo. Entre tantos regalos que compramos y recibimos no olvidemos el verdadero regalo: darnos mutuamente algo de nosotros mismos. Darnos mutuamente nuestro tiempo. Abrir nuestro tiempo a Dios.
Y en las comidas de estos días de fiesta recordemos la palabra del Señor: “Cuando des una comida o una cena, no invites a quienes corresponderán invitándote, sino a los que nadie invita ni pueden invitarte”. Precisamente, esto significa también: Cuando tú haces regalos en Navidad, no has de regalar algo sólo a quienes, a su vez, te regalan, sino también a los que nadie hace regalos ni pueden darte nada a cambio. Así ha actuado Dios mismo, y nosotros, lo hemos hecho también en la parroquia con la campaña de alimentos para los más necesitados.
Pidámosle al Señor en esta noche santa, que nos dé la gracia de mirar esta noche el pesebre con la sencillez de los pastores para recibir así la alegría con la que ellos volvieron a sus casas. Roguémoslo que nos dé la humildad y la fe con la que san José miró al niño que María había concebido del Espíritu Santo. Pidamos que nos conceda mirarlo con el amor con el cual María lo contempló. Y pidamos que la luz que vieron los pastores también nos ilumine y se cumpla en todo el mundo lo que los ángeles cantaron en aquella noche: “Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor”.
Jesús, que en tu nacimiento lo haces al modo de los más abandonados, danos a nosotros la capacidad de soportar todo con amor, con paciencia, con esperanza. Tú eres el único, que teniéndolo todo, preferiste no ser nadie, enséñanos a aprender de ti, a esperar siempre y nada más que en ti..
Acuérdate buen Jesús, Rey de Reyes, Señor de Señores, de los muchos niños que no escucharán villancicos en esta Navidad, de los muchos niños que no tendrán regalos, de los muchos niños que quizás, ahora y nunca, tendrán una Feliz Navidad.
Ten misericordia de nosotros, Señor, de los hombres y mujeres que peregrinamos en este mundo, y vamos a tu encuentro, ten misericordia.
Y recuerda, Jesús, que el mejor regalo que hemos tenido, lo has sido tú. Si tú no naces en nuestros corazones, es inútil celebrar la Navidad.
Gracias Jesús, por nacer en la pobreza de Belén. Gracias, mil gracias, Jesús, por hacerte niño, y venir a vivir con nosotros.

14 de diciembre de 2008

EN UNA NOCHE OSCURA...



Juan de Yepes, nombre de pila de San Juan de la Cruz, nació en Fontiveros, Ávila, en 1542. Es el patrono de los poetas en lengua española. A los veintiún años ingresó como novicio en la orden de los Carmelitas y al año siguiente se trasladó a Salamanca para iniciar estudios en Teología, para poco después entrar en contacto con Santa Teresa de Jesús. San Juan de la Cruz, siguió a Santa Teresa en su Reforma Carmelitana. En 1568 fundó en Duruelo el primer convento de Carmelitas Descalzos de la rama masculina, donde instauró unos hábitos monacales basados en la austeridad y en la contemplación más rigurosas. Debido a este cisma entre los carmelitas calzados y los carmelitas descalzos, dio a parar con sus huesos en la cárcel, donde escribió buena parte de su obra bajo la pena del cautiverio, y donde mortificó su cuerpo y depuró su alma.

Santa Teresa había visto en Juan un alma muy pura, a la que Dios había comunicado grandes tesoros de luz y cuya inteligencia había sido enriquecida por el cielo. Los escritos del santo justifican plenamente este juicio de Santa Teresa, particularmente los poemas de la "Subida al Monte Carmelo", la "Noche Oscura del Alma", la "Llama Viva de Amor" y el "Cántico Espiritual", con sus respectivos comentarios. Así lo reconoció la Iglesia en 1926, al proclamar doctor a San Juan de la Cruz por sus obras Místicas.

La doctrina de San Juan se resume en el amor del sufrimiento y el completo abandono del alma en Dios. Ello le hizo muy duro consigo mismo; en cambio, con los otros era bueno, amable y condescendiente. Por otra parte, el santo no ignoraba ni temía las cosas materiales, puesto que dijo: "Las cosas naturales son siempre hermosas; son como las migajas de la mesa del Señor.

San Juan de la Cruz vivió la renuncia completa que predicó tan persuasivamente. Pero a diferencia de otros menores que él, fue "libre, como libre es el espíritu de Dios". Su objetivo no era la negación y el vacío, sino la plenitud del amor divino y la unión sustancial del alma con Dios. "Reunió en sí mismo la luz extática de la Sabiduría Divina con la locura estremecida de Cristo despreciado".

San Juan de la Cruz murió en Úbeda, (Jaén), el 14 de diciembre de 1591. Fue beatificado en 1657 y canonizado en 1726.
CANTICO ESPIRITUAL
¿Adónde te escondiste, Amado,
y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste
habiéndo me herido;
salí tras ti clamando, y eras ido.

Pastores, los que fuerdes
allá por las majadas, al otero
si por ventura vierdes
aquel que yo más quiero
decidle que adolezco, peno y muero.

Buscando mis amores
iré por esos montes y riberas
ni cogeré las flores,ni temeré las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.

PREGUNTA A LAS CRIATURAS
¡Oh bosques y espesuras
plantadas por la mano del Amado!
¡Oh prado de verduras
de flores esmaltado!
decid si por vosotros ha pasado.

RESPUESTA DE LAS CRIATURAS
Mil gracias derramando
pasó por estos sotos con presura,
y, yéndolos mirando,
con sola su figura
vestidos los dejó de hermosura. [...]

8 de diciembre de 2008

MARÍA INMACULADA.


El Dogma de la Inmaculada Concepción, sostiene la creencia de que María, Madre de Jesús, a diferencia de todos los demás seres humanos, no fue alcanzada por el pecado original sino que, desde el primer instante de la creación de su alma, estuvo libre de todo pecado. No debe confundirse esta doctrina con la de la maternidad virginal de María, que sostiene que Jesús fue concebido sin intervención de varón y que María permaneció virgen antes, durante y después del parto.

Al desarrollar la doctrina de la Inmaculada Concepción, la Iglesia Católica contempla la predilección especial por parte de Dios hacia María por el hecho de ser la Madre de Jesús y sostiene que Dios preservó a María libre de todo pecado y, aún más, libre de toda mancha o efecto del pecado original.

El día 8 de diciembre de 1854, con la bula “Ineffabilis Deus”, el Papa Pio IX, proclama como dogma de fe, la Concepción Inmaculada de la Santísima Virgen María:


“...Para honra de la Santísima Trinidad, para la alegría de la Iglesia Católica, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, con la de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra: Definimos, afirmamos y pronunciamos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original desde el primer instante de su concepción, por singular privilegio y gracia de Dios Omnipotente, en atención a los méritos de Cristo-Jesús, Salvador del género humano, ha sido revelada por Dios y por tanto debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles. Por lo cual, si alguno tuviere la temeridad, lo cual Dios no permita, de dudar en su corazón lo que por Nos ha sido definido, sepa y entienda que su propio juicio lo condena, que su fe ha naufragado y que ha caído de la unidad de la Iglesia y que si además osaren manifestar de palabra o por escrito o de otra cualquiera manera externa lo que sintieren en su corazón, por lo mismo quedan sujetos a las penas establecidas por el derecho”.

30 de noviembre de 2008

La esperanza, un encuentro con el Amor.



Las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad –enseñaba Juan Pablo II– son la fe y la razón. Tomando una etimología de San Isidoro de Sevilla, podemos describir en un trazo el contenido de la “Spe salvi”, segunda encíclica de nuestro Papa Benedicto XVI. La esperanza es «el pie» para avanzar, tender a los bienes futuros. Lo contrario es la desesperación. Y desespera aquel a quien le faltan los pies.
A lo largo de toda la encíclica emerge la pregunta siempre nueva y siempre actual: ¿Qué podemos esperar? La imagen del caminar, del «pie», sintetiza y cristaliza la visión integral de la esperanza cristiana que nos ofrece Benedicto XVI, porque esperanza y salvación son inseparables.
Sorprende en primer lugar su intuición teológica para no encerrar la esperanza en las cadenas de una definición conceptual o estática. Al contrario, presenta la esperanza en su dinamicidad, de forma personalizada, comprensible y en diálogo abierto y actual con todos.
Quizás la originalidad más grande de esta encíclica sea el hecho de mostrar una esperanza integral, pues abraza todos los ámbitos. En primer lugar el tiempo, al abarcar el pasado, el presente y el futuro, atisbando la vida eterna. Esperanza que se ejercita en cuatro lugares de aprendizaje: la oración; el actuar, porque toda actuación seria y recta del hombre es esperanza en acto; el sufrimiento, y aquí conviene señalar cómo el sufrir forma parte de la existencia humana y constituye su grandeza. Más aún, Dios es solidario y cercano a nuestro dolor. El cristianismo enseña que Dios –la Verdad y el Amor en persona– participa y se hace solidario, porque ha querido sufrir por nosotros y con nosotros. Citando a San Bernardo, recuerda que: «Si Dios no puede padecer, pero puede compadecer». El último lugar es el Juicio, porque existe la esperanza de la salvación en la resurrección de la carne y lo exige la justicia. La imagen del Juicio final no es en primer lugar una imagen terrorífica, sino una imagen de esperanza en Cristo, nuestro abogado.
La esperanza se desarrolla en dos dimensiones, como los brazos de una cruz: no permanece en uno mismo, sino que se proyecta en los otros, como la salvación o el pecado, que no son individuales. Nadie vive solo. Ninguno peca solo. Nadie se salva solo.
Destaca esa visión del Papa Benedicto de una estrecha relación e interacción entre las virtudes y la vida. La fe no es solamente un tender de la persona hacia lo que ha de venir, y que está todavía totalmente ausente; la fe nos da algo. Entre líneas el lector puede evocar aquellos pensamientos que el entonces profesor Joseph Ratzinger enseñaba en su «Introducción al cristianismo»: una fe que es esperanza, que se fía de un Dios Padre, que no puede engañarse ni engañarnos.
La esperanza a la que nos invita Benedicto XVI es personal, porque nace del encuentro con una persona, que es Amor, Verdad, Libertad. En una palabra: Dios. Una esperanza revelada y testimoniada por los primeros cristianos.
Es apasionante la relectura de esta encíclica con el prisma de las falsas esperanzas: desde los ideales revolucionarios de los orígenes (Barrabás, Bar-Kochba), la sujeción al fatal destino, los intentos fallidos de la Revolución francesa de instaurar el dominio de la razón y de la libertad, la Europa de la Ilustración, la falsa idea del progreso humano, hasta las consecuencias nefastas de los errores de Marx, olvidando que el hombre es siempre hombre.
Esperanza, por lo tanto, transformante de todos los ámbitos: personal, social, religioso. Esperanza cristiana, evocada en una oración a María, la «Estrella del mar», que brilla sobre nosotros y que nos guía en nuestro camino. Un camino que debe ser recorrido con los pies de la esperanza. J.P.L.

29 de noviembre de 2008

HA LLEGADO EL...


Comienza el tiempo de Adviento, tiempo de preparación para la jubilosa celebración de la Navidad. Cada uno de nosotros debe proponerse vivir intensamente este tiempo de Adviento con entusiasmo y gozo. Es necesario recordar, que la Navidad no es “Papá Noel”, tampoco es solamente una ocasión para reunirse en familia y hacer grandes comilonas y derroches de dinero. La Navidad es Jesús, y sin Jesús, no hay Navidad. No dejemos, que la cultura de hoy, cada día más secularizada, cultura que vive cada día más lejos de Dios, nos arranque a Jesús de nuestra mente, de nuestro corazón, de nuestra familia, de nuestra sociedad.

El tiempo de Adviento no sólo mira a una preparación externa, de símbolos navideños, de juegos de luces, de compra de regalos. El Adviento invita a una preparación de mucha mayor importancia y transcendencia, la preparación y interior para la venida del Señor, para el encuentro con Él.

El Señor vendrá un día, de forma definitiva, por ello debemos estar vigilantes, para que no nos encuentre desprevenidos cuando llegue. Conviene en estos días de Adviento, avivar la conciencia de que en este mundo sólo estamos de paso, somos peregrinos y nos dirigimos hacia una patria definitiva, y ésa es la única vida que debemos conquistar: la vida eterna.

Pero son muchos los hombres y mujeres, incluso algunos cristianos, que piensan que esta vida lo es todo. Sumergidos en las vanidades de este mundo, ocupados y divertidos en tantas cosas, aprovechando mientras pueden y como pueden el tiempo presente, no esperan ya en nadie, no esperan a ningún Salvador. Tampoco creen que nadie, al final de sus días, les tomará cuentas. Aunque diciendo que creen en Dios, viven como si Dios no existiera. Sus planes, sus proyectos e ilusiones, sus esfuerzos, luchas y sacrificios tienen como meta última esta vida, y olvidan la vida eterna que nos espera.

Sus máximas aspiraciones, sobre todo si son jóvenes, son las de llegar a “ser alguien” en la vida, tener una buena carrera, gozar de algún prestigio, tener dinero, disfrutar de los placeres sin límites, etc. Su esperanza está puesta en el éxito, tan pasajero y vacío.

No es de extrañar, que tantos que sólo ponen sus esperanzas en lo que ven, en lo que pueden palpar y medir, en lo visible y pasajero, terminen pensando que la felicidad es una cruel ilusión, que no existe tal felicidad y que lo único que se puede lograr son sólo algunos momentos fugaces de alegría, gozo o placer.

¿Pero es lo que ofrece este mundo lleno de vacías vanidades e ilusiones de momento todo lo que el ser humano puede esperar, todo a lo que puede aspirar? ¿Hay algo consistente, que dure para siempre, que sea fuente de gozo perenne? ¿Qué pasa con aquellos que esperamos más? ¿Con quienes percibimos fuerte la necesidad del Infinito, la necesidad de ser felices no sólo por unos momentos, sino para siempre? ¿Qué pasa con quienes no nos contentamos simplemente con “pasarla bien” para luego sentirnos nuevamente tan vacíos, solos, abandonados, cada vez más frustrados y decepcionados de la vida?

Para quienes todavía esperan, para los que aún esperamos “contra toda esperanza”, para aquellos que aún esperan en Dios y esperan de Él la salvación, ¡Dios se ha hecho hombre! Y no sólo eso: Jesucristo, el Hijo del Padre eterno que nació de María Virgen hace más de dos mil años, nos ha reconciliado en la Cruz, y resucitando ha abierto para todos los que creen en Él las puertas de la vida eterna, una vida plena de felicidad en la que nuestros más profundos anhelos serán plenamente saciados.

En este tiempo de Adviento los cristianos estamos llamados a intensificar nuestra esperanza, a estar y vivir siempre preparados para cuando el Señor nos llame a su presencia y para saber dar también razón de nuestra esperanza a tantos que en nuestro mundo actual carecen de ella. Que sepamos en este tiempo de Adviento, buscar al Señor, encontrarlo y amarlo con todas nuestras fuerzas.

¡Feliz Adviento a todos!.

22 de noviembre de 2008

En la fiesta de Cristo Rey


El año litúrgico llega a su fin, y desde que lo comenzamos, hemos ido recorriendo el círculo que describe la celebración de los diversos misterios que componen el único misterio de Cristo: el anuncio de su venida (Adviento), su muerte y resurrección (Ciclo Pascual), pasando por su nacimiento (Navidad), presentación al mundo (Epifanía) y el encuentro semanal de cada domingo. Con cada uno de ellos, hemos ido construyendo un arco, al que hoy ponemos la piedra angular. Este es el sentido profundo de la solemnidad de Cristo Rey del Universo, es decir, de Cristo Glorioso, centro de la creación, de la historia y del mundo.
Pío XI, estableciendo esta fiesta en 1925, quiso centrar la atención de todos en la imagen de Cristo, Rey divino, tal como la representaba la primitiva Iglesia, sentado a la derecha del Padre en el ábside de las basílicas cristianas, aparece rodeado de gloria y majestad. La cruz nos indica que de ella arranca la grandeza imponente de Jesucristo, Rey de vivos y de muertos.
Al anunciar y celebrar hoy el triunfo de Cristo, nos llenamos de alegría y esperanza, sabiendo que Él nos llevará a su reino eterno, si ahora damos de comer al hambriento, y de beber al sediento, vestir al desnudo, visitar a los enfermos, como nos dice en el Evangelio.
“Yo soy Rey”, fue la respuesta rotunda de Jesús a Pilato. Aunque la respuesta completa fue ésta: “Pero mi reino no es de aquí”.Pero si el reino de Jesucristo no es de este mundo, comienza y se realiza ya en este mundo.
Es verdad, que sólo al final de los tiempos y tras el juicio final alcanzará su plenitud definitiva, pero ya ahora, “el reino instaurado por Jesucristo actúa como fermento y signo de salvación para construir un mundo más justo, más fraterno, más solidario, inspirado en los valores evangélicos de la esperanza y de la bienaventuranza, a la que todos estamos llamados”.
Sin embargo, hoy son tantos los que se oponen al reino de Jesucristo. Porque es evidente que son muchos los hombres y mujeres que gritan: ¡No queremos Jesús, que Tú reines sobre nosotros!”. Ese es el grito que se esconde tras tantos diseños de la familia, de la educación, de la moda, de la cultura, de la sociedad actual.
Nosotros, los cristianos, los bautizados en la fe de la Iglesia, los que seguimos a Cristo y lo reconocemos como nuestro Rey y nuestro Dios, hemos de empeñarnos en lo contrario. Es decir, dejarle reinar en nuestra inteligencia, en nuestro corazón, en nuestra familia. Hacer que reine en nuestros familiares, amigos, compañeros de trabajo y gente que se cruce en nuestro caminar.
Cristo viene de la traducción griega del término hebreo “Mesías” que quiere decir “ungido”. No pasa a ser nombre propio de Jesús sino porque Él cumple perfectamente la misión divina que esa palabra significa, se le concede ese título.
A Cristo, como Hijo de Dios, le corresponde por naturaleza un absoluto dominio sobre todas las cosas salidas de sus manos creadoras. “Todas han sido creadas por y en Él. En el cielo y en la tierra, todas las cosas subsisten por Él, las visibles y las invisibles”. Pero además es Rey nuestro por derecho de conquista. Él nos rescató del pecado, de la muerte eterna.
Cristo reina ya mediante la Iglesia “Cristo murió y volvió a la vida para eso, para ser Señor de vivos y muertos”. Cristo es el Señor del Universo y de la historia.
Como Señor, Cristo es también la cabeza de la Iglesia que es su Cuerpo. Elevado al cielo y glorificado, habiendo cumplido así su misión, permanece en la tierra en su Iglesia.
Profundicemos hermanos en esta fiesta, llenos de agradecimiento, como aquellos colosenses a quienes Pablo dirige su carta, en el misterio de amor que es para nosotros Cristo Rey: “Demos gracias a Dios Padre, que nos libró del poder de las tinieblas y nos hizo dignos de la herencia de los santos en la luz, introduciéndonos en el Reino del Hijo de su amor, en el cual obtenemos por su sangre, el perdón de los pecados”.
Cristo se ofreció en la cruz, y con esa entrega, nos hace participar de su Reino de verdad y de vida, Reino de Santidad y de gracia, Reino de justicia, de amor y de paz.
Que el Señor nos aumente cada día el amor, la alegría, la entrega, la fidelidad, la constancia a su llamada, para trabajar en medio del mundo extendiendo su Reino, ese Reino que estamos llamados a vivir en esta vida, para luego gozarlo en plenitud cuando el Señor nos llame a su presencia.

Santa Cecilia de Roma


Santa Cecilia es la patrona de los músicos y su onomástica se celebra hoy 22 de noviembre. Cecilia vivió en el siglo III pero todos sus datos se conocen a través de las actas del martirio divulgadas siglos más tarde, que cuentan que esta ilustre doncella romana fue prometida por sus padres a un joven caballero de nombre Valeriano. La felicidad de Cecilia ante esta boda no era tanta, ya que había consagrado su virginidad a Jesucristo, pero no quiso oponerse a la voluntad de sus padres y finalmente la boda se celebró bajo las leyes romana, pero junto a su esposo, hizo voto perpetuo de virginidad.
Durante años la santa entregó su vida a los más pobres, catequizando a muchos ciudadanos de roma, 400 según las actas, y entregando sus bienes a los más necesitados. Según estas mismas actas, Santa Cecilia fue arrestada por propagar la fe cristiana. La encerraron en el cuarto de calefacción de unos baños romanos con la intención que falleciera asfixiada, pero como no moría al final la degollaron.
El hecho que se le relacione con la música es porque desde muy joven tocaba instrumentos musicales, algunos dicen el arpa. También se le representa tocando el piano, aunque este instrumento no fue inventado hasta el siglo XVIII. También se dice que cuando fue arrestada no dejaba de entonar cánticos al Señor.
En 1584 fue elegida patrona de la Academia de Música de Roma, y desde esa fecha, las diversas corales, orquestas, bandas y cantantes la festejan en su fiesta. Su ejemplo de caridad a los pobres se ve traducido porqué su familia disponía de unos terrenos en la Vía Appia donde se refugiaban los pobres (el mismo terreno que cuenta la tradición que Valeriano fue bautizado por Urbano). En este mismo sitio hubo un cementerio y existe actualmente una iglesia dedicada a ella. Es una de las santas que a lo largo de la historia, más templos ha tenido dedicados en la ciudad de Roma. Valeriano, esposo de Cecilia y su hermano Tiburcio, también sufrieron martirio por proclamar la fe cristiana.

"Señor y Dios nuestro, tu escogiste desde sus más tiernos años a Santa Cecilia. Ella amó a Dios, a su familia, a sus semejantes, hasta entregar todos sus bienes a los pobres. Queremos aprender de ella esa fe y esa valentía para vivir nuestro cristianismo renunciando a los placeres de este mundo y dejar la vida por amor a Cristo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén".

13 de noviembre de 2008

San Leandro, arzobispo de Sevilla.


Celebramos hoy a San Leandro, hermano de los santos Fulgencio, Florentina e Isidoro. Presidió el Concilio III de Toledo en el año 589, en el que se logró la conversión del rey visigodo Recaredo y la unidad católica de la nación. Murió hacia el año 600, y su cuerpo fue trasladado a la catedral hispalense.
A continuación, podemos leer la homilía pronunciada por San Leandro, en honor de la Iglesia, al final del Concilio III de Toledo:


“Regocíjate y alégrate, Iglesia de Dios, gózate porque formas un solo cuerpo para Cristo. Armate de fortaleza y llénate de júbilo. Tus aflicciones se han convertido en gozo. Tu traje de tristeza se cambiará por el de alegría. Ya queda atrás tu esterilidad y pobreza. En un solo parto diste a Cristo innumerables pueblos. Grande es tu Esposo, por cuyo imperio eres gobernada. Él convierte en gozo tus sufrimientos y te devuelve a tus enemigos convertidos en amigos.
No llores ni te apenes, porque algunos de tus hijos se hayan separado de ti temporalmente. Ahora vuelven a tu seno gozosos y enriquecidos.
Fíate de tu cabeza, que es Cristo. Afiánzate en la fe. Se han cumplido las antiguas promesas. Sabes cuál es la dulzura de la caridad y el deleite de la unidad. No predicas sino la unión de las naciones. No aspiras más que a la unidad de los pueblos. No siembras más que se semillas de paz y caridad. Alégrate en el Señor, porque no has sido defraudada en tus sentimientos. Pasados los hielos invernales y el rigor de las nieves, has dado a luz, como fruto delicioso, como suaves flores de primavera aquellos que concebiste entre gemidos y oraciones ininterrumpidas”.

7 de noviembre de 2008

Madre del Amor Hermoso


Un amigo sacerdote, me ha hecho llegar esta oración en agradecimiento a la Virgen del Amor Hermoso, compuesta por los estudiantes de la Universidad de Navarra, tras el atentado perpetrado días atrás y en el cual no hubo que lamentar vidas humanas. Dicha imagen de la Virgen, se venera en una pequeña capilla situada en el lugar de acceso a la Facultad y cerca del lugar de la explosión.

ORACIÓN DE LOS ESTUDIANTES A LA VIRGEN DEL AMOR HERMOSO.


¡Madre del Amor Hermoso!, ayúdanos a ver siempre, hasta en el clima, la mano del Padre dirigiéndonos. Gracias a que estaba lloviendo, no hubo ningún estudiante muerto que hubiera podido caminar, casualmente, cerca del lugar del atentado. Todos estaban resguardándose de la lluvia.


¡Madre del Amor Hermoso!, ayúdanos a ver con ojos de eternidad, a aceptar todos los pequeños retrasos, contratiempos; en fin, todo lo que no "está en nuestro plan". Gracias a que el aparcamiento estaba lleno no hubo ningún conductor estacionando en el momento de la explosión ni nadie en los coches aledaños.


¡Madre del Amor Hermoso!, haz nuestra fe tan fuerte como el edificio Central que, construido de piedra maciza, toleró la explosión y el incendio sin ceder un ápice. Al igual que la fortaleza del edificio Central salvó las vidas de quienes trabajaban en Oficinas Generales, que nuestra fortaleza salve almas.


¡Madre del Amor Hermoso!, que aprendamos a asumir cada crisis siempre con la serenidad de ser hijos de Dios, al igual que los empleados del edificio Central exhortaban a la calma en el momento de desalojar las oficinas administrativas y a los estudiantes que estaban en el momento de la explosión asistiendo a clase en el edificio Central.


¡Madre del Amor Hermoso!, gracias por guardar la vida de todos cuando pudo haber muerto tanta gente. Asimismo, guarda nuestras almas, nuestras ilusiones y nuestros estudios para que podamos ser mejores ciudadanos. Así, el día de mañana podremos con nuestro ejemplo y con nuestra profesión sembrar más luz en un mundo donde cada vez más personas se pierden porcaminos errados al no haber tenido una mano amiga que les guiara en momentos de oscuridad y haber decidido seguir un ideal de un modo equivocado.


¡Madre del Amor Hermoso!, tal vez muchos de nosotros nos hemos planteado hoy acercarnos más a Ti viendo lo efímero que puede ser el mundo, que nuestra vida puede acabar con un "¡Bum!", que lo importante es encontrarnos contigo después. Así como hemos decidido convertirnos hoy un poco más, así como esta circunstancia nos ha acercado un poco más a nuestro Padre, así como nos acercamos a tu ermita para agradecer que nos cubras con tu mando, acerca también a las almas que fueron capaces de atentar contra vidas inocentes. Que puedan palpar el inmenso Amor de Padre que les tiene Dios a cada uno. Conviérteles, Madre. Que nuestro sincero perdón hacia estas personas, ¡almas!, sea una plegaria incesante al Cielo por su conversión, porque encuentren una auténtica felicidad.


¡Madre del Amor Hermoso, Madre de todos nosotros!, gracias por tu amparo y protección.

Con cariño, tus hijos:

Los estudiantes de la Universidad de Navarra.

4 de noviembre de 2008

Buscando a Dios...como Gandhi


Anoche, al término de una reunión en la parroquia, terminábamos con una oración que no conocía, atribuida a uno de los hombres más conocidos de nuestro planeta. Se trata del político y pensador indio Mohandas Karamchand Gandhi, más conocido como Mahatma Gandhi, asesinado a los 78 años por un radical hindú, en Nueva Delhi, el 30 de enero de 1948. Dios está donde se le busca, Dios no sabe de juegos, por eso no se esconde cuando se le busca, Él siempre sale al encuentro y a Gandhi le salió. Que nosotros no nos escondamos cuando nos llama, salgámosle al encuentro. Busquemos a Dios... como Gandhi:


" Señor…
…Ayúdame a decir la verdad delante de los fuertes y a no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles.
Si mes das fortuna, no me quites la razón.
Si me das éxito, no me quites la humildad.
Si me das humildad, no me quites la dignidad.
Ayúdame siempre a ver la otra cara de la moneda, no me dejes inculpar de traición a los demás, por no pensar igual que yo.
Enséñame a querer a la gente como a mí mismo y a no juzgarme como a los demás. No me dejes caer en el orgullo si triunfo, ni en la desesperación si fracaso.
Más bien recuérdame, que el fracaso es la experiencia que precede al triunfo.
Enséñame que perdonar es un signo de grandeza y que la venganza es una señal de bajeza.
Si me quitas el éxito, déjame fuerzas para aprender del fracaso. Si yo ofendiera a la gente, dame valor para disculparme y si la gente me ofende, dame valor para perdonar.
¡Señor…si yo me olvido de ti,
nunca te olvides de mí!".

3 de noviembre de 2008

Pues sí, el Papa habló del infierno...


Querido amigo, como bien sabes y hemos hablado hace poco, el Papa Benedicto XVI, declaro hace meses que “El infierno existe, es eterno y no está vacío”. Estas declaraciones, que tanto te han escandalizado y tantas otras, las realizó el Papa con motivo del inicio de la pasada Cuaresma, y afirmó que el infierno, es una realidad para los pecadores y que la salvación no es para todos, al tiempo que llamó la atención sobre lo poco que se habla en la Iglesia actual del pecado y del Paraíso. “La salvación no es inmediata ni llegará para todos. El infierno es una posibilidad real”, señaló el Santo Padre durante un encuentro con párrocos en la Diócesis de Roma.

Juan Pablo II, en el verano de 1999 dijo; “El cielo”, no es “un lugar físico entre las nubes, el infierno tampoco es un lugar, sino la situación de quien se aparta de Dios”. El purgatorio, es un estado provisional de “purificación” que nada tiene que ver con ubicaciones terrenales. “Satanás, -aunque siga molestando-, ya está vencido, Jesús nos ha liberado de su temor”. Benedicto XVI, aseguró que “el infierno del que se habla poco en este tiempo, existe y es eterno”, y agregó, como ya sabes, que no está vacío.

El Papa señaló que la vida no acaba en el vacío y subrayó la doctrina sobre la existencia del purgatorio y del infierno. Benedicto XVI en ningún momento ha dicho que el infierno sea un lugar, como se ha afirmado en algunos sectores. El anterior Papa, nunca desconoció la doctrina y la existencia del infierno, sino que afirmó que sí existía como un estado del ser humano. Juan Pablo II “dijo que el infierno lo producimos nosotros, y que es, básicamente, la ausencia de Dios en cada ser”.

Benedicto XVI, quiso hacer una reflexión sobre el pecado y la penitencia, temas de los que se ha dejado de hablar en los tiempos modernos. Lo cierto, querido amigo, es que las conductas humanas tienen consecuencias a la hora de la muerte, y de eso, no te quede la menor duda.

Benedicto XVI dijo que en la Iglesia “tal vez” se habla “demasiado poco” del pecado, del paraíso y del infierno, y que por ello ha querido tocar esos temas en su segunda encíclica Spe salvi, en la que ofrece un horizonte de esperanza a la humanidad.

De igual modo, manifestó que “quien no trabaja buscando el Paraíso, no trabaja siquiera para el bien de los hombres sobre la Tierra”, y subrayó también que “el nazismo y el comunismo afirmaron que querían cambiar el mundo y, sin embargo, intentaron destruirlo”.

2 de noviembre de 2008

En la vida y en la muerte, somos de Dios.


El día 2 de noviembre, la Iglesia conmemora a todos los Fieles Difuntos. Hoy, es un día muy oportuno para recordar el sentido cristiano de la muerte y la práctica de la Iglesia desde tiempo inmemorial. Como dice el Catecismo de la Iglesia Católica: “Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular el sacrificio eucarístico, para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión beatífica de Dios. La Iglesia también recomienda las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia en favor de los difuntos” y en otro lugar afirma también: “Nuestra oración por los difuntos puede no solamente ayudarles, sino también hacer eficaz su intercesión en nuestro favor”.
La Iglesia ora por los difuntos en todas las celebraciones de la Eucaristía y hoy lo hace de forma especial. Es hoy un día especialmente oportuno para vivir la fe en la verdad de la comunión de los santos; esto es la profunda comunión que hay, en Cristo, entre los miembros de la Iglesia que peregrina en la tierra, la Iglesia de los que se purifican de sus culpas, y la Iglesia de la gloria, de los que ya han alcanzado la patria celestial y la visión de Dios. Hoy es, sobre todo, un día para vivir la fe en Jesucristo, vencedor de la muerte por su Resurrección.
Y termino con una de las oraciones del ritual de difuntos; “Que el Señor sea misericordioso con nuestros hermanos, para que, libres de la muerte, absueltos de sus culpas, reconciliados con el Padre y llevados sobre los hombros del buen Pastor, merezcan gozar de la perenne alegría de los santos en el séquito del rey eterno”.
Que todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. Amén.

1 de noviembre de 2008

DICHOSOS VOSOTROS...



Porque, sin meter ruido, fuisteis escuchados por Dios.
Porque, sin ser reconocidos, Dios os ha galardonado.
Porque sin pretender riquezas, el Señor fue vuestro gran tesoro.
Porque sin ser comprendidos, comprendisteis que Dios era la última Palabra.
DICHOSOS VOSOTROS…
Que gozáis lo que, nosotros quisiéramos festejar.
Que saltáis de alegría al lado del Creador.
Que destelláis en alegría desbordante y celestial.
Que gustáis lo que, tantas veces, vivisteis con sencillez y obediencia.
DICHOSOS VOSOTROS…
Que no buscasteis la paz que el mundo pretendía sino la justicia de Dios.
Que os acobardasteis ante las dificultades.
Que no confundisteis paz con tranquilidad de conciencia.
Que no os dejasteis vencer por el poderoso caballero don dinero.
DICHOSOS VOSOTROS…
Que siendo perseguidos, supisteis ver en ello un soplo hacia el cielo.
Que, siendo humillados, intuisteis que Dios os engrandecía.
Que siendo apartados de mil caminos, no os alejasteis del verdadero.
Que no sucumbisteis a falsos ideales que el mundo os ofreció.
DICHOSOS VOSOTROS…
Que sonreís a carcajada limpia en el cielo.
Que cantáis la gloria de un Dios que os dice ¡bienaventurados!.
Que rezáis por los que, aquí y ahora, intentamos ser bienaventurados.
Que ofrecéis a Dios, vuestra felicidad, por los que no la poseemos.
DICHOSOS VOSOTROS…
Porque, después de cumplir con fidelidad el plan de Dios, tenéis bien merecida esa santidad que hoy el Señor, la Iglesia, los cristianos y todos los hombres de buena voluntad, reconocen en vuestra heroica, constante y sin tregua.
¡DICHOSOS… Y FELICES VOSOTROS!. (J.L.)


29 de octubre de 2008

Si crees que Dios te ama...


Hace unos años, cuando fui ordenado de diácono, una religiosa, hermanita de los Ancianos Desamparados, me regaló una estampa hecha por ella misma, con mi nombre y una oración. La oración la voy a compartir con todos vosotros, esperando que os ayude a estar cada día más cerca de ese Padre bueno, que vela por cada uno de nosotros y nos ama con locura.

“Si crees que Dios te ama, si te dejas amar por Él, en ninguna parte has de sentirte extranjero, porque Él estará en todas las regiones, en lo más dulce de todos los paisajes, en el límite indeciso de todos los horizontes”.
“Si crees que Dios te ama, si te dejas amar por Él, en ninguna parte estarás triste, porque, a pesar de la diaria tragedia, El llena de Júbilo el Universo”.
“Si crees que Dios te ama, si te dejas amar por Él, no tendrás miedo de nada ni de nadie, porque nada puedes perder y todas las fuerzas del Cosmos serían impotentes para quitarte tu heredad”.
“Si crees que Dios te ama, si te dejas amar por Él, ya tienes alta ocupación para todos los instantes, porque no habrá acto que no ejecutes en su nombre, ni el más humilde ni el más elevado”.
“Si crees que Dios te ama, si te dejas amar por Él, ya no querrás investigar los enigmas, porque le llevas a Él, que es la clave y resolución de todos”.
“Si crees que Dios te ama, si te dejas amar por Él, ya no podrás establecer con angustia una diferencia entre la vida y la muerte, porque en Él estás, y Él permanece incólume a través de todos los cambios”.

28 de octubre de 2008

Con el corazón de Dios


El pasado domingo, en el Evangelio que proclamábamos en la Eucaristía, Jesús nos decía cual era el mandamiento principal y primero de todos: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser”, y el segundo, nos decía que era semejante a este; “Amarás a tu prójimo, como a ti mismo”.
El Señor nos colocaba de lleno en aquello que es fundamental, central y vital en su seguimiento, aquello que debe identificar y caracterizar a los cristianos, el Amor.
Él sintetiza toda la Escritura en el mandamiento del amor a Dios y el amor al prójimo, dos actitudes que engloban todo el hecho de fe, donde el amor a Dios se expresa en el amor al prójimo y el amor al prójimo es manifestación del hecho de creer y amar a Dios.
Al revelarnos este mandamiento principal, nos está proponiendo, entrar en el corazón de Dios, actuar como Él lo hace, vivir con sus mismas motivaciones y en ese proceso de identificación es cuando nos pide que esa experiencia de amar a los demás parta del hecho de amar al Señor como Él quiere y espera de nosotros, es decir, amarlo totalmente, siendo Él para nosotros, razón y fundamento de toda nuestra vida.
El mandamiento del amor, es un itinerario de vida, un camino de plenitud. El hecho de leer y meditar este pasaje, nos debe de cuestionar y a su vez nos debe ayudar a mirarnos a través de la óptica del amor, para ver hasta qué punto estamos viviendo lo que Él nos pide…
Que el Señor, nos llene siempre de su Espíritu Santo, abra nuestro entendimiento y nos haga tomar conciencia que nuestra fe en Él lo debemos expresar en actitudes concretas, amando a Dios sobre todas las cosas, como lo hizo Él, y amando al que tenemos al lado, amándolo como a uno mismo, hasta dar la vida, como la dio el Señor. Que el Señor Jesús nos de la gracia de que nuestra fe en Él, se note en nuestra manera de ser y de actuar con los demás.

15 de octubre de 2008

Humilitas



El Papa Benedicto XVI propuso a Juan Pablo I como "modelo de humildad" el pasado domingo, en el 30º aniversario de su muerte. El Santo Padre, afirmó que la humildad "puede considerarse su testamento espiritual". Recordó que el Papa Luciani eligió precisamente "Humilitas" como lema de su pontificado, "una sola palabra que sintetiza lo esencial de la vida cristiana e indica la virtud indispensable de quien, en la Iglesia, está llamado al servicio de la autoridad". "Gracias precisamente a esta virtud, bastaron 33 días para que el Papa Luciani entrase en el corazón de la gente", añadió. El Papa recordó que su predecesor, en una de las cuatro audiencias generales que llegó a conceder, se refirió a la virtud de la humildad, virtud que recomendaba "con ese tono familiar que le caracterizaba". "En sus discursos usaba ejemplos sacados de la vida concreta, de sus recuerdos de familia y de la sabiduría popular. Su simplicidad es vehículo de una enseñanza sólida y rica que, gracias al don de una memoria excepcional y de una vasta cultura, enriquecía con numerosas citas de escritores eclesiásticos y profanos", añadió.
Albino Luciani fue el primer pontífice nacido en el siglo XX. Nació en una pequeña localidad italiana llamada Canale d´Agordo, Belluno (en esa época conocida como Forno di Canale) en la familia de Giovanni Luciani y Bortola Tancon, siendo el mayor de cuatro hermanos. A los 10 años, y despues de haber vivido en la pobreza durante la Primera Guerra Mundial, su madre murió y su padre contrajo nuevas nupcias con una mujer de gran devoción; fue entonces cuando nació su vocación sacerdotal, según él declaró, gracias a la predicación de un fraile capuchino.
En 1923, ingresó en el seminario menor de la localidad de Feltre, aunque luego pasó al seminario mayor de Belluno, donde fue ordenado en 1935.
Tras su ordenación se trasladó a Roma, donde cursó sus estudios teológicos en la universidad Gregoriana. Al terminar los estudios regresó a su localidad natal; allí comenzó su labor pastoral como párroco de Forno di Canale y de Agordo, lo que compatibilizó con una función docente en el Instituto Tecnológico Minero.
Antes de convertirse en el "Papa de la sonrisa" (como sería conocido), ocupó importantes cargos y distinciones: Vicerrector del seminario de Belluno, fue nombrado doctor en teología por la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma en 1947 y Vicario General de Belluno (diócesis a cargo de la cual estuvo 11 años) en 1954; En 1958, Juan XXIII lo consagra como obispo de Vittorio Veneto y el 15 de diciembre de 1969 fue nombrado Patriarca de Venecia, penúltimo paso antes de su elección como Sumo Pontífice al que intermediaría su consagración como cardenal el 5 de marzo de 1973.
Fue elegido como el 263º Papa de la Iglesia Católica, el 26 de agosto de 1978. Fue el primer Papa con dos nombres, gesto con el que pretendía honrar a sus dos predecesores: Juan XXIII y Pablo VI.
Su elección se produjo en la tercera votación de un cónclave inusualmente breve, el más corto del siglo XX. Juan Pablo I eligió como lema de su papado la expresión latina Humilitas (humildad), lo que se reflejó en su rechazo a la coronación y a la Tiara papal en la ceremonia de entronización.
Como Papa, Juan Pablo I estableció un ambiente de optimismo y reformas, que nunca llegaría a avanzar más allá de las propuestas. Murió 33 días después de haber sido elegido Papa, el 28 de septiembre de 1978, siendo el cuarto pontificado más breve de la historia.

Teresa de Jesús



Pensamientos de la Santa de Ávila


"Para mí la oración es un impulso del corazón,
una sencilla mirada al cielo,
un grito de agradecimiento y de amor
en las penas como en las alegrías."


"Tu deseo sea de ver a Dios; tu temor, si le has de perder;
tu dolor, que no le gozas, y tu gozo, de lo que te puede llevar allá,
y vivirás con gran paz."


"Dios no ha de forzar nuestra voluntad; toma lo que le damos;
mas no se da a sí del todo hasta que nos damos del todo".


"Parezcámonos en algo a nuestro Rey, que no tuvo casa,
sino en el portal de Belén donde nació y la cruz donde murió".


"No hay que tener alas para ir a buscar a Dios,
sino ponerse en soledad y mirarle dentro de sí".


"El amor de Dios no ha de ser fabricado en nuestra imaginación,
sino probado por obras".


""La perfección verdadera es el amor de Dios y del prójimo".


"Quien no ama al prójimo no os ama, Señor mío".


"La mejor manera de descubrir si tenemos el amor de Dios
es ver si amamos a nuestro prójimo".

13 de octubre de 2008

La Venerable Sor Catalina de San Mateo



Sor Catalina de San Mateo de la Concepción, monja clarisa, nació en Santa María de Guía (Gran Canaria), el día 30 de abril de 1646. Fue bautizada con el nombre de Catalina por haber nacido el día de Santa Catalina de Siena. Hija de María Ugarte y Andrés García de Balboa, tuvo otras dos hermanas ambas también religiosas, una de ellas, monja Bernarda y la otra monja Clarisa, como ella. Admitida para religiosa lega sin dote, por el Padre Provincial y la Abadesa del Convento de San Bernardino de Siena, Sor Catalina ingresó en el Convento el 31 de enero de 1676, tomando el hábito el día 2 de febrero. Desde esta fecha se llamó Sor Catalina de San Mateo de la Concepción. Hizo la profesión perpetua, al año siguiente, el día 3 de febrero. Falleció en olor de santidad, en su convento de Las Palmas de Gran Canaria, el 26 de mayo de 1695. Su fama de santidad, produjo una conmoción en toda la isla, concurriendo una inmensa muchedumbre a su entierro, que la aclamaban como Santa. Para satisfacer la devoción de los fieles, fue preciso tenerla cinco días sin enterrar "durante los cuales derramaba óleo por los pies, lleno de celestial fragancia", según las crónicas de la época. Después de su muerte, dieron lugar multitud de milagros, por lo que en el mes de mayo de 1696, el Padre Provincial de los Franciscanos, Fr. Andrés de Abreu, solicitó al Cabildo Catedral, la "apertura de diligencias concernientes al examen y pruebas de las excelentes virtudes, vida y milagros de esta Sierva de Dios", por tal motivo, se abre un expediente de canonización, siendo obispo de Canarias, Don Bernardo de Vicuña y Zuazo, y Sumo Pontífice, Inocencio XII. Fue tal la fama de santidad de Sor Catalina de San Mateo que llegó hasta la Cámara Real y vecinos de los altos de Guia, Moya y otros rincones de las medianias de Gran Canaria, la escogieron como intercesora ante Dios, llegando a ofrecerse misas pidiéndole fertilidad en los cultivos, salud para las familias y otros favores y beneficios. Actualmente, se ha reiniciado el proceso de canonización de Sor Catalina, después de más de 300 años de haberse iniciado el mismo. Esperemos verla algún día no muy lejano, en la gloria de los altares.
Sor Catalina de San Mateo, ruega por nosotros.

12 de octubre de 2008

A la Virgen del Pilar


Hace algún tiempo, escuché unos versos dedicados a la Virgen del Pilar. Hoy, en su festividad y desde este blog, se los quiero dedicar. Felicidades a todos los hispanos que celebran esta fiesta de la Madre de Dios en su secular advocación del Pilar.



Es María la Blanca Paloma,

que al venir a España la vieron volar.


Y en el centro de una hermosa nube,

vino a Zaragoza en carne mortal.


Y Santiago que ya lo sabía,

a orillas del Ebro la vino a encontrar.


Y los hijos de España la llaman,

la llamamos Madre, Madre del Pilar.

4 de octubre de 2008

Florecilla blanca




El pasado día 1 de octubre, recordábamos a Teresa de Lisieux, más conocida como Santa Teresa del Niño Jesús.
Teresa, nació en la ciudad francesa de Alençon, el 2 de enero de 1873, sus padres ejemplares eran Luis Martin y Acelia María Guerin, ambos venerables. Murió en 1897, y en 1925 el Papa Pío XI la canonizó, y la proclamaría después patrona universal de las misiones. La llamó «la estrella de mi pontificado», y definió como «un huracán de gloria» el movimiento universal de afecto y devoción que acompañó a esta joven carmelita. Proclamada "Doctora de la Iglesia" por el Papa Juan Pablo II el 19 de Octubre de 1997 (Día de las misiones).
«Siempre he deseado, afirmó en su autobiografía Teresa de Lisieux, ser una santa, pero, por desgracia, siempre he constatado, cuando me he parangonado a los santos, que entre ellos y yo hay la misma diferencia que hay entre una montaña, cuya cima se pierde en el cielo, y el grano de arena pisoteado por los pies de los que pasan. En vez de desanimarme, me he dicho: el buen Dios no puede inspirar deseos irrealizables, por eso puedo, a pesar de mi pequeñez, aspirar a la santidad; llegar a ser más grande me es imposible, he de soportarme tal y como soy, con todas mis imperfecciones; sin embargo, quiero buscar el medio de ir al Cielo por un camino bien derecho, muy breve, un pequeño camino completamente nuevo. Quisiera yo también encontrar un ascensor para elevarme hasta Jesús, porque soy demasiado pequeña para subir la dura escalera de la perfección».
Teresa era la última de cinco hermanas - había tenido dos hermanos más, pero ambos habían fallecido - Tuvo una infancia muy feliz. Sentía gran admiración por sus padres: «No podría explicar lo mucho que amaba a papá, decía Teresa, todo en él me suscitaba admiración».
Cuando sólo tenía cinco años, su madre murió, y se truncó bruscamente su felicidad de la infancia. Desde entonces, pesaría sobre ella una continua sombra de tristeza, a pesar de que la vida familiar siguió transcurriendo con mucho amor. Es educada por sus hermanas, especialmente por la segunda; y por su gran padre, quien supo inculcar una ternura materna y paterna a la vez.
Padres de Sta. Teresita
Con él aprendió a amar la naturaleza, a rezar y a amar y socorrer a los pobres. Cuando tenía nueve años, su hermana, que era para ella «su segunda mamá», entró como carmelita en el monasterio de la ciudad. Nuevamente Teresa sufrió mucho, pero, en su sufrimiento, adquirió la certeza de que ella también estaba llamada al Carmelo.
Durante su infancia siempre destacó por su gran capacidad para ser «especialmente» consecuente entre las cosas que creía o afirmaba y las decisiones que tomaba en la vida, en cualquier campo. Por ejemplo, si su padre desde lo alto de una escalera le decía: «Apártate, porque si me caigo te aplasto», ella se arrimaba a la escalera porque así, «si mi papá muere no tendré el dolor de verlo morir, sino que moriré con él»; o cuando se preparaba para la confesión, se preguntaba si «debía decir al sacerdote que lo amaba con todo el corazón, puesto que iba a hablar con el Señor, en la persona de él».
Cuando sólo tenía quince años, estaba convencida de su vocación: quería ir al Carmelo. Pero al ser menor de edad no se lo permitían. Entonces decidió peregrinar a Roma y pedírselo allí al Papa. Le rogó que le diera permiso para entrar en el Carmelo; el le dijo: «Entraréis, si Dios lo quiere. Tenía, dice Teresa, una expresión tan penetrante y convincente que se me grabó en el corazón».
En el Carmelo vivió dos misterios: la infancia de Jesús y su pasión. Por ello, solicitó llamarse sor Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz. Se ofreció a Dios como su instrumento. Trataba de renunciar a imaginar y pretender que la vida cristiana consistiera en una serie de grandes empresas, y de recorrer de buena gana y con buen ánimo «el camino del niño que se duerme sin miedo en los brazos de su padre».
A los 23 años enfermó de tuberculosis; murió un año más tarde en brazos de sus hermanas del Carmelo. En los últimos tiempos, mantuvo correspondencia con dos padres misioneros, uno de ellos enviado a Canadá, y el otro a China, y les acompañó constantemente con sus oraciones. Por eso, Pío XII quiso asociarla, en 1927, a san Francisco Javier como patrona de las misiones.


"Oh Dios, que has preparado tu Reino para los humildes y sencillos, concédenos la gracia de seguir confiadamente el camino de Santa Teresa del Niño Jesús para que nos sea revelada por su intercesión tu gloria eterna. Amén".




Padrenuestro de San Francisco de Asís


Oh santísimo Padre nuestro: creador, redentor, consolador y salvador nuestro.
Que estás en el cielo: en los ángeles y en los santos; iluminándolos para el conocimiento, porque tú, Señor, eres luz; inflamándolos para el amor, porque tú, Señor, eres amor; habitando en ellos y colmándolos para la bienaventuranza, porque tú, Señor, eres sumo bien, eterno bien, del cual viene todo bien, sin el cual no hay ningún bien.
Santificado sea tu nombre: clarificada sea en nosotros tu noticia, para que conozcamos cuál es la anchura de tus beneficios, la largura de tus promesas, la sublimidad de la majestad y la profundidad de los juicios.
Venga a nosotros tu reino: para que tú reines en nosotros por la gracia y nos hagas llegar a tu reino, donde la visión de ti es manifiesta, la dilección de ti perfecta, la compañía de ti bienaventurada, la fruición de ti sempiterna.
Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo: para que te amemos con todo el corazón, pensando siempre en ti; con toda el alma, deseándote siempre a ti; con toda la mente, dirigiendo todas nuestras intenciones a ti, buscando en todo tu honor; y con todas nuestras fuerzas, gastando todas nuestras fuerzas y los sentidos del alma y del cuerpo en servicio de tu amor y no en otra cosa; y para que amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos, atrayéndolos a todos a tu amor según nuestras fuerzas, alegrándonos del bien de los otros como del nuestro y compadeciéndolos en sus males y no dando a nadie ocasión alguna de tropiezo.
Danos hoy nuestro pan de cada día: tu amado Hijo, nuestro Señor Jesucristo: para memoria e inteligencia y reverencia del amor que tuvo por nosotros, y de lo que por nosotros dijo, hizo y padeció.
Perdona nuestras ofensas: por tu misericordia inefable, por la virtud de la pasión de tu amado Hijo y por los méritos e intercesión de la beatísima Virgen y de todos tus elegidos.
Como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden: y lo que no perdonamos plenamente, haz tú, Señor, que lo perdonemos plenamente, para que, por ti, amemos verdaderamente a los enemigos, y ante ti por ellos devotamente intercedamos, no devolviendo a nadie mal por mal , y nos apliquemos a ser provechosos para todos en ti.
No nos dejes caer en la tentación: oculta o manifiesta, súbita o importuna.
Y líbranos del mal: pasado, presente y futuro.


San Francisco de Asís, ruega por nosotros.

29 de septiembre de 2008

En la fiesta de los Santos Arcángeles


En el evangelio que se ha proclamado hoy, hemos escuchado de labios de Jesús la siguiente afirmación; “Yo os aseguro; veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre”, y hoy la Iglesia en su liturgia, honra a tres de esos ángeles a los que la Sagrada Escritura llama con nombre propio. El primero de ellos es Miguel Arcángel, y su nombre significa; ¿Quién como Dios?, el segundo es Gabriel; “Fortaleza de Dios” y por último, Rafael; “Medicina de Dios”.
En estos días en que vivimos tan predispuestos a no aceptar sino lo que podemos directamente comprobar, experimentar, palpar, ver, podría parecer de ilusos hablar de ángeles; sino fuera porque se refiere Jesús a ellos en distintos momentos y porque la Iglesia los describe como seres espirituales, no corporales, según enseña unánimemente la Sagrada Escritura y la Tradición.
La fe católica y la aceptación de la Biblia conducen de modo necesario a considerar a las criaturas angélicas como otra más de las obras de Dios. Los ángeles se encuentran presentes en la historia de la relación de los hombres con Dios.
Aparecen, junto al hombre con toda naturalidad, como un elemento más de esa existencia sobrenatural y trascendente que nos ha sido revelada. Y su presencia es habitual: unos personajes espirituales, según se desprende de su comportamiento, no sujetos a las leyes físicas como el hombre, que en ocasiones, se designan por su nombre propio, como es el caso de Miguel, Gabriel y Rafael. Los vemos al comienzo de la historia de la salvación, en el Paraíso, y en otros numerosos momentos de esa historia, casi siempre como mensajeros de Dios. Especialmente significativo, en este sentido, es el anuncio de la Encarnación del Hijo de Dios a María, por medio del arcángel Gabriel, con lo que dio comienzo la singular y salvadora presencia de Dios en el mundo.
El mismo Jesucristo habla de ellos varias veces. Por ejemplo, en el evangelio de hoy como hemos podido escuchar, cuando se refiere al fin del mundo. Pero antes habían aparecido ya en gran número con ocasión de su nacimiento, anunciando el hecho a los pastores de Belén; le sirvieron en el desierto después de su ayuno y de haber sido tentado por el diablo; un ángel le confortará en la agonía de Getsemaní; están presentes junto al sepulcro de Cristo resucitado; cuando ascendió finalmente a los cielos, hacen caer a sus discípulos en la cuenta de la realidad que vivían, para que comenzarán sin más dilación la extensión del Evangelio.
La fiesta de los tres arcángeles que hoy celebramos, debe ser una buena ocasión para que fomentemos más el trato con ellos. Los ángeles están junto a cada uno de nosotros, custodiándonos, asistiéndonos en nuestro camino hasta la Casa del Padre.
Entre otros muchos piropos que le dedicamos a nuestra Madre del Cielo, la llamamos con el título de Reina de los Ángeles. A Ella, hoy, en este día de fiesta, le suplicamos confiadamente que nos recuerde, siempre que sea preciso, que contamos para nuestro bien con la poderosa y amable asistencia de nuestros ángeles. Que el Señor camine siempre con nosotros, y que sus ángeles y arcángeles nos acompañen. San Miguel, ruega por nosotros; San Gabriel, ruega por nosotros; San Rafael, ruega por nosotros.

Gracias, Señor.


Hace ya un año, y parece que fue ayer... Sí, un año, solo uno, y Dios quiera que sean muchos más, cuarenta, cincuenta, sesenta, los que Él quiera, pero que sean años gastados en su servicio. Ha pasado el tiempo y aún siento la emoción de aquella mañana de sábado, 29 de septiembre, fiesta de los Santos Arcángeles, en la que mi obispo me ordenaba presbítero. Muchas han sido las experiencias, muchos los momentos vividos, contigo Señor y con tanta gente que formamos la gran familia de los bautizados. Que gran sacramento nos dejaste, que ardua tarea nos encomiendas Señor, pero sin tí, que poca cosa somos... Contamos con tu fuerza, con tu ayuda, con tu alegría, con tu paz y aun así, sin tí, que poca cosa somos... Gracias por fijarte en mí, y en los que hoy son mis compañeros de ministerio. Al igual que a mi, un día los llamaste. Gracias por mis hermanos sacerdotes, que vivamos la unidad y seamos fieles instrumentos en tus manos... Gracias Señor por este año que ha pasado, por todo lo bueno que me has dado y que me ha hecho participar de tu gloria, por lo no tan bueno y que me ha hecho participar de tu cruz... Gracias Señor por todo. Que te siga respondiendo siempre con la mayor de las alegrías, en esta vida y un día, en el Cielo. Gracias Señor, por este año de ministerio.

28 de septiembre de 2008

En el servicio está la alegría



Recordábamos ayer la figura de San Vicente de Paúl. Sacerdote francés, del siglo XVI, fundador de la Congregación de la Misión, destinada a la formación del clero y al servicio de los pobres, y de la Congregación de las Hijas de la Caridad, junto a Santa Luisa de Marillac. Este gran hombre, se caracterizó por ser feliz, pero no a su manera, sino a la manera de Aquel que lo llamó más tarde a alcanzar la felicidad plena, el Señor. Los cristianos, desgraciadamente vivimos muchas veces sumergidos en el ritmo del mundo que no nos damos cuenta, que en el servicio auténtico, estamos agradando a Dios y caminamos hacia la felicidad eterna. Y digo en el servicio auténtico, porque servicio no es el ritmo de vida que llevamos muchas veces tan ocupados en poca cosa, aunque tengamos mil cosas, es decir, más pendientes de nosotros y de nuestro tiempo, que del Señor y de los necesitados. Y al final de la jornada nos quedamos tan tranquilos pensando que hemos hecho lo que teniamos que hacer. Miremos a los santos, ellos son modelos para nuestra vida, así la Iglesia los ha reconocido y así nosotros los veneramos. San Vicente de Paúl gastó su vida en el servicio sincero y auténtico a Dios y a los demás, ¿y nosotros?. Tu y yo tan ocupados con tantos proyectos, ¿realmente estamos sirviendo como el Señor quiere?, ¿somos felices al gusto de Dios o al nuestro?. Y termino, con estos ya conocidos versos de Tagore dedicados a dos nuevos diáconos de mi diócesis, ministros de la Iglesia, que desde ayer desempeñan el ministerio de la palabra y del servicio a los más necesitados. Para ustedes Aday y Fernando. ¡Felicidades!. Y sean eternamente felices al gusto de Dios.
"Dormía y soñaba que la vida no era sino alegría.
Me desperté y ví que la vida no era servicio.
Serví, y comprendí que en el servicio estaba la alegría".

26 de septiembre de 2008

Espiritualidad cristiana


Los cristianos creemos que la persona humana no es sólo materialidad, sino que esta constituida por esa genial, maravillosa y extraordinaria combinación de alma y cuerpo. Al ejercicio de esta propiedad única y anímica del ser humano, como es el alma, le llamamos "espiritualidad". Esto hace que seamos seres cualitativamente distinos del resto de la Creación. Seres capaces de sentir, pensar, razonar, meditar... La espiritualidad cristiana, podríamos decir que es la manifestación de nuestra condición espiritual de "hijos de Dios", a imagen de nuestro Señor Jesucristo. Es una donación, porque Dios mismo nos ha dado su Espíritu para que seamos hijos en el Hijo. Este Espíritu Santo, que es "Señor y dador de vida", asi lo creemos y rezamos en el Credo, se expresa en nuestra "Vida interior" de mil formas distintas. De esta manera, dentro de nuestra propia tradición cristiana, e inspiradas en el mismo ideal evangélico de Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios, tenemos hoy en la Iglesia diferentes "espiritualidades", que han surgido a lo largo de la historia o recientemente, en torno a personas y comunidades concretas, en donde el seguimiento de Cristo, se realiza desde familias espirituales con formas, géneros y estilos de vida concretos, diferentes o semejantes entre sí, pero con un único centro, Cristo, y un único camino e ideal, el Evangelio. Por ello, seamos de una u otra espiritulidad, lo que importa es encontrarnos cada dia con el Señor, amarlo en los hermanos, y no perderlo por nada del mundo.

LA SANTA CRUZ


Días atrás, celebrábamos la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. En dicha fiesta, se nos invitaba a contemplar el Árbol de la Cruz donde estuvo clavada la salvación del mundo, como cantamos cada Viernes Santo. La Santa Cruz es la señal del cristiano y en ella nos gloriamos, porque en este madero santo, nos salvó y liberó Jesucristo, nuestro Señor. Así como en la Antigua Alianza, el pueblo miraba el estandarte creado por Moisés para sanar, así también nosotros, en el camino de la vida miramos a la Cruz y encontramos consuelo y perdón. Nuestro Señor, elevado en lo alto, es señal inequívoca de que la vida eterna se derrama sobre el mundo: "porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al mundo sino para que el mundo se salve por El". Jesús nos compra con su sangre y en este gesto de entrega y de amor para todas las generaciones de la Historia, se muestra la gloria de Dios Padre. Miremos siempre la Santa Cruz, llevémosla con garbo, es nuestra seña de identidad. Con paz y alegría, ningún día sin Cruz.
...
En la cruz esta la vida
Y el consuelo,
Y ella sola es el camino
Para el cielo.
En la cruz esta el Señor
De cielo y tierra
Y el gozar de mucha paz,
Aunque haya guerra,
Todos los males destierra
En este suelo,
Y ella sola es el camino
Para el cielo.
De la cruz dice la Esposa
A su Querido
Que es una palma preciosa
Donde ha subido,
Y su fruto le ha sabido
A Dios del cielo,
Y ella sola es el camino
Para el cielo.
Es una oliva preciosa
La santa cruz,
Que con su aceite nos unta
Y nos da luz.
Toma, alma mía, la cruz
Con gran consuelo,
Y ella sola es el caminoPara el cielo.
Es la cruz el árbol verde
Y deseado
De la Esposa que a su sombra
Se ha sentado
Para gozar de su Amado,
El Rey del cielo,
Y ella sola es el camino
Para el cielo.
El alma que a Dios está
Toda rendida,
Y muy de veras del mundo
Desasida
La cruz le es árbol de vida
Y de consuelo,
Y un camino deleitoso
Para el cielo.
Después que se puso en cruz
El Salvador,
En la cruz esta la gloria
Y el honor,
Y en el padecer dolor
Vida y consuelo,
Y el camino mas seguro
Para el cielo.
(De Santa Teresa de Jesús)

13 de agosto de 2008

Ad Iesum per Mariam

Pasado mañana celebramos, y así lo decimos en el cuarto misterio de gloria del santo rosario, "la Asunción de nuestra Señora a los cielos en cuerpo y alma". Este dogma de fe, fue definido por el Papa Pio XII el 1 de noviembre de 1950 en la Constitución Munificentissimus Deus. De acuerdo con la Tradición y teología de la Iglesia, afirmamos en este dogma, que la Santísima Virgen María, cumplido el curso de su vida terrenal, fue elevada en cuerpo y alma, a la gloria celestial. Con la Asunción de María a los cielos, se han realizado definitivamente en ella, los efectos de la única mediación de Cristo, Redentor del mundo y Señor resucitado. La Asunción es don y gracia de Dios. María es la primera de entre todos, que ha gozado de los méritos de Cristo, es señal de esperanza para los creyentes en Cristo, que ven en ella, la certeza del Paraiso. La glorificación de la cual María ya goza, es la que nos espera al final de los tiempos. De la mano de María, vamos al encuentro de Jesús. Gracias Maria por tu presencia, gracia por tu sí a la obra de la gracia. Gracias Madre por el regalo de tu fidelidad.

Todos somos caminantes, todos somos peregrinos


Estamos en pleno verano, y al igual que en otras épocas del año, las fiestas religiosas y las peregrinaciones a diferentes santuarios se suceden a nuestro alrededor como las cuentas de un rosario. Las peregrinaciones se dan desde los primeros tiempos del cristianismo. Roma, Santiago de Compostela o Jerusalem, son algunos de los grandes lugares de peregrinación. La palabra "peregrino" viene del latin, peregrinus, derivado de peregre ("por tierras extrañas"). Esta designación se aplica religiosamente a la persona que por devoción acude a visitar un lugar santo. La esencia de la peregrinación es la conversión al Dios vivo mediante el encuentro personal con Jesucristo en el camino de la vida, siguiendo las huellas de María o de los santos. El peregrino, es por tanto, antes que caminante, un creyente en camino, una persona que busca a Dios en la experiencia cotidiana del propio camino. De ahí, que el lugar de llegada no sea el fin del trayecto, como sucede en los viajes ordinarios, sino el principio. Todos los creyentes en el único Dios vivo y verdadero, sabemos que estamos de paso en esta vida, que somos extranjeros en este mundo, que caminamos hacia la Patria única y definitiva, hacia la Pascua Eterna. Somos peregrinos, sí hermanos, peregrinos aunque no frecuentemos los grandes centros de peregrinación de nuestro mundo. Peregrinamos hacia el Único Templo que es Cristo, el Señor resucitado. ¡Que hermosa peregrinación la del cristiano!. No te canses nunca de peregrinar. ¡Ánimo!.

7 de agosto de 2008

Letanías de la sabiduría


Hace poco, me llegaron estas letanias de la sabiduría, y que menos que compartirlas. Muchos dirán, ¡ya las he leido!, pero bueno, a pesar de todo, ¡léelas de nuevo!. No sabemos...


"Con frecuencia la gente es caprichosa, irracional y egoista. A pesar de todo, perdónales.

Si eres bueno, te tacharán de individualista o de beato. A pesar de todo, sé bueno.

Si triunfas, te ganarás falsos amigos y algunos enemigos de verdad. A pesar de todo, triunfa.

Si eres sincero y transparente, se aprovecharán de ti. A pesar de todo, sé sincero y transparente.

Lo que tu construyas durante años, alguno lo destruirá en una noche. A pesar de todo, construye.

Si eres felíz, alguno te tendrá envidia. A pesar de todo, sé feliz.

El bien que hagas hoy, la gente lo olvidará mañana. A pesar de todo, haz el bien.

Si das lo mejor de tí mismo, y a la gente siempre le parece poco. A pesar de todo, da lo mejor de tí mismo".

Kent M. Keith

Esperar siempre en Dios


Celebramos la memoria de San Cayetano. Este santo fundador, nace en Vicenza el año 1480 y muere en Nápoles el año 1547. Tras su ordenación sacerdotal funda en Roma la sociedad de Clérigos regulares o Teatinos. Se distinguió por su asiduidad en la oración y por la prática de la caridad para con el prójimo. San Cayetano es considerado padre de providencia, y que mejor que hoy, para decir una palabra al respecto.
La providencia como término, procede del latin providentia y significa literalmente "mirar por". Referido a Dios, sugiere el cuidado que Él consagra a la Creación. El Catecismo de la Iglesia Católica lo define así: "La divina providencia consiste en las disposiciones por las que Dios conduce con sabiduria y amor todas las criaturas hasta su fin último"(CIC 321). Y este fin último no es otro que la gloria de Dios, se trata de una obra exclusiva del Creador, un don consistente en la comunicación de su propia verdad, bondad y belleza a las criaturas. Desde esta perspectiva, la providencia divina no constituye un factor más en la marcha del mundo; porque ni sustituye a las leyes de la Creación ni interfiere en la libertad humana; al contrario, constituye su origen y garantía. En una Creación que está en camino, Dios permanece como principio, medio y fin de todas las cosas. Afirmar la providencia divina significa reconocer a un tiempo la actualidad del Creador (el Dios amoroso y providente, activamente presente en el mundo) y la dependencia absoluta de todo lo creado (el mundo que tiene a Dios por fundamento).

6 de agosto de 2008

Transfigurados


Celebranos hoy la fiesta de la Transfiguración del Señor, y según nos dice el Evangelio según San Mateo, Jesús tomando consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, se los llevó a una montaña alta y se transfiguró delante de ellos. Su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elias conversando con él. Estos tres discípulos, como lo serán en otras ocasiones, fueron escogidos por el Señor para ser testigos de su gloria. Moisés y Elías, representan la Ley y los profetas respectivamente. A uno, se le entregó la Ley de Dios en el Sinaí para el pueblo de Israel, al otro, se le denomina el padre de los profetas. Ambos vienen a dar testimonio de Jesús, en quien se cumple lo que dice la Ley y los profetas. Este acontecimiento, nos enseña hoy que hay que dejarse transfigurar, transformar cada día por el Señor. Que hay que seguir adelante aquí en la tierra aunque tengamos que sufrir, con la esperanza de que el Señor nos espera con su gloria en el cielo. A entender que el sufrimiento cuando se ofrece a Dios, se convierte, se transfigura en sacrificio agradable a Dios, en participación de su pasión. Jesús sufrió, y así se desprendió de su vida para salvarnos. A tomar conciencia que aunque la misericordia de Dios es infinita, el cielo hay que ganarselo cada dia con detalles concretos de amor y servicio para Dios y para los demás.
Señor, que bien se está a tu lado cuando las cosas van bien, y te ven transfigurado. Luego, cuando te vean desfigurado, "varón de dolores", todos te abandonarán y huirán. ¿Nos darás las fuerzas necesarias para quedarnos siempre contigo, en los misterio de luz y en los de dolor?.

5 de agosto de 2008

Sobre la importancia de la oración

Ayer celebrábamos la fiesta de San Juan Mª Vianney, también conocido como el santo cura de Ars. Este sacerdote francés de finales del siglo XVIII y mediados del XIX, nos habla en una de sus catequesis sobre la oración y su importancia en la vida cristiana. Y nos dice; "Consideradlo, hijos mios: el tesoro del cristiano, no está en la tierra, sino en el cielo. Por esto, nuestro pensamiento debe estar siempre orientado hacia donde está nuestro tesoro. La oración no es otra cosa que la unión con Dios. En esta intima unión, Dios y el alma son como dos trozos de cera fundidos en uno solo, que ya nadie puede separar. Es algo muy hermoso esta unión de Dios con su pobre criatura, es una felicidad que supera nuestra comprensión. Hay personas que se sumergen totalmente en la oración, como los peces en el agua, porque están totalmente entregadas al buen Dios y hablan con El, del mismo modo que hablamos entre nosotros. Nosotros, por el contrario, ¡cuantas veces venimos a la iglesia sin saber lo que hemos de hacer o pedir!. Y, sin embargo, cuando vamos a casa de cualquier persona, sabemos bien para que vamos. Muchas veces pienso, que, cuando venimos a adorar al Señor, obtendríamos todo lo que le pedimos si se lo pidiéramos con una fe muy viva y un corazón muy puro". Como el santo cura de Ars, hay personas que nunca abandonan la oración. Más aun, la vida del cristiano no se entiende sin la oración. La oración, tiene que ganar nuestra vida y sacarla de la mediocridad. Santa Teresa de Jesús hablaba del "trato con Dios", y decía que dejar la oración es perder el camino. Hacer oración es hablar con Dios, es tratar a Dios, como hablamos y tratamos a un amigo, es abandonarnos por entero a Él, poner nuestra vida en sus manos, dejar a sus pies nuestros gozos, exitos, tristezas y fracasos. Es escucharle, dejarnos modelar por Él como barro en manos del alfarero. Gracias Santo cura de Ars, gracias por ser maestro de oración para los cristianos, y gracias, por ser para nosotros, los sacerdotes, testimonio de entrega sin reserva a Dios y a los demás.

13 de julio de 2008

SER SEMBRADORES JUNTO AL SEMBRADOR


En el Evangelio de este Domingo XV del Tiempo Ordinario, como hemos podido escuchar, Jesús nos presenta la parábola del sembrador. De verdad, creo que el Señor se lució con esta parábola, al explicar de una forma tan sencilla como tenemos que recibir los cristianos cada día la Palabra de Dios.
Los que conocemos algo de las faenas del campo, sabemos que no es nada fácil preparar el terreno para recibir el grano. Se requiere de muchos cuidados, un día y otro, y todo eso, tras arar la tierra con mucha paciencia. El labrador, espera paciente el fruto de su trabajo, ve dorarse los campos y ve también como los frutos van tomando color, pero aun sabe que falta tiempo para la cosecha. Y nosotros, que poco pacientes somos, como queremos ver enseguida los frutos de nuestro trabajo, con lo que hemos trabajado y sembrado en la viña y aun no vemos siquiera el menor de los indicios de que algo comienza a germinar. Como nos falta adquirir la paciencia de los sencillos labradores que esperan, simplemente esperan, a que llegue la hora. ¿Y que decir del terreno de nuestra vida?. Qué poco nos cultivamos, para que en lugar de ser ese terreno pedregoso o lleno de zarzas, seamos una tierra fértil, bien abonada, dispuesta a recibir la semilla del Sembrador y dar buenos frutos, y una vez recibida, seamos también nosotros sembradores en los fértiles corazones de los demás.
Señor, tú lo sabes todo, tú conoces y esperas el momento justo, nosotros somos unos impacientes, lo queremos ver todo al instante. Tu Palabra llega cada día al terreno de nuestra vida, y no siempre Señor te lo encuentras arado, abonado y bien preparado para recibir la semilla como tu esperabas. Nuestra insconstancia, los afanes de la vida, y mil cosas más, impiden que produzcan en nosotros buenos frutos. Señor, perdónanos por nuestra impaciencia, que esperemos siempre en Tí. Sólo Tú tienes Palabras de vida eterna. Pero a pesar de nuestras incoherencias Señor, no te canses nunca de depositar cada día, Tu Palabra en nuestros corazones.