28 de octubre de 2008

Con el corazón de Dios


El pasado domingo, en el Evangelio que proclamábamos en la Eucaristía, Jesús nos decía cual era el mandamiento principal y primero de todos: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser”, y el segundo, nos decía que era semejante a este; “Amarás a tu prójimo, como a ti mismo”.
El Señor nos colocaba de lleno en aquello que es fundamental, central y vital en su seguimiento, aquello que debe identificar y caracterizar a los cristianos, el Amor.
Él sintetiza toda la Escritura en el mandamiento del amor a Dios y el amor al prójimo, dos actitudes que engloban todo el hecho de fe, donde el amor a Dios se expresa en el amor al prójimo y el amor al prójimo es manifestación del hecho de creer y amar a Dios.
Al revelarnos este mandamiento principal, nos está proponiendo, entrar en el corazón de Dios, actuar como Él lo hace, vivir con sus mismas motivaciones y en ese proceso de identificación es cuando nos pide que esa experiencia de amar a los demás parta del hecho de amar al Señor como Él quiere y espera de nosotros, es decir, amarlo totalmente, siendo Él para nosotros, razón y fundamento de toda nuestra vida.
El mandamiento del amor, es un itinerario de vida, un camino de plenitud. El hecho de leer y meditar este pasaje, nos debe de cuestionar y a su vez nos debe ayudar a mirarnos a través de la óptica del amor, para ver hasta qué punto estamos viviendo lo que Él nos pide…
Que el Señor, nos llene siempre de su Espíritu Santo, abra nuestro entendimiento y nos haga tomar conciencia que nuestra fe en Él lo debemos expresar en actitudes concretas, amando a Dios sobre todas las cosas, como lo hizo Él, y amando al que tenemos al lado, amándolo como a uno mismo, hasta dar la vida, como la dio el Señor. Que el Señor Jesús nos de la gracia de que nuestra fe en Él, se note en nuestra manera de ser y de actuar con los demás.

1 comentario:

__________Ignacio____________ dijo...

Nos dice San Juan que Dios es amor y la virtud de la caridad es el amor de Dios actuando a través de nosotros. San Angustín lo expresó muy bien diciendo "Ama y haz lo que quieras".