30 de julio de 2011

Consuelo de los afligidos...


"Que María sea tu consuelo y tu refugio

en las horas tristes de la vida"

(Padre Pío de Pietrelcina).

29 de julio de 2011

29 de Julio: Santa Marta de Betania.





“En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.


Ésta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.


Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio de la casa; hasta que se paró y dijo:


- «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano.»


Pero el Señor le contestó:


- «Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán.» (Lucas 10, 38-42)”

Coro de ángeles: Sanctus.

22 de julio de 2011

María, ¿a quién has visto?...




Al levantarse la aurora

con la luz pascual de Cristo,

la Iglesia madrugadora

te pregunta; ¿a quién has visto?


¿Por qué lloras en el huerto?

¿A quién buscas? A mi amado.

Buscando al que estaba muerto,

lo encontré resucitado.

Me quedé sola buscando,

alas me daba el amor,

y, cuando estaba llorando,

vino a mi encuentro el Señor.


Vi a Jesús resucitado,

creí que era el jardinero;

pero mi nombre me ha llamado,

no le conocí primero.


Él me libró del demonio,

yo le seguí hasta la cruz,

y di el primer testimonio

de la Pascua de Jesús.


Haznos, santa Magdalena,

audaces en el amor,

irradiar la luz serena

de la Pascua del Señor.


Gloria al Padre Omnipotente,

gloria al Hijo Redentor,

gloria al Espíritu Santo:

tres personas, sólo un Dios.

16 de julio de 2011

María, Flor del Carmelo.




¿Quién eres tú, mujer, que, aunque rendida

al parecer, al parecer postrada,

no estás sino en los cielos ensalzada,

no estás sino en la tierra preferida?


Pero, ¿Qué mucho, si del sol vestida,

qué mucho, si de estrellas coronada,

vienes de tantas luces ilustrada,

vienes de tantos rayos guarnecida?


Cielo y tierra parece, que, a primores,

se compitieron con igual desvelo,

mezcladas sus estrellas y sus flores;


Para que en ti tuviesen tierra y cielo,

con no sé qué lejanos resplandores

de flor del Sol plantada en el Carmelo.

1 de julio de 2011

En la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús.




Jesús dulcísimo, cuya caridad derramada sobre los hombres es correspondida ingratamente con tanto olvido, negligencia, desprecio; nosotros, arrodillados en tu presencia, queremos resarcir con especial reverencia tan abominable desidia e injurias con que los hombres afligen en todas partes tu amantísimo Corazón.


Sin embargo, recordando que también nosotros más de una vez hemos sido culpables de tan gran indignidad, e intensamente arrepentidos por ello, imploramos en primer lugar tu misericordia a favor nuestro, dispuestos a compensar con voluntaria expiación no sólo las infamias cometidas por nosotros, sino también las de aquellos que, apartándose totalmente del camino de la salvación, rehúsan seguirte como pastor y guía, obstinados en su infidelidad o, transgrediendo las promesas del bautismo, han sacudido el suavísimo yugo de tu ley.


Queremos expiar todos estos deplorables delitos y resarcir cada uno de ellos: la inmodestia y deshonestidad en la conducta y en el vestir, tantos lazos de corrupción preparados para las almas inocentes, los días de fiesta profanados, las maldiciones proferidas contra ti y tus santos, las injurias contra tu vicario y el orden sacerdotal, y el mismo sacramento del amor divino olvidado o profanado con horrendos sacrilegios, y finalmente los delitos de las naciones que se oponen a las leyes y al magisterio de la Iglesia que tú fundaste.


¡Ojalá pudiéramos lavar estos pecados con nuestra propia sangre! Entretanto, para resarcir el honor divino profanado, te ofrecemos la satisfacción que tú en otro tiempo ofreciste al Padre en la cruz y que renuevas continuamente en el altar, junto con la expiación de la Virgen María, de todos los santos y de todos los fieles piadosos, prometiendo de corazón compensar, en cuento nos sea posible, y con la ayuda de tu gracia, los pecados pasados, nuestros y de los demás, y tanta falta de amor, con una fe firme, con una conducta inmaculada, con una observancia perfecta de la ley evangélica, sobre todo de la caridad, impedir con todas las fuerzas las injurias contra ti, e incitar a cuantos podamos a tu seguimiento. Acepta, benignísimo Jesús, por intercesión de la Virgen María Reparadora, la ofrenda voluntaria de esta expiación y haz que nos mantengamos con toda fidelidad en tu obediencia y servicio hasta la muerte, otorgándonos el gran don de la perseverancia, para que todos lleguemos finalmente a aquella patria donde tú, con el Padre y el Espíritu Santo, vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.


(Peticiones enviadas por la Santa Sede para que sean rezadas al concluir la celebración eucarística de la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús).