28 de septiembre de 2008

En el servicio está la alegría



Recordábamos ayer la figura de San Vicente de Paúl. Sacerdote francés, del siglo XVI, fundador de la Congregación de la Misión, destinada a la formación del clero y al servicio de los pobres, y de la Congregación de las Hijas de la Caridad, junto a Santa Luisa de Marillac. Este gran hombre, se caracterizó por ser feliz, pero no a su manera, sino a la manera de Aquel que lo llamó más tarde a alcanzar la felicidad plena, el Señor. Los cristianos, desgraciadamente vivimos muchas veces sumergidos en el ritmo del mundo que no nos damos cuenta, que en el servicio auténtico, estamos agradando a Dios y caminamos hacia la felicidad eterna. Y digo en el servicio auténtico, porque servicio no es el ritmo de vida que llevamos muchas veces tan ocupados en poca cosa, aunque tengamos mil cosas, es decir, más pendientes de nosotros y de nuestro tiempo, que del Señor y de los necesitados. Y al final de la jornada nos quedamos tan tranquilos pensando que hemos hecho lo que teniamos que hacer. Miremos a los santos, ellos son modelos para nuestra vida, así la Iglesia los ha reconocido y así nosotros los veneramos. San Vicente de Paúl gastó su vida en el servicio sincero y auténtico a Dios y a los demás, ¿y nosotros?. Tu y yo tan ocupados con tantos proyectos, ¿realmente estamos sirviendo como el Señor quiere?, ¿somos felices al gusto de Dios o al nuestro?. Y termino, con estos ya conocidos versos de Tagore dedicados a dos nuevos diáconos de mi diócesis, ministros de la Iglesia, que desde ayer desempeñan el ministerio de la palabra y del servicio a los más necesitados. Para ustedes Aday y Fernando. ¡Felicidades!. Y sean eternamente felices al gusto de Dios.
"Dormía y soñaba que la vida no era sino alegría.
Me desperté y ví que la vida no era servicio.
Serví, y comprendí que en el servicio estaba la alegría".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muchas gracias Norberto por dedicarnos estos versos de Tagore. Descubrir la alegría en el servicio es un don de lo alto. Pide a Dios que no descuidemos este don que nos ha sido dado. "Servid al Señor con alegría".