28 de noviembre de 2011

Cuyos ojos vieron a la Señora...




Santa Catalina Labouré,

tú fuiste escogida

por la Santísima Virgen María.

Ella te reveló su deseo

de que sus hijos llevaran puesta

la Medalla Milagrosa

como prueba de su amor por ella

y en honor a su Inmaculado Corazón.

Tú, cuyos ojos vieron a la Señora,

intercede por nosotros,

para que podamos llevar a cabo

los deseos de nuestra Madre del Cielo.

Pídele que podamos recibir esas gracias

que corren de sus manos maternales

como rayos de luz. Amén.

27 de noviembre de 2011

¡Oh MARIA SIN PECADO CONCEBIDA...




En la Rue du Bac, número 140, en pleno centro de París, se encuentra situada la Casa Madre de la Compañía de las Hijas de la Caridad, que fundaran san Vicente de Paúl y santa Luisa de Marillach.


En esta casa, habitaba en 1830 entre otras muchas, una novicia llamada sor Catalina Labouré, a quien la Santísima Virgen confió un mensaje salvador para todos los que con confianza y fervor lo aceptaran y practicaran.


Sobre la primera aparición, leamos el mensaje escrito por la misma santa Catalina Labouré: "La noche del 18 de julio de 1830, a eso de las 23'30, me oí llamar: "¡Sor Labouré, sor Labouré!", desperté y miré el lado de donde venía la voz, y veo un niño vestido de blanco, de unos 4 a 5 años, que me dice: "VENGA A LA CAPILLA." Me levanté y guiada por el niño me fui a la capilla: la puerta se abrió apenas el niño la tocó con la mano. Sentada en un sillón, junto al altar, estaba la Virgen. Yo dudaba que fuese la Virgen, pero el niño me dijo: "¡ESA ES LA SANTA VIRGEN!", entonces la miré y di un salto hacia ella, arrodillándome a sus pies y poniendo las manos sobre sus rodillas. La Santísima Virgen me dijo:"HIJA MíA, EL BUEN DIOS QUIERE ENCOMENDARTE UNA MISIÓN. TENDRÁS MUCHAS PENAS QUE SUPERARÁS, PENSANDO QUE LO HACES POR LA GLORIA DEL BUEN DIOS. VENID A LOS PIES DE ESTE ALTAR: AQUÍ SE DISTRIBUIRÁN LAS GRACIAS A TODOS CUANTOS LAS PIDAN CON CONFIANZA Y FERVOR. "La Virgen mostró su deseo de que se fundara la Asociación de las Hijas de María, para celebrar el mes de mayo a Ella dedicado, con gran solemnidad. Me dijo: "YO GUSTO MUCHO DE ESAS FIESTAS Y CONCEDO MUCHAS GRACIAS."Dijo esto y desapareció por el lado de la tribuna. Me alcé de las gradas del altar y observé al niño donde lo había dejado. Me dijo: "SE HA IDO". Volví al lecho a las 2 de la mañana, oí dar la hora, pero ya no me dormí.


Sobre la segunda aparición, se nos dice: "El día 27 de noviembre de 1830, a las 5'30 de la tarde, en medio de un profundo silencio, de nuevo la Virgen se le aparece a sor Catalina Labouré, al pie del mismo altar, de pie sobre la esfera del mundo a sus plantas con un globo en las manos, y le dijo:""ESTE GLOBO QUE VES REPRESENTA EL MUNDO ENTERO Y CADA ALMA EN PARTICULAR."La figura de la Santísima Virgen estaba llena de tanta belleza, que yo no podría describirla. Advertí que sus dedos se llenaban de anillos y piedras preciosas, y los rayos de luz que de ellos salían se difundían por todas partes. Se me dijo:"ESTOS RAYOS DE LUZ SON EL SÍMBOLO DE LAS GRACIAS QUE LA SANTÍSIMA VIRGEN CONCEDE A TODOS LOS QUE SE LAS PIDEN. "Se formó un cuadro un poco ovalado alrededor de la Santísima Virgen con una inscripción con letras de oro que decía: iOH MARÍA SIN PECADO CONCEBIDA, ROGAD POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS A VOS! "HAZ ACUÑAR UNA MEDALLA IGUAL A ESTE MODELO. TODAS LAS PERSONAS QUE LA LLEVEN CON CONFIANZA, COLGADA AL CUELLO, RECIBIRÁN GRANDES GRACIAS."


"En el reverso de la medalla debía colocarse la letra M y encima una cruz, añadiendo en la parte inferior dos corazones: uno coronado de espinas y otro traspasado por una espada. Símbolo de los corazones de Jesús y de María. Una vez acuñada la medalla, y propagada profusamente, los acontecimientos dieron pruebas del origen divino de su mensaje.


A vista de los hechos extraordinarios, el Arzobispo de París Mons. de QUELEN mandó hacer una investigación oficial sobre el origen y los hechos de la Medalla de la Rue du Bac. He aquí la conclusión: "La rapidez extraordinaria con la cual esta medalla se ha propagado, el número prodigioso de medallas que han sido acuñadas y distribuidas, los hechos maravillosos y las Gracias singulares que los fieles han obtenido con su confianza parecen verdaderamente los signos por los cuales el Cielo ha querido confirmar la realidad de las apariciones, veracidad del relato de la vidente y la difusión de la medalla". Y en Roma, en 1846, como consecuencia de la ruidosa conversión del judío Alfonso de Ratisbona, el Papa Gregorio XVI confirmaba con toda su autoridad las conclusiones del Arzobispo de París. Llevar la santa medalla es proclamar nuestra fe en la súplica de la Santísima Virgen María, como medianera universal ante la presencia de Dios.


La Medalla Milagrosa es conocida en el mundo entero, pero con frecuencia se ignora que las apariciones de la Capilla de la Rue du Bac prepararon los grandes acontecimientos de Lourdes."La Señora de la Gruta se me ha aparecido tal como está representada en la Medalla Milagrosa", declaró Santa Bernadita, que llevaba al cuello la Medalla de la Calle del Bac.


La invocación de la Medalla: "OH MARÍA SIN PECADO CONCEBIDA, ROGAD POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS A VOS", difundida por todas partes por la Medalla Milagrosa, suscitó el gran movimiento de fe que "movió al Papa Pío IX en 1854, a definir el dogma de la Inmaculada Concepción. Cuatro años después, la aparición de Massabielle confirmaba de manera inesperada la definición de Roma.


En 1954, con ocasión del centenario de esta definición, la Santa Sede hizo acuñar una medalla conmemorativa. En el reverso de la misma, la imagen de la Medalla Milagrosa y la de la gruta de Lourdes, asociadas estrechamente, ponían de relieve el lazo íntimo que une las dos apariciones de la Virgen con la definición de¡ dogma de la Inmaculada Concepción.


Lo mismo que Lourdes es una fuente inagotable de Gracias, la Medalla Milagrosa es siempre el instrumento de la incansable bondad de la Santísima Virgen con todos los pecadores y desdichados de la tierra. Los Cristianos que sepan meditar su significado encontrarán en ella el simbolismo de toda la doctrina de la Iglesia sobre el lugar providencia¡ que María ocupa en la Redención, y en particular su mediación universal.



"¡Oh MARÍA SIN PECADO CONCEBIDA,


ROGAD POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS A VOS!"

Nuestra vida se orienta al encuentro con Dios...





En su meditación previa al rezo del Ángelus dominical, el Papa Benedicto XVI recordó que hoy –con el inicio del Adviento- comienza un nuevo Año Litúrgico para la Iglesia y pidió a los fieles esperar el nacimiento de Cristo con la certeza de que toda la vida se orienta al encuentro con Dios.


“Hoy iniciamos con toda la Iglesia el nuevo Año Litúrgico: un nuevo camino de fe, que hay que vivir juntos en las comunidades cristianas, pero también –como siempre- para recorrerlo al interno de la historia del mundo, para abrirla al misterio de Dios, a la salvación que viene de su amor. El Año litúrgico inicia con el Tiempo de Adviento: tiempo estupendo en el cual se despierta en los corazones la espera del regreso de Cristo y la memoria de su primera venida, cuando se despojó de su gloria divina para asumir nuestra carne mortal”, afirmó el Papa según informa Radio Vaticana.


Asimismo, reflexionó sobre el Evangelio de hoy. “‘Estén atentos’. Este es el llamado de Jesús en el Evangelio de hoy. Lo dirige no sólo a sus discípulos, sino a todos: ‘Estén prevenidos’ (Mc 13,37). Es un llamado saludable a recordarnos que la vida no tiene sólo una dimensión terrena, sino que está proyectada a un ‘más allá’, como una plantita que germina de la tierra y se abre hacia el cielo. Una plantita pensante, el hombre, dotado de libertad y responsabilidad, por la que cada uno será llamado a dar cuenta de cómo ha vivido, de cómo ha utilizado sus propias capacidades: si se las ha guardado para sí o si las ha hecho fructificar también para el bien de los hermanos”.


“También Isaías, el profeta del Adviento, nos hace reflexionar hoy con una oración afligida, dirigida a Dios en nombre de su pueblo. El reconoce las faltas de su gente, y a un cierto momento dice: ‘No hay nadie que invoque tu Nombre, nadie que despierte para aferrase a ti, porque tú nos ocultaste tu rostro y nos pusiste a merced de nuestras culpas’ (Is 64,6)”.


“¿Cómo no quedar conmovido por esta descripción? Parece reflejar ciertos panoramas del mundo post-moderno: las ciudades en donde la vida se vuelve anónima y horizontal, en donde Dios parece ausente y el hombre el único patrón, como si fuera él el artífice y el director de todo: las construcciones, el trabajo, la economía, los transportes, las ciencias, la técnica, todo parece depender sólo del hombre. Y a veces, de este modo, que parece casi perfecto, suceden cosas sorprendentes, o en la naturaleza, o en la sociedad, por las cuales nosotros pensamos que Dios se haya como retirado, nos haya –por así decirlo- abandonado a nosotros mismos”, afirmó.


El Papa recordó que “el verdadero ‘patrón’ del mundo no es el hombre, sino Dios. El Evangelio dice: ‘Estén atentos, entonces, porque no saben cuándo llegará el dueño de la casa, si al atardecer, a medianoche, al canto del gallo o por la mañana. No sea que llegue al improviso y los encuentre dormidos’ (Mc 13, 35-36). El tiempo de Adviento viene cada año para recordarnos esto, porque nuestra vida encuentre nuevamente su justa orientación, hacia el rostro de Dios”.


“El rostro no de un ‘patrón’, sino de un Padre y de un Amigo. Con la Virgen María, que nos guía en el camino del Adviento, hagamos nuestras las palabras del profeta: ‘Porque tú, Señor, eres nuestro Padre, nosotros somos tu arcilla y tú nuestro alfarero, ¡todos somos la obra de tus manos! (Is 64,7)’”.

26 de noviembre de 2011

¿Aceptas el reto?...

El "trabajo" más feliz del mundo...





Un estudio de la Universidad de Chicago publicado por la revista Forbes mostró que el sacerdocio es el "trabajo" más feliz del mundo, seguido en segundo lugar por la labor de bombero.


El estudio mostró que las personas se sienten más satisfechas con labores que no coinciden necesariamente con el éxito económico, pero sí con el servicio y la entrega al prójimo.


Los diez trabajos más satisfactorios se completan con fisioterapeutas, escritores, instructores de educación especial, maestros, artistas, psicólogos, agentes financieros e ingenieros de operaciones.


En el lado opuesto se encuentran puestos de directivos con salarios elevados, pero menos trato humano.


De esta manera informó que los trabajos más insatisfactorios son director de tecnología de la información, director de ventas y marketing, productor / manager, desarrollador web, técnico especialista, técnico electrónica, secretario jurídico, analista de soporte técnico, maquinista y gerente de marketing.

24 de noviembre de 2011

Purificación necesaria para el encuentro con Dios.




Catequesis de Juan Pablo II sobre el Purgatorio.



1. A partir de la opción definitiva por Dios o contra Dios, el hombre se encuentra ante una alternativa: o vive con el Señor en la bienaventuranza eterna, o permanece alejado de su presencia.


Para cuantos se encuentran en la condición de apertura a Dios, pero de un modo imperfecto, el camino hacia la bienaventuranza plena requiere una purificación, que la fe de la Iglesia ilustra mediante la doctrina del «purgatorio» (cf. Catecismo de la Iglesia católica, nn. 1030-1032).


2. En la sagrada Escritura se pueden captar algunos elementos que ayudan a comprender el sentido de esta doctrina, aunque no esté enunciada de modo explícito. Expresan la convicción de que no se puede acceder a Dios sin pasar a través de algún tipo de purificación.


Según la legislación religiosa del Antiguo Testamento, lo que está destinado a Dios debe ser perfecto. En consecuencia, también la integridad física es particularmente exigida para las realidades que entran en contacto con Dios en el plano sacrificial, como, por ejemplo, los animales para inmolar (cf. Lv 22, 22), o en el institucional, como en el caso de los sacerdotes, ministros del culto (cf. Lv 21, 17-23). A esta integridad física debe corresponder una entrega total, tanto de las personas como de la colectividad (cf. 1R 8, 61), al Dios de la alianza de acuerdo con las grandes enseñanzas del Deuteronomio (cf. Dt 6, 5). Se trata de amar a Dios con todo el ser, con pureza de corazón y con el testimonio de las obras (cf . Dt 10, 12 s).


La exigencia de integridad se impone evidentemente después de la muerte, para entrar en la comunión perfecta y definitiva con Dios. Quien no tiene esta integridad debe pasar por la purificación. Un texto de san Pablo lo sugiere.


El Apóstol habla del valor de la obra de cada uno, que se revelará el día del juicio, v dice: «Aquel, cuya obra, construida sobre el cimiento (Cristo), resista, recibirá la recompensa. Mas aquel, cuya obra quede abrasada, sufrirá el daño. Él, no obstante, quedará a salvo, pero como quien pasa a través del fuego» (1Co 3, 14-15).


3. Para alcanzar un estado de integridad perfecta es necesaria, a veces, la intercesión o la mediación de una persona. Por ejemplo, Moisés obtiene el perdón del pueblo con una súplica, en la que evoca la obra salvífica realizada por Dios en el pasado e invoca si fidelidad al juramento hecho a los padres (cf. Ex 32, 30 y vv. 11-13). La figura del Siervo del Señor, delineada por el libro de Isaías, se caracteriza también por su función de interceder y expiar en favor de muchos; al término de sus sufrimientos, él «verá la luz» y «justificará a muchos», cargando con sus culpas (cf. Is 52, 13-53, 12, especialmente, 53, 11).


El Salmo 51 puede considerarse, desde la visión del Antiguo Testamento, una síntesis del proceso de reintegración: el pecador confiesa y reconoce la propia culpa (v. 6), y pide insistentemente ser purificado o «lavado» (vv. 4. 9. 12 y 16), para poder proclamar la alabanza divina (v. 17).


4. El Nuevo Testamento presenta a Cristo como el intercesor, que desempeña las funciones del sumo sacerdote el día de la expiación (cf. Hb 5, 7; 7, 25). Pero en él el sacerdocio presenta una configuración nueva y definitiva. Él entra una sola vez en el santuario celestial para interceder ante Dios en favor nuestro (cf. Hb 9, 23-26, especialmente el v. 24). Es Sacerdote y, al mismo tiempo, «víctima de propiciación» por los pecados de todo el mundo (cf. 1 Jn 2, 2).


Jesús, como el gran intercesor que expía por nosotros, se revelará plenamente al final de nuestra vida, cuando se manifieste con el ofrecimiento de misericordia, pero también con el juicio inevitable para quien rechaza el amor y el perdón del Padre.


El ofrecimiento de misericordia no excluye el deber de presentarnos puros o íntegros ante Dios, ricos de esa caridad que Pablo llama «vínculo de la perfección» (Col 3, 14).


5. Durante nuestra vida terrena, siguiendo la exhortación evangélica a ser perfectos como el Padre celestial (cf. Mt 5, 48), estamos llamados a crecer en el amor, para hallarnos firmes e irreprensibles en presencia de Dios Padre, en el momento de «la venida de nuestro Señor Jesucristo, con todos sus santos» (1Ts 3, 12 s). Por otra parte, estamos invitados a «purificamos de toda mancha de la carne y del espíritu» (2Co 7, 1; cf. 1 Jn 3, 3), porque el encuentro con Dios requiere una pureza absoluta.


Hay que eliminar todo vestigio de apego al mal y corregir toda imperfección del alma. La purificación debe ser completa, y precisamente esto es lo que enseña la doctrina de la Iglesia sobre el purgatorio. Este término no indica un lugar, sino una condición de vida. Quienes después de la muerte viven en un estado de purificación ya están en el amor de Cristo, que los libera de los residuos de la imperfección (cf. concilio ecuménico de Florencia, Decretum pro Graecis: Denzinger-Schönmetzer, 1304; concilio ecuménico de Trento, Decretum de justificatione y Decretum de purgatorio: ib., 1580 y 1820).


Hay que precisar que el estado de purificación no es una prolongación de la situación terrena, como si después de la muerte se diera una ulterior posibilidad de cambiar el propio destino. La enseñanza de la Iglesia a este propósito es inequívoca, y ha sido reafirmada por el concilio Vaticano 11, que enseña: «Como no sabemos ni el día ni la hora, es necesario, según el consejo del Señor, estar continuamente en vela. Así, terminada la única carrera que es nuestra vida en tierra (cf. Hb 9, 27), mereceremos entrar con él en la boda y ser contados entre los santos y no nos mandarán ir, como siervos malos y perezosos al fuego eterno, a las tinieblas exteriores, donde "habrá llanto y rechinar de dientes" (Mt 22, 13 y 25, 30)» (Lumen gentium, 48).


6. Hay que proponer hoy de nuevo un último aspecto importante, que la tradición de la Iglesia siempre ha puesto de relieve: la dimensión comunitaria. En efecto, quienes se encuentran en la condición de purificación están unidos tanto a los bienaventurados, que ya gozan plenamente de la vida eterna, como a nosotros, que caminamos en este mundo hacia la casa del Padre (cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1032).


Así como en la vida terrena los creyentes están unidos entre sí en el único Cuerpo Místico, así también después de la muerte los que viven en estado de purificación experimentan la misma solidaridad eclesial que actúa en la oración, en los sufragios y en la caridad de los demás hermanos en la fe. La purificación se realiza en el vínculo esencial que se crea entre quienes viven la vida del tiempo presente y quienes ya gozan de la bienaventuranza eterna.

Un día en la vida de Padre Pío.

3 de noviembre de 2011

El humor de Padre Pío...





Una vez se presentó al fraile portero de San Giovanni Rotondo un hombre que, con cierta insistencia, logró convencerlo para que fuera a la celda de Padre Pío para pedirle un consejo sobre su salud. El fraile, sólo movido por un acto de caridad fraterna, trató de complacerlo yendo a llamar a la puerta de Padre Pío.

Desde dentro una voz respondió:

¿Qué quieres? ¿No ves que estoy reposando?.

Y el fraile portero dice:

Padre Espiritual, es un señor de Génova, muy enfermo, que quiere saber si debe continuar o suspender el tratamiento de electroshock que está recibiendo.

El Padre Pío, quitándole importancia a la respuesta le contesta:


Dile que lo suspenda, porque si ahora no es tonto, después lo será de verdad.

2 de noviembre de 2011

La vida del hombre no termina aquí...



Esta es la catequesis sobre el sentido cristiano de la muerte, que su Santidad el Papa Benedicto XVI dirigió hoy a los miles de peregrinos llegados a Roma desde diversos puntos del orbe en este dia en que celebramos la memoria de todos los fIeles difuntos.

Concédeles Señor, el descanso eterno...




Si ayer celebrábamos a Todos los Santos, la Iglesia Triunfante, la que está en el Cielo, hoy conmemoramos a los Fieles Difuntos. Desde antiguo, la Santa Madre Iglesia ha conservado esta costumbre piadosa y santa de orar por el descanso eterno de aquellos que ya han salido de este mundo y se encuentran todavía en el Purgatorio.


El Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda, que los que mueren en gracia y amistad de Dios pero no perfectamente purificados, pasan después de su muerte por un proceso de purificación, para obtener la completa hermosura de su alma.

“Porque la vida de los que en Ti creemos, Señor, no termina, se transforma, y al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el Cielo”. (Prefacio de difuntos).


Y al atardecer de la vida... nos examinarán del amor...

1 de noviembre de 2011

Interceded por nosotros...





Hoy, como cada 1º de noviembre, nuestra Santa Madre Iglesia, celebra la festividad de Todos los Santos, la cual tiene su origen en el siglo III, cuando el Papa Urbano IV decretó que en este día se venerase a todos aquellos bienaventurados que alguna vez pasaron por esta vida y que hoy gozan de la Vida Eterna junto a Dios.

Durante los 365 días del año, los católicos recordamos a varios santos y beatos por cada día, reconocidos oficialmente por la Iglesia, pero también hay otros, más numerosos que estos, y que como es de suponer, no caben en el calendario litúrgico romano.


El 1º de noviembre recordamos a todos los santos, desde aquellos de los más carismáticos y populares hasta los que son prácticamente desconocidos, entre los que se pueden encontrar familiares y amigos nuestros que ya hayan fallecido.

Después de que Jesús muriera en la Cruz, los cristianos fueron perseguidos ferozmente hasta morir de la forma más cruel. Los seguidores del Señor eran vistos como una amenaza tanto a la nación judía como para el mismo Imperio Romano. Miles de cristianos fueron despiadadamente torturados y asesinados por no renegar de Cristo.

Los cristianos iban alegres hacia su martirio, porque su fe les daba la certeza de que pasarían a una Vida mucho más plena en Dios. Mientras, los cristianos que seguían en este mundo se alegraban por sus hermanos que eran martirizados a causa de Jesús porque sabían que ya habían ganado el Cielo, la corona de gloria que no se marchita.Esta solemnidad, tiene también la finalidad de recordarnos a los que aún peregrinamos en esta vida, que estamos también llamados a la santidad. Todos podemos ser santos, en el lugar en el que estemos: basta hacerse humilde y paciente de corazón y revestirse de la gracia de Dios para hacer de cada cosa ordinaria de la vida algo extraordinario.

Una de las críticas predilecta que miembros de diversas sectas hacen a los católicos es recriminarnos que rendimos culto a los santos porque, de esta manera, adoramos a seres humanos iguales que nosotros cuando, según nos dice la Biblia, solo se adora a Dios. Pero sucede, que entre nosotros mismos, lo católicos, hay mucha desinformación acerca de la historia y doctrina de Nuestra Madre Iglesia y es por eso que fácilmente podemos caer en la confusión.

Bien sabemos que cualquiera de nosotros puede rezar por alguna otra persona que lo necesite y bien sabemos que Dios escucha esas plegarias: eso se llama oración de intercesión. Según nuestra fe, las personas que murieron y pudieron acceder al Cielo, continuando viviendo, aunque ahora en una realidad mucho más plena; desde el lugar que ellos se encuentran ahora, también pueden rezar por los que aún peregrinamos en este mundo. Por tanto, los católicos no adoramos a los santos. Los católicos solo adoramos a Dios. Cuando una persona le reza a un santo, lo que está haciendo es pedirle que interceda por él ante Dios. Claro que es válido que uno mismo se dirija a Dios rezando por uno mismo... pero si a esa oración se suma la de una santo, gana más fuerza el pedido ante Dios. Los santos no son "intermediarios", son tan solo intercesores. Los santos son ejemplos de vida, testimonios de vida cristiana que nos dicen que es posible seguir a Cristo en este mundo a pesar de todas las dificultades que podamos encontrar en esta existencia.

Feliz día de Todos los Santos, y ellos, que gozan ya de la visión de Dios, intercedan por nosotros.