22 de febrero de 2012

Al iniciar la Santa Cuaresma: limosna, oración y ayuno.




"Ayunar es un remedio de males y una fuente de premios, mas no ayunar en Cuaresma es un pecado. El que ayuna en otro tiempo, recibirá indulgencia; pero el que no lo hace durante la Cuaresma, será castigado". El que no pueda ayunar por enfermedad, coma sencillamente y sin ostentación "Y ya que no puede ayunar, debe ser más caritativo para con los pobres, a fin de redimir con sus limosnas los pecados que no puede curar ayunando. Hermanos, es muy bueno ayunar pero mejor aún dar limosna; mas si se puede practicar lo uno y lo otro, son dos grandes bienes. El que puede dar limosna y no ayunar, entienda que la limosna le basta sin el ayuno. Más no basta el ayuno sin la limosna. El ayuno sin la limosna no es obra buena, a no ser que el que ayuna sea tan pobre, que no tenga nada que dar. Así, pues, en este caso, bástele la buena voluntad".


¿Qué respuesta daremos, hermanos, qué excusa alegaremos nosotros, que, poseyendo anchas y espaciosas mansiones, apenas nos dignamos alguna vez recibir en ellas a un peregrino? Y eso que no ignoramos, sino que continuamente estamos confesando que en los peregrinos recibimos a Cristo, como El mismo dijo: Peregriné y me acogisteis... Cuantas veces hicisteis eso a uno de estos mis hermanos menores, a mí me lo hicisteis (Mt. 25,35.40). Nos resulta enojoso recibir en nuestra casa a Cristo en la persona de los pobres y yo me temo que él haga lo mismo con nosotros en el cielo, y que no nos reciba en su gloria. Lo despreciamos en el mundo y yo me temo que él a su vez nos desprecie en el cielo, según aquella sentencia: Tuve hambre y no me disteis de comer... (Mt. 25,42). Fijémonos, carísimos hermanos, en estas palabras; no las oigamos de manera indiferente ni sólo con los oídos del cuerpo, sino que escuchándolas con fidelidad, hagamos de palabra y con el ejemplo que otros también las oigan y las cumplan También nos dice el Señor por boca del profeta Isaías que hemos de vestir al desnudo. Precepto riguroso y muy digno de temerse. Yo, sin embargo, no juzgo a nadie. (Fragmento Sermón 25, San Ambrosio de Milán).


La Cuaresma llama a nuestra puerta ¿qué escusa podemos poner? ¿Por qué no abrir la puerta y dejar que entre en nuestra vida y nos conduzca hacia del Señor?


La Cuaresma es viene como un peregrino y nos pide alojarse en nuestras casas. ¿Tenemos la estancia preparada? Bueno, tampoco hacen falta grandes agasajos, ya que la Cuaresma es sencilla y humilde.


La Cuaresma nos trae tres maravillosas herramientas para trabajar unidos a Dios: Ayuno, limosna y oración. San Ambrosio nos dice que estas tres herramientas deben trabajar unidas: Mas no basta el ayuno sin la limosna. Tampoco basta el ayuno y la limosna sin oración, ya que la oración nos sintoniza con la voluntad de Dios. El ayuno complementa la limosna, porque con el simbolizamos el desapego a nuestras necesidades. Quitarnos lo nuestro para dárselo a quien lo necesita.


En el Mensaje para la Cuaresma 2012, Benedicto XVI nos recuerda que el itinerario cuaresmal debe estar centrado en la caridad. Caridad que consiste en estar atentos los unos a los otros en un espíritu de responsabilidad y de verdadera fraternidad, que nos impulse a desear el bien de nuestro prójimo en todos sus aspectos (físico, moral y espiritual), en una dimensión de reciprocidad que nos ayude a caminar juntos en la santidad.


La limosna se suele entender desde el punto de vista económico, pero seguramente nos encontremos con buenas oportunidades para ayudar a nuestros hermanos de mil formas diferentes. Se trataría de ayudarles y colaborar con ellos de manera desinteresada y animosa.


Queda recordar la oración. ¿Qué haríamos sin la oración?


Los ministros de la gracia divina, inspirados por el Espíritu Santo, hablaron acerca de la conversión. El mismo Señor de todas las cosas habló también de la conversión, avalando sus palabras con juramento: Por mi vida – dice el Señor –, no me complazco en la muerte del pecador, sino en que cambie de conducta, añadiendo además a aquellas palabras tan conocidas: Cesad de obrar mal, casa de Israel. Di a los hijos de mi pueblo: «Aunque vuestros pecados lleguen hasta el cielo, aunque sean como la grana y rojos como escarlata, si os convertís a mi de todo corazón y decís: "Padre", os escucharé como a mi pueblo santo que sois.» (Carta a los Corintios. San Clemente Romano)


Si el sentido de la Cuaresma es la conversión ¿Cómo podemos dejar de orar al Señor? El Señor se complace en que cambiemos y que le llamemos “Padre”


Tenemos por delante cuarenta días para preparar nuestro corazón para vivir la Pascual. Aprovechemos desde el primer día esta magnífica oportunidad". (Extraído de Religión en Libertad)

18 de febrero de 2012

Para acordarse de Dios durante el día...




Cuando se tiene mucho trabajo, es posible olvidarse de dirigir al Señor o a la Virgen unas palabras de afecto. San Josemaría aconsejaba poner 'despertadores', por ejemplo, objetos o imágenes de la Santísima Virgen, que nos recuerden volver la mirada a Dios de vez en cuando durante la jornada.

14 de febrero de 2012

69º Aniversario de la S.S.S.C.




Hoy, 14 de febrero, para algunos sacerdotes, lejos de celebrar el dia de los enamorados como lo entiende la sociedad, celebramos el aniversario de la fundación de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, unida a la Prelatura del Opus Dei, fundada en Madrid, por San Josemaría Escrivá de Balaguer, el 14 de febrero de 1943, hace hoy 69 años. He aqui un video a modo de breve reseña de lo que es la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz (S.S.S.C.)

11 de febrero de 2012

Por los enfermos.




"Oh santísima Virgen de Lourdes, Madre de Dios y Madre nuestra!.


Llenos de aflicción y con lágrimas fluyendo de los ojos, acudimos en las horas amargas de la enfermedad a vuestro maternal corazón, para pediros que derraméis a manos llenas el tesoro de vuestras misericordias sobre nosotros.


Indignos somos por nuestros pecados de que nos escuchéis: pero acordaos, os diré con vuestro siervo San Bernardo, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a Vos haya sido abandonado de Vos. ¡Madre tierna! ¡Madre bondadosa! ¡Madre dulcísima!, ya que Dios obra por vuestra mano curaciones sin cesar en la Gruta prodigiosa de Lourdes donde te apareciste, sanando tantas víctimas del dolor, guardad también una mirada de bendición para nuestros pobres enfermos.


Alcanzadle de vuestro Divino Hijo Jesucristo la deseada salud, si ha de ser para mayor gloria de Dios. Pero mucho más alcanzadnos a todos el perdón de nuestros pecados, paciencia en los sufrimientos y sobre todo un amor grande y eterno a nuestro Dios prisionero por nosotros en los Sagrarios. Amén".


Virgen de Lourdes, rogad por nosotros.

Consuelo de los afligidos, rogad por nosotros.

Salud de los enfermos, rogad por nosotros.

4 de febrero de 2012

Que Madre nuestra es.




Venid y vamos todos,

con flores a porfía

con flores a María,

que Madre nuestra es.



De nuevo aquí nos tienes,

purísima doncella,

más que la luna bella,

postrada a tus pies.



Veníamos a ofrecerte

las flores de este suelo;

con cuánto amor y anhelo,

Señora, tú lo ves.



Tu poderosa mano

defiéndanos, Señora,

y siempre, desde ahora,

a nuestro lado estés.

Sobre Roma, nieve...




"Mientras el mundo duerme,

cae la nieve,

sin que el hombre que sufre,

de Dios se acuerde...


Y nieva sobre el suelo,

la paz del cielo,

una nieve que dice

que Dios es bueno".



(José L. Martín Descalzo)

3 de febrero de 2012

Para pensar...




Esta mañana, un amigo sacerdote me ha enviado esta breve reflexión que quiero compartir con todos vosotros. Que te haga pensar... Gracias Javi.


"Los hombres pierden la salud para ganar dinero, después pierden el dinero para recuperar la salud. Por pensar demasiado en lo que les depara el futuro, se olvidan del presente de tal modo que al final no viven ni el presente ni el futuro. Y viven como si nunca fueran a morir... y mueren como si nunca hubiesen vivido".


San Blas, obispo y mártir.




No es exagerado afirmar que hoy celebramos uno de los santos más populares del Calendario litúrgico.


Nació en Sebaste, Armenia, en la segunda mitad del siglo III. Parece que fue médico y que se entregó a toda clase de ejercicios que le deparaba su profesión para hacer actos de caridad con cuantos se presentaban ante él. Las Actas le presentan adornado de toda clase de virtudes cristianas: Era humilde, caritativo, manso, piadoso, casto, inocente... en una palabra: Santo.


Quiso retirarse a la soledad para allí acabar sus días entregado de lleno a la oración y a la maceración de su cuerpo, pero siempre es verdad que unos son los planes del hombre y otros los de Dios...


La sede episcopal de Sebaste quedó vacante y la voz común de todos los cristianos fue esta: Nadie mejor para ocupar la sede vacante que Blas por su sabiduría y su santidad de vida. Por ello y muy a pesar suyo hubo de aceptar el nuevo servicio que se le imponía para bien de sus hermanos y la gloria de Dios.


En aquel momento se desencadena una durísima persecución por obra del emperador Diocleciano contra los cristianos. Esta persecución fue durísima, sobre todo, en Sebaste hasta tal punto que fue llamada La ciudad de los mártires. Si así era para los simples cristianos ¿qué suerte esperará el pastor de ellos? Blas recuerda las palabras del Evangelio: "Si os persiguen en una ciudad huid a otra". Blas sabe que no es prudente enfrentarse abiertamente contra sus enemigos y que debe ayudar a los cristianos de su diócesis y a cuantos pueda llegar con sus palabras a ser fieles al Señor y valientes ante el martirio... Por ello se esconde en un bosque y desde una pobre gruta, no teniendo más compañía que los animales salvajes, que le respetan y ayudan como los más fieles servidores, se dirige a sus feligreses animándoles en su tarea de ser testimonio valiente de Jesucristo...


De cuando en cuando abandona valientemente la gruta y baja hasta la ciudad para animar y consolar a los encarcelados. Las Actas cuentan el caso cuando baja para consolar al mártir San Eustracio, que compra a los carceleros para que le permitan entrar y una vez en la cárcel besa con gran afecto las cadenas de Eustracio y le anima a perseverar en la lucha... Blas le da la Eucaristía. Salta de emoción... y al día siguiente, mientras Blas ha vuelto a su escondite para desde allí gobernar su diócesis, Eustracio sube al patíbulo glorioso del martirio...


Por fin le llegó la hora a Blas. Estaba en su gruta del monte Argeo, cuando llegaron los enviados del gobernador de Capadocia, el tirano Agrícola. Al verlos llegar les salió al encuentro y les saludó diciendo: "Bienvenidos seáis, amigos. Os esperaba. Partamos en el nombre del Señor". Después se dirige a sus fieles y les dice con gran valor: "Vamos a derramar nuestra sangre por Jesucristo. Al fin se ven colmados mis ardientes deseos. Esta noche me ha comunicado el Señor que finalmente se digna aceptar mi holocausto".


Agrícola le dice: "Ya conoces nuestro dilema: O sacrificar o morir". Y Blas valiente: "No os canséis. No hay otro Dios que Jesucristo. El es el Eterno e Inmortal. Los demás son dioses falsos con los que no quiero arder en el Infierno".


Lo demás ya lo recogen las Actas. Palizas, escarnios, azotes, hierros candentes, pero Blas siempre fue fiel a Jesucristo hasta que expiró en el Señor. Muchos son los que tanto ayer como hoy lo tienen por Patrón e Intercesor ante el Señor.

2 de febrero de 2012

Presentación de Jesús en el Templo.




Siméon era un anciano devoto judío a quién el Espíritu Santo le había prometido que no moriría hasta haber visto al Salvador. Cuando María y José, llevaron al Niño Jesús al Templo de Jerusalén para presentarlo, obedeciendo a la Ley de Moisés, según la cual ordenaba que todo primogénito varón debia ser presentado en el templo y consagrado al Señor, Simeón estaba allí, y tomando a Jesús en sus brazos, recitó el siguiente canto:



"Ahora Señor según tu promesa,

puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,

a quien has presentado ante todos los pueblos:

luz para alumbrar a a las naciones

y gloria de tu pueblo Israel"



Por la Vida Consagrada.




Señor Jesús,

te ofrecemos y consagramos

a nuestros hijos.

Tu omnipotencia creadora nos los dio

y nuestro corazón de padres te los entrega.

Aleja de ellos todo pecado,

confírmalos en tu gracia,

y haz, Señor, que te sirvan durante toda su vida

como sacerdotes o almas a ti consagradas.

A nosotros, que sufrimos en silencio su partida

llénanos de tu Amor,

y aunque nos cueste separarnos de ellos

llama a nuestros hijos para servirte y amarte.

Dales sed de almas por amor a ti.

Y que sus ángeles custodios,

desde nuestros brazos donde aprendieron a amarte,

los conduzcan sacerdotes a tus altares,

misioneros a las misiones,

vidas consagradas al amor a ti,

apóstoles a las almas,

y santos al cielo.

Amén.