28 de febrero de 2011

Día de descanso, día del Señor...


Ayer domingo, después de las correspondientes obligaciones parroquiales, el Señor me regaló unas horas de descanso y distracción, que aproveché para charlar, rezar y comer con unos amigos en lo más alto de las cumbres de nuestra tierra, de donde uno es nativo, y de verdad, no hace falta más, pues como dice el dicho; "lo breve si es bueno, dos veces bueno".

Y es que aunque no lo parezca, el hombre ha sido creado para amar y ser feliz, ese es el plan de Dios para cada uno de nosotros, y problemas, siempre hay y los habrá, y vendrán aunque no los busquemos, esas pequeñas o pesadas cruces de cada dia, y que hemos de llevar con paz y esperanza, con alegria, abandonándonos por completo en los brazos amorosos de Dios.

Así es amigos. Si queremos, a pesar de las contrariedades de cada día, podemos ser felices en verdad, si de verdad queremos, y nos lo proponemos, podemos vivir cada día como si fuera el último, con la intensidad de Dios no con la del mundo, y disfrutar, disfrutar de esos buenos momentos y momentos inolvidables que quedaran guardados para siempre en lo más profundo de nuestro corazón. Y como dice una amiga, de vez en cuando es bueno vivir las tres "d" (descansar, disfrutar y desconectar), aunque sea por poco tiempo, tal vez una horas, pero cuanto se agredece, y si la compañia es buena, que siempre lo es, mucho más...

Por eso, en esta noche, y última de febrero, y con total agradecimiento, solo me sale decir; Gracias Señor por tanto don, gracias por esos momentos vividos, gracias por la familia, gracias por los amigos, gracias por sentir tu Presencia en la gran obra de la Creación...

25 de febrero de 2011

Wanda Poltawska.


A muchos este nombre no les dirá nada, tal vez a algunos, por el apellido, les sonorá su origen polaco, pero sin embargo, si les digo que fue la gran amiga, o la "hermana" como el mismo le decía, de Juan Pablo II, las cosas cambian. Y esto lo digo por que cuando Karol Wojtyla (nombre de pila del Papa Juan Pablo II) era arzobispo de Cracovia, envió una carta al famoso fraile capuchino, padre Pío de Pietrelcina, en San Giovanni Rotondo, para pedirle que rezara por su gran amiga, la psiquiatra Wanda Poltawska, gravemente enferma de cáncer en la garganta.

Así lo recuerda en esta entrevista, realizada hace ya algunos años por Zenit, a la profesora Poltawska, catedrática de Medicina Pastoral en la Academia Pontificia de Cracovia, quien experimentó una inexplicable curación.

No está de más recordar, que Juan Pablo II visitó al padre Pío en su convento de San Giovanni Rotondo, sur de Italia, en 1947, cuando era un simple sacerdote polaco que estudiaba en Roma. Además, oró ante su tumba en 1974 cuando era arzobispo de Cracovia y, en 1987, ya como Papa. Algunos aseguran que al padre Pío profetizó que Karol Wojtyla sería obispo de Roma, es decir, Papa.

–¿Qué es lo que más le impresionó del Padre Pío?

Poltawska: Lo que me impresiona de la persona del padre Pío es ante todo su testimonio de vida interior, de vida unida a Dios. El padre Pío, con cada fibra de su ser, nos muestra que el verdadero nivel, la auténtica dimensión que tenemos que alcanzar es la vida espiritual: vivir en comunión de espíritu con el Señor Jesús para recibir su misma vida. En nuestro tiempo, muchos olvidan que la verdadera dimensión humana es la eterna, porque es Dios quien nos ha creado y Dios es eterno. El padre Pío, al igual que todo santo, testimonia al mundo que la vida no termina con la muerte, sino que, en realidad, después de la muerte inicia una vida más auténtica, pues está totalmente sumergida en Dios. El lenguaje de quien no cree en Dios se detiene en las pobres categorías psicológicas, sociológicas y corporales? El padre Pío nos habla de la verdadera dimensión del hombre, de la verdadera medida de la persona humana, porque nos habla de Dios: sí, Dios existe y el padre Pío lo testimonia.

–¿Podría contarnos, sin necesidad entrar en detalles, qué sintió después de haber recibido la gracia de la curación por intercesión de el padre Pío? Después del milagro, usted viajó a San Giovanni Rotondo a ver al fraile, ¿puede decirnos que probó al encontrarse con el padre Pío?

Poltawska: Ciertamente no es fácil decir lo que he vivido. Primero pensé que era una equivocación de diagnóstico de los médicos. Luego, al tomar conciencia de lo que me había sucedido, sobre todo después del encuentro con el padre Pío, me di cuenta de que era una intervención de la gracia de Dios que había obtenido gracias a las oraciones del padre Pío. Lo que me impresionó, cuando en mayo de 1967 viajé por primera vez a San Giovanni Rotondo, fue la mirada del padre Pío, sus ojos y sus palabras henchidas de fe, en particular durante la celebración de la santa misa. Yo no sabía nada de él, pero desde que le encontré no le he vuelto a olvidar. Ese día me encontraba en medio de la multitud. Asistía como todos a la misa. Después, el padre Pío, como de costumbre, aunque con mucha fatiga, pasaba en medio de la gente. Cuando se me acercó, sin decirme nada, me miró y me acarició paternalmente la cabeza. Las mujeres me preguntaron quién era yo. Les había impresionado el que el padre Pío se detuviera precisamente ante mí. Yo sólo les respondí: «soy de Polonia». Ese momento en que me miró sin decirme nada ha permanecido impreso para siempre en mi memoria. No es fácil para mí pensar que soy alguien que ha sido curada milagrosamente.

–¿Qué le impresionó del padre Pío?

Poltawska: Como ya he dicho, me impresionó su mirada y cómo celebraba la santa misa. La celebraba viviéndola; se veía que el padre Pío vivía un verdadero misterio y un verdadero sufrimiento. Nunca he visto algo similar en otra misa. Con un silencio tan henchido de temor de Dios y de devoción. Todos estaban silenciosos porque estaban muy impresionados por su manera de celebrar la misa. En aquella época el padre Pío sufría mucho, también físicamente. Casi no podía caminar: murió un año después.

–Usted conoce bien a Juan Pablo II, desde los tiempos de Cracovia. ¿En qué se parecen el padre Pío y el Papa?

Poltawska: En la profundidad de su fe. También el Santo Padre vive en esa dimensión espiritual, siempre en contacto con Dios. Está seguro de que Dios existe, que está aquí, que está presente y sabe todo y que lo domina todo. Esta profundidad de fe me ha impresionado muchísimo en ambos. Ellos viven una fe cierta, fuerte, por eso creen que todo es posible para Dios. Con la fe inquebrantable en el Señor Jesús se podemos lograrlo todo y ellos están convencidos de ello.

–¿Qué ha significado para Usted participar en la Plaza San Pedro en la canonización del padre Pío?

Poltawska: Pienso que esto es como un punto de llegada de un largo camino, el camino del reconocimiento de la santidad del padre Pío. El Santo Padre, antes todavía de ser Papa, estaba seguro de que el padre Pío era santo. Con esa disposición fue a ver al padre Pío y se confesó con él. La canonización es un cumplimiento, diría, natural, para el Santo Padre. Pone su sello sobre un itinerario iniciado hace tiempo, sopesado profundamente por la Congregación para las Causas de los Santos, estudiado bajo todos sus aspectos. El Papa ha dejado que cada uno cumpliera con su cometido, pero en su corazón, ciertamente, ha estado siempre seguro de que este hombre ha sido excepcionalmente amado por Cristo, con su vida llena de sufrimientos. Pienso que el Santo Padre ha rezado durante mucho tiempo por esta canonización. Él estaba seguro desde hace muchos años de que Padre Pío alcanzó una gran santidad. Yo también estaba segura.

22 de febrero de 2011

Cátedra de San Pedro.



Celebramos hoy la festividad de la Cátedra de San Pedro, una ocasión solemne que se remonta al siglo IV, con la que se rinde homenaje y al mismo tiempo se celebra el primado y la autoridad de San Pedro.

La palabra "cátedra" significa asiento o trono y es la raíz de la palabra catedral, la iglesia donde un obispo tiene el trono desde el que predica. Sinónimo de cátedra es también "sede" (asiento o sitial): la "sede" es el lugar desde donde un obispo gobierna su diócesis.

Antes de rezar el Ángelus en un día como este, el Papa Juan Pablo recordó que "la festividad litúrgica de la Cátedra de San Pedro subraya el singular ministerio que el Señor confió al jefe de los apóstoles, de confirmar y guiar a la Iglesia en la unidad de la fe. En esto consiste el 'ministerium petrinum' (el ministerio de Pedro), ese servicio peculiar que el obispo de Roma está llamado a rendir a todo el pueblo cristiano. Misión indispensable, que no se basa en prerrogativas humanas, sino en Cristo mismo como piedra angular de la comunidad eclesial". "Recemos -dijo- para que la Iglesia, en la variedad de culturas, lenguas y tradiciones, sea unánime en creer y profesar las verdades de fe y de moral transmitidas por los apóstoles".

Durante muchos años la silla fue utilizada por el papa y sus sucesores durante las ceremonias litúrgicas, hasta que fue incorporada al Altar de la Cátedra de Bernini en 1666. Tradiciones, leyendas y creencias afirmaron durante muchos años que la silla era doble y que algunas partes se remontaban a los primeros días de la era cristiana e incluso que la utilizó San Pedro en persona.

Todos los años en esta fecha, el altar monumental que acoge la Cátedra de San Pedro permanece iluminado todo el día con docenas de velas y se celebran numerosas misas desde la mañana hasta el atardecer, concluyendo con la misa del Capítulo de San Pedro.

19 de febrero de 2011

Señora...



...no me desampare tu amparo,
no me falte tu piedad,
no me olvide tu memoria.

Si Tú, Señora, me dejas;
¿quién me sostendrá?.

Si Tú me olvidas;
¿quién se acordará de mí?.

Si Tú, que eres Estrella de la mar
y guía de los errados, no me alumbras;
¿a dónde iré a parar?.

No me dejes tentar del enemigo,
y si me tentare, no me dejes caer,
y si cayere, ayúdame a levantar.

¿Quién te llamó, Señora, que no le oyeses?
¿Quién te pidió, que no le otorgases?.

(Fray Luis de Granada 1504-1588.)

14 de febrero de 2011

Enamorados...



Un 14 de febrero, un día como hoy, pero de 1943, hace ya 68 años, San Josemaría Escrivá, mientras celebraba la Santa Misa, "encontró la luz en su alma", como el llamaba, es decir, encontró la solución jurídica que buscaba para que hubiesen sacerdotes en el Opus Dei. Ello dió "comienzo" a la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz (Societas Sacerdotalis Sanctæ Crucis), aunque hasta el 25 de junio de 1944, no es reconocida jurídicamente como tal.
Y en palabras del propio San Josemaría: "Tras recibir aquella luz en mi alma, que me hizo ver la solución deseada, al acabar de celebrar la Santa Misa, dibujé el sello de la Obra, la Cruz de Cristo abrazando el mundo, metida en sus entrañas, y entonces pude hablar de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz".
"Porque ahora todo es muy fácil, pero entonces las soluciones jurídicas no estaban claras. Pero Dios Nuestro Señor, en su bondad infinita, quiso darme la solución dentro de nuestro Opus Dei, sin necesidad de crear otra nueva familia espiritual: nunca cesaré de dar gracias por esta providencia". (De una tertulia con San Josemaría en 1972).
Después de la erección de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, en diciembre de 1943, los primeros sacerdotes del Opus Dei (después de san Josemaría) fueron ordenados en junio de 1944. Estos tres primeros fueron: Don Álvaro del Portillo, obispo y primer sucesor de San Josemaría, Don José Luís Múzquiz y Don José María Hernández de Garnica.
La Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz es una asociación de clérigos, intrínsecamente unida a la Prelatura, a la que actualmente pertenecen más de 4.000 sacerdotes. El Prelado del Opus Dei, Don Javier Echevarría, es el presidente de la Sociedad Sacerdotal.
Los clérigos diocesanos que se adscriben a la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz buscan recibir ayuda espiritual para alcanzar la santidad en el ejercicio de su ministerio, según el espíritu del Opus Dei. Su adscripción a la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz no conlleva la incorporación al presbiterio de la prelatura: cada uno sigue incardinado en su propia diócesis y depende sólo de su obispo, y sólo a él da cuenta de su labor pastoral.
La autoridad de la Iglesia, en diferentes documentos, por ejemplo en varios textos del Concilio Vaticano II y en el Código de Derecho Canónico, ha recomendado este tipo de asociaciones sacerdotales.
Las actividades espirituales y formativas de los socios de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz no interfieren con el ministerio confiado por su obispo.
Y mientra nuestra sociedad celebra un día al año, el "día de los enamorados" con ramos de rosas, cenas románticas y corazones de terciopelo rojo con las palabras "te quiero", nosotros, los sacerdotes, lo celebramos cada día, renovando nuestro amor en el altar hacia Aquel que nos enamoró, se fijó en nosotros, nos llamó y nos dijo "te quiero", solo por eso, sencillamente por eso, porque hemos conocido el Amor, estamos siempre enamorados....y es que, como dice San Josemaría en este video, "el que tiene miedo, no sabe querer...".

11 de febrero de 2011

Que soy era Immaculada Councepciou.


Celebramos como cada 11 de febrero a Ntra. Sra. de Lourdes y la Jornada Mundial del Enfermo, por ser Lourdes, el lugar mariano a donde acuden cada año, millones de enfermos y peregrinos buscando alivio y consuelo a sus padecimientos tanto físicos como espirituales. Y como sabemos, el 11 de febrero de 1858, la Virgen María se apareció a una joven campesina llamada Bernardette Soubirous, en la Gruta de Massabielle, en la localidad de Lourdes (Sur de Francia). Y es que según el testimonio de la jovencita Bernardette, en la abertura de la roca de Massabielle se alza ante su vista una joven, inmóvil y silenciosa; "tan bella que cuando se la ha visto una vez, se querría morir para volverla a ver". Después de la primera aparición, la Virgen se vuelve a aparecer unas diecisiete veces más. Cuatro años antes, el 8 de diciembre de 1854, el Papa Pio IX, había definido el Dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.

"Cierto día fui a la orilla del río Gave a recoger leña con otras dos niñas. Enseguida oí como un ruido. Miré a la pradera, pero los árboles no se movían. Alcé entonces la vista hacia la gruta y vi a una mujer vestida de blanco, con un cinturón azul celeste y sobre cada uno de sus pies una rosa amarilla, del mismo color que las cuentas de su rosario. Creyendo engañarme, me restregué los ojos; pero alzándolos, vi de nuevo a la joven, que me sonreía y me hacía señas de que me acercase. (..) ". "Entonces se me ocurrió rezar y metí la mano en el bolsillo para buscar el rosario. Me arrodillé. Vi que la joven se santiguaba... Mientras yo rezaba, ella iba pasando las cuentas del Rosario (..) Terminado el rosario, me sonrió otra vez, se elevó un poco y desapareció. (..). Aquella Señora no me habló hasta la tercera vez..." " Y al preguntarle quien era, me dijo: Que soy era Immaculada Councepciou -Yo soy la Inmaculada Concepción-" (Relato de Santa Bernardette Soubirous sobre las apariciones de la Virgen).



Oración del enfermo por Juan Pablo II:

Señor, Tu conoces mi vida y sabes mi dolor,
haz visto mis ojos llorar,
mi rostro entristecerse,
mi cuerpo lleno de dolencias
y mi alma traspasada por la angustia.


Lo mismo que te pasó a ti
cuando, camino de la cruz,
todos te abandonaron
hazme comprender tus sufrimientos
y con ellos el Amor que Tu nos tienes.
Y que yo también aprenda,
que uniendo mis dolores a Tus dolores
tienen un valor redentor por mis hermanos.


Ayúdame a sufrir con Amor,
hasta con alegría.
Sí no es ¨posible que pase de mi este cáliz¨.
Te pido por todos los que sufren:
por los enfermos como yo,
por los pobres, los abandonados, los desvalidos,
los que no tienen cariño ni comprensión
y se sienten solos.

Señor: Sé que también el dolor
lo permites Tu para mayor bien de los que te amamos.
Haz que estas dolencias que me aquejan,
me purifiquen, me hagan más humano,
me transformen y me acerque más a Ti. Amén.

9 de febrero de 2011

Sólo por hoy...



- Sólo por hoy, trataré de vivir exclusivamente el día, sin querer resolver el problema de mi vida todo de una vez.

- Sólo por hoy, tendré el máximo cuidado de mi aspecto, cortés en mis maneras, no criticaré a nadie y no pretenderé mejorar o disciplinar a nadie, sino a mí mismo.

- Sólo por hoy, seré feliz en la certeza de que he sido creado para la felicidad, no solo en el otro mundo, sino en este también.

- Sólo por hoy, me adaptaré a las circunstancias, sin pretender que las circunstancias se adapten todas a mis deseos.

- Sólo por hoy, dedicaré diez minutos de mi tiempo a una buena lectura, recordando que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así la buena lectura es necesaria para la vida del alma.

- Sólo por hoy, haré una buena acción y no lo diré a nadie

- Sólo por hoy, haré por lo menos una cosa que no deseo hacer, y si me sintiera ofendido en mis sentimientos, procuraré que nadie se entere.

- Sólo por hoy, me haré un programa detallado. Quizá no lo cumpliré cabalmente, pero lo redactaré. Y me guardaré de dos calamidades: la prisa y la indecisión.

- Sólo por hoy, creeré firmemente (aunque las circunstancias demuestren lo contrario) que la buena providencia de Dios se ocupa de mí como si nadie existiera en el mundo.

- Sólo por hoy, no tendré temores. De manera particular no tendré miedo de gozar de lo que es bello y de creer en la bondad.


(Decálogo de la serenidad, del Papa Juan XXIII).

7 de febrero de 2011

Enséñanos, ayúdanos...


"Enséñanos a nosotros, te pedimos,
la humildad del corazón
para formar parte
de los pequeños del Evangelio,
a quienes el Padre
les ha prometido revelar
los misterios de su Reino.

Ayúdanos a rezar
sin cansarnos nunca,
seguros de que Dios conoce
lo que necesitamos,
antes de que se lo pidamos.

Danos una mirada de fe
capaz de reconocer con prontitud
en los pobres y en los que sufren
el rostro mismo de Jesús.

Apóyanos en la hora
del combate y de la prueba y, si caemos,
haz que experimentemos
la alegría del sacramento del perdón.

Transmítenos tu tierna devoción a María,
Madre de Jesús y nuestra.

Acompáñanos en la peregrinación terrena
hacia la patria bienaventurada,
donde esperamos llegar también nosotros
para contemplar para siempre
la Gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo".

(Oración pronunciada por Juan Pablo II en la Misa de canonización del Padre Pío, el 16 de Junio de 2002).

5 de febrero de 2011

Quiero conocerlo en su bondad...


Hace unos días, un amigo sacerdote me envió esta breve reflexión que escuché hace mucho tiempo y que hoy comparto con todos vosotros. Tal vez nos ayude a descubrir que en muchas ocasiones con nuestra forma de comportarnos seremos la única Biblia que la gente pueda leer.

"Un capellán se aproximó a un soldado herido en medio del campo de batalla y le preguntó:

+ ¿Quieres que te lea la Biblia?

- Primero dame agua, que tengo sed. Respondió el soldado malherido.

El capellán le dio el último trago de su cantimplora, aunque sabía que no había más agua en kilómetros a la redonda.

+ ¿Ahora?, preguntó de nuevo.

- Primero dame de comer, le suplicó el soldado.

El capellán le dio el último mendrugo de pan que atesoraba en su mochila.

- Tengo frío, fue el siguiente clamor.

Y el hombre de Dios se despojó de su abrigo de campaña pese al frío que lo calaba y cubrió al lesionado.

- Ahora sí, le dijo el soldado al capellan. Háblame de ese Dios que te hizo darme tu última gota de agua, tu último mendrugo de pan, y tu único abrigo. Quiero conocerlo en su bondad".

2 de febrero de 2011

Luz para alumbrar a las naciones...


El día 2 de febrero de cada año, celebramos con toda la Iglesia la fiesta de la Presentación del Niño Jesús en el templo de Jerusalem.

En tiempos de Jesús, la Ley prescribía en el Levítico que toda mujer debía presentarse en el templo para purificarse a los cuarenta días que hubiese dado a luz. Si el hijo nacido era varón, debía ser circuncidado a los ocho días y la madre debería permanecer en su casa durante treinta y tres días más, purificándose a través del recogimiento y la oración.

Cuando se cumpliera la fecha, acudía en compañía de su esposo a las puertas del Templo para llevar una ofrenda: un cordero si eran ricos y una paloma o tórtola si eran pobres. Con respecto al niño, todo primogénito debía ser consagrado al Señor, en recuerdo de los primogénitos de Egipto que había salvado Dios. Lo mismo pasaba con los animales primogénitos.

José y María, cumpliendo con la Ley, llevaron a Jesús al templo de Jerusalén. Y como eran pobres, ofrecieron dos palomas. Al entrar en el recinto sagrado, el anciano Simeón, movido por el Espíritu Santo, tomó al Niño Jesús en brazos y lo bendijo diciendo: "Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel", dando a entender que ese Niño sería la luz que iluminaría a los gentiles. Después, volviéndose a María dijo: "y a tí una espada te traspasará el alma" profetizando los sufrimientos que tendría que afrontar.

También ese día, se recuerdan las palabras de Simeón, llevando candelas (velas encendidas) a bendecir, las cuales simbolizan a Jesús como Luz de todos los hombres. De aquí viene el nombre de la “Fiesta de las candelas” o el “Día de la Candelaria”.

Esta fiesta de la Presentación del Niño Jesús en el Templo o de la Candelaria, es una fiesta que podemos aprovechar para reflexionar acerca de la obediencia y fidelidad de María y para agradecer a Jesús que haya venido a iluminar nuestros corazones en el camino hacia la salvación eterna.