29 de octubre de 2008

Si crees que Dios te ama...


Hace unos años, cuando fui ordenado de diácono, una religiosa, hermanita de los Ancianos Desamparados, me regaló una estampa hecha por ella misma, con mi nombre y una oración. La oración la voy a compartir con todos vosotros, esperando que os ayude a estar cada día más cerca de ese Padre bueno, que vela por cada uno de nosotros y nos ama con locura.

“Si crees que Dios te ama, si te dejas amar por Él, en ninguna parte has de sentirte extranjero, porque Él estará en todas las regiones, en lo más dulce de todos los paisajes, en el límite indeciso de todos los horizontes”.
“Si crees que Dios te ama, si te dejas amar por Él, en ninguna parte estarás triste, porque, a pesar de la diaria tragedia, El llena de Júbilo el Universo”.
“Si crees que Dios te ama, si te dejas amar por Él, no tendrás miedo de nada ni de nadie, porque nada puedes perder y todas las fuerzas del Cosmos serían impotentes para quitarte tu heredad”.
“Si crees que Dios te ama, si te dejas amar por Él, ya tienes alta ocupación para todos los instantes, porque no habrá acto que no ejecutes en su nombre, ni el más humilde ni el más elevado”.
“Si crees que Dios te ama, si te dejas amar por Él, ya no querrás investigar los enigmas, porque le llevas a Él, que es la clave y resolución de todos”.
“Si crees que Dios te ama, si te dejas amar por Él, ya no podrás establecer con angustia una diferencia entre la vida y la muerte, porque en Él estás, y Él permanece incólume a través de todos los cambios”.

28 de octubre de 2008

Con el corazón de Dios


El pasado domingo, en el Evangelio que proclamábamos en la Eucaristía, Jesús nos decía cual era el mandamiento principal y primero de todos: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser”, y el segundo, nos decía que era semejante a este; “Amarás a tu prójimo, como a ti mismo”.
El Señor nos colocaba de lleno en aquello que es fundamental, central y vital en su seguimiento, aquello que debe identificar y caracterizar a los cristianos, el Amor.
Él sintetiza toda la Escritura en el mandamiento del amor a Dios y el amor al prójimo, dos actitudes que engloban todo el hecho de fe, donde el amor a Dios se expresa en el amor al prójimo y el amor al prójimo es manifestación del hecho de creer y amar a Dios.
Al revelarnos este mandamiento principal, nos está proponiendo, entrar en el corazón de Dios, actuar como Él lo hace, vivir con sus mismas motivaciones y en ese proceso de identificación es cuando nos pide que esa experiencia de amar a los demás parta del hecho de amar al Señor como Él quiere y espera de nosotros, es decir, amarlo totalmente, siendo Él para nosotros, razón y fundamento de toda nuestra vida.
El mandamiento del amor, es un itinerario de vida, un camino de plenitud. El hecho de leer y meditar este pasaje, nos debe de cuestionar y a su vez nos debe ayudar a mirarnos a través de la óptica del amor, para ver hasta qué punto estamos viviendo lo que Él nos pide…
Que el Señor, nos llene siempre de su Espíritu Santo, abra nuestro entendimiento y nos haga tomar conciencia que nuestra fe en Él lo debemos expresar en actitudes concretas, amando a Dios sobre todas las cosas, como lo hizo Él, y amando al que tenemos al lado, amándolo como a uno mismo, hasta dar la vida, como la dio el Señor. Que el Señor Jesús nos de la gracia de que nuestra fe en Él, se note en nuestra manera de ser y de actuar con los demás.

15 de octubre de 2008

Humilitas



El Papa Benedicto XVI propuso a Juan Pablo I como "modelo de humildad" el pasado domingo, en el 30º aniversario de su muerte. El Santo Padre, afirmó que la humildad "puede considerarse su testamento espiritual". Recordó que el Papa Luciani eligió precisamente "Humilitas" como lema de su pontificado, "una sola palabra que sintetiza lo esencial de la vida cristiana e indica la virtud indispensable de quien, en la Iglesia, está llamado al servicio de la autoridad". "Gracias precisamente a esta virtud, bastaron 33 días para que el Papa Luciani entrase en el corazón de la gente", añadió. El Papa recordó que su predecesor, en una de las cuatro audiencias generales que llegó a conceder, se refirió a la virtud de la humildad, virtud que recomendaba "con ese tono familiar que le caracterizaba". "En sus discursos usaba ejemplos sacados de la vida concreta, de sus recuerdos de familia y de la sabiduría popular. Su simplicidad es vehículo de una enseñanza sólida y rica que, gracias al don de una memoria excepcional y de una vasta cultura, enriquecía con numerosas citas de escritores eclesiásticos y profanos", añadió.
Albino Luciani fue el primer pontífice nacido en el siglo XX. Nació en una pequeña localidad italiana llamada Canale d´Agordo, Belluno (en esa época conocida como Forno di Canale) en la familia de Giovanni Luciani y Bortola Tancon, siendo el mayor de cuatro hermanos. A los 10 años, y despues de haber vivido en la pobreza durante la Primera Guerra Mundial, su madre murió y su padre contrajo nuevas nupcias con una mujer de gran devoción; fue entonces cuando nació su vocación sacerdotal, según él declaró, gracias a la predicación de un fraile capuchino.
En 1923, ingresó en el seminario menor de la localidad de Feltre, aunque luego pasó al seminario mayor de Belluno, donde fue ordenado en 1935.
Tras su ordenación se trasladó a Roma, donde cursó sus estudios teológicos en la universidad Gregoriana. Al terminar los estudios regresó a su localidad natal; allí comenzó su labor pastoral como párroco de Forno di Canale y de Agordo, lo que compatibilizó con una función docente en el Instituto Tecnológico Minero.
Antes de convertirse en el "Papa de la sonrisa" (como sería conocido), ocupó importantes cargos y distinciones: Vicerrector del seminario de Belluno, fue nombrado doctor en teología por la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma en 1947 y Vicario General de Belluno (diócesis a cargo de la cual estuvo 11 años) en 1954; En 1958, Juan XXIII lo consagra como obispo de Vittorio Veneto y el 15 de diciembre de 1969 fue nombrado Patriarca de Venecia, penúltimo paso antes de su elección como Sumo Pontífice al que intermediaría su consagración como cardenal el 5 de marzo de 1973.
Fue elegido como el 263º Papa de la Iglesia Católica, el 26 de agosto de 1978. Fue el primer Papa con dos nombres, gesto con el que pretendía honrar a sus dos predecesores: Juan XXIII y Pablo VI.
Su elección se produjo en la tercera votación de un cónclave inusualmente breve, el más corto del siglo XX. Juan Pablo I eligió como lema de su papado la expresión latina Humilitas (humildad), lo que se reflejó en su rechazo a la coronación y a la Tiara papal en la ceremonia de entronización.
Como Papa, Juan Pablo I estableció un ambiente de optimismo y reformas, que nunca llegaría a avanzar más allá de las propuestas. Murió 33 días después de haber sido elegido Papa, el 28 de septiembre de 1978, siendo el cuarto pontificado más breve de la historia.

Teresa de Jesús



Pensamientos de la Santa de Ávila


"Para mí la oración es un impulso del corazón,
una sencilla mirada al cielo,
un grito de agradecimiento y de amor
en las penas como en las alegrías."


"Tu deseo sea de ver a Dios; tu temor, si le has de perder;
tu dolor, que no le gozas, y tu gozo, de lo que te puede llevar allá,
y vivirás con gran paz."


"Dios no ha de forzar nuestra voluntad; toma lo que le damos;
mas no se da a sí del todo hasta que nos damos del todo".


"Parezcámonos en algo a nuestro Rey, que no tuvo casa,
sino en el portal de Belén donde nació y la cruz donde murió".


"No hay que tener alas para ir a buscar a Dios,
sino ponerse en soledad y mirarle dentro de sí".


"El amor de Dios no ha de ser fabricado en nuestra imaginación,
sino probado por obras".


""La perfección verdadera es el amor de Dios y del prójimo".


"Quien no ama al prójimo no os ama, Señor mío".


"La mejor manera de descubrir si tenemos el amor de Dios
es ver si amamos a nuestro prójimo".

13 de octubre de 2008

La Venerable Sor Catalina de San Mateo



Sor Catalina de San Mateo de la Concepción, monja clarisa, nació en Santa María de Guía (Gran Canaria), el día 30 de abril de 1646. Fue bautizada con el nombre de Catalina por haber nacido el día de Santa Catalina de Siena. Hija de María Ugarte y Andrés García de Balboa, tuvo otras dos hermanas ambas también religiosas, una de ellas, monja Bernarda y la otra monja Clarisa, como ella. Admitida para religiosa lega sin dote, por el Padre Provincial y la Abadesa del Convento de San Bernardino de Siena, Sor Catalina ingresó en el Convento el 31 de enero de 1676, tomando el hábito el día 2 de febrero. Desde esta fecha se llamó Sor Catalina de San Mateo de la Concepción. Hizo la profesión perpetua, al año siguiente, el día 3 de febrero. Falleció en olor de santidad, en su convento de Las Palmas de Gran Canaria, el 26 de mayo de 1695. Su fama de santidad, produjo una conmoción en toda la isla, concurriendo una inmensa muchedumbre a su entierro, que la aclamaban como Santa. Para satisfacer la devoción de los fieles, fue preciso tenerla cinco días sin enterrar "durante los cuales derramaba óleo por los pies, lleno de celestial fragancia", según las crónicas de la época. Después de su muerte, dieron lugar multitud de milagros, por lo que en el mes de mayo de 1696, el Padre Provincial de los Franciscanos, Fr. Andrés de Abreu, solicitó al Cabildo Catedral, la "apertura de diligencias concernientes al examen y pruebas de las excelentes virtudes, vida y milagros de esta Sierva de Dios", por tal motivo, se abre un expediente de canonización, siendo obispo de Canarias, Don Bernardo de Vicuña y Zuazo, y Sumo Pontífice, Inocencio XII. Fue tal la fama de santidad de Sor Catalina de San Mateo que llegó hasta la Cámara Real y vecinos de los altos de Guia, Moya y otros rincones de las medianias de Gran Canaria, la escogieron como intercesora ante Dios, llegando a ofrecerse misas pidiéndole fertilidad en los cultivos, salud para las familias y otros favores y beneficios. Actualmente, se ha reiniciado el proceso de canonización de Sor Catalina, después de más de 300 años de haberse iniciado el mismo. Esperemos verla algún día no muy lejano, en la gloria de los altares.
Sor Catalina de San Mateo, ruega por nosotros.

12 de octubre de 2008

A la Virgen del Pilar


Hace algún tiempo, escuché unos versos dedicados a la Virgen del Pilar. Hoy, en su festividad y desde este blog, se los quiero dedicar. Felicidades a todos los hispanos que celebran esta fiesta de la Madre de Dios en su secular advocación del Pilar.



Es María la Blanca Paloma,

que al venir a España la vieron volar.


Y en el centro de una hermosa nube,

vino a Zaragoza en carne mortal.


Y Santiago que ya lo sabía,

a orillas del Ebro la vino a encontrar.


Y los hijos de España la llaman,

la llamamos Madre, Madre del Pilar.

4 de octubre de 2008

Florecilla blanca




El pasado día 1 de octubre, recordábamos a Teresa de Lisieux, más conocida como Santa Teresa del Niño Jesús.
Teresa, nació en la ciudad francesa de Alençon, el 2 de enero de 1873, sus padres ejemplares eran Luis Martin y Acelia María Guerin, ambos venerables. Murió en 1897, y en 1925 el Papa Pío XI la canonizó, y la proclamaría después patrona universal de las misiones. La llamó «la estrella de mi pontificado», y definió como «un huracán de gloria» el movimiento universal de afecto y devoción que acompañó a esta joven carmelita. Proclamada "Doctora de la Iglesia" por el Papa Juan Pablo II el 19 de Octubre de 1997 (Día de las misiones).
«Siempre he deseado, afirmó en su autobiografía Teresa de Lisieux, ser una santa, pero, por desgracia, siempre he constatado, cuando me he parangonado a los santos, que entre ellos y yo hay la misma diferencia que hay entre una montaña, cuya cima se pierde en el cielo, y el grano de arena pisoteado por los pies de los que pasan. En vez de desanimarme, me he dicho: el buen Dios no puede inspirar deseos irrealizables, por eso puedo, a pesar de mi pequeñez, aspirar a la santidad; llegar a ser más grande me es imposible, he de soportarme tal y como soy, con todas mis imperfecciones; sin embargo, quiero buscar el medio de ir al Cielo por un camino bien derecho, muy breve, un pequeño camino completamente nuevo. Quisiera yo también encontrar un ascensor para elevarme hasta Jesús, porque soy demasiado pequeña para subir la dura escalera de la perfección».
Teresa era la última de cinco hermanas - había tenido dos hermanos más, pero ambos habían fallecido - Tuvo una infancia muy feliz. Sentía gran admiración por sus padres: «No podría explicar lo mucho que amaba a papá, decía Teresa, todo en él me suscitaba admiración».
Cuando sólo tenía cinco años, su madre murió, y se truncó bruscamente su felicidad de la infancia. Desde entonces, pesaría sobre ella una continua sombra de tristeza, a pesar de que la vida familiar siguió transcurriendo con mucho amor. Es educada por sus hermanas, especialmente por la segunda; y por su gran padre, quien supo inculcar una ternura materna y paterna a la vez.
Padres de Sta. Teresita
Con él aprendió a amar la naturaleza, a rezar y a amar y socorrer a los pobres. Cuando tenía nueve años, su hermana, que era para ella «su segunda mamá», entró como carmelita en el monasterio de la ciudad. Nuevamente Teresa sufrió mucho, pero, en su sufrimiento, adquirió la certeza de que ella también estaba llamada al Carmelo.
Durante su infancia siempre destacó por su gran capacidad para ser «especialmente» consecuente entre las cosas que creía o afirmaba y las decisiones que tomaba en la vida, en cualquier campo. Por ejemplo, si su padre desde lo alto de una escalera le decía: «Apártate, porque si me caigo te aplasto», ella se arrimaba a la escalera porque así, «si mi papá muere no tendré el dolor de verlo morir, sino que moriré con él»; o cuando se preparaba para la confesión, se preguntaba si «debía decir al sacerdote que lo amaba con todo el corazón, puesto que iba a hablar con el Señor, en la persona de él».
Cuando sólo tenía quince años, estaba convencida de su vocación: quería ir al Carmelo. Pero al ser menor de edad no se lo permitían. Entonces decidió peregrinar a Roma y pedírselo allí al Papa. Le rogó que le diera permiso para entrar en el Carmelo; el le dijo: «Entraréis, si Dios lo quiere. Tenía, dice Teresa, una expresión tan penetrante y convincente que se me grabó en el corazón».
En el Carmelo vivió dos misterios: la infancia de Jesús y su pasión. Por ello, solicitó llamarse sor Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz. Se ofreció a Dios como su instrumento. Trataba de renunciar a imaginar y pretender que la vida cristiana consistiera en una serie de grandes empresas, y de recorrer de buena gana y con buen ánimo «el camino del niño que se duerme sin miedo en los brazos de su padre».
A los 23 años enfermó de tuberculosis; murió un año más tarde en brazos de sus hermanas del Carmelo. En los últimos tiempos, mantuvo correspondencia con dos padres misioneros, uno de ellos enviado a Canadá, y el otro a China, y les acompañó constantemente con sus oraciones. Por eso, Pío XII quiso asociarla, en 1927, a san Francisco Javier como patrona de las misiones.


"Oh Dios, que has preparado tu Reino para los humildes y sencillos, concédenos la gracia de seguir confiadamente el camino de Santa Teresa del Niño Jesús para que nos sea revelada por su intercesión tu gloria eterna. Amén".




Padrenuestro de San Francisco de Asís


Oh santísimo Padre nuestro: creador, redentor, consolador y salvador nuestro.
Que estás en el cielo: en los ángeles y en los santos; iluminándolos para el conocimiento, porque tú, Señor, eres luz; inflamándolos para el amor, porque tú, Señor, eres amor; habitando en ellos y colmándolos para la bienaventuranza, porque tú, Señor, eres sumo bien, eterno bien, del cual viene todo bien, sin el cual no hay ningún bien.
Santificado sea tu nombre: clarificada sea en nosotros tu noticia, para que conozcamos cuál es la anchura de tus beneficios, la largura de tus promesas, la sublimidad de la majestad y la profundidad de los juicios.
Venga a nosotros tu reino: para que tú reines en nosotros por la gracia y nos hagas llegar a tu reino, donde la visión de ti es manifiesta, la dilección de ti perfecta, la compañía de ti bienaventurada, la fruición de ti sempiterna.
Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo: para que te amemos con todo el corazón, pensando siempre en ti; con toda el alma, deseándote siempre a ti; con toda la mente, dirigiendo todas nuestras intenciones a ti, buscando en todo tu honor; y con todas nuestras fuerzas, gastando todas nuestras fuerzas y los sentidos del alma y del cuerpo en servicio de tu amor y no en otra cosa; y para que amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos, atrayéndolos a todos a tu amor según nuestras fuerzas, alegrándonos del bien de los otros como del nuestro y compadeciéndolos en sus males y no dando a nadie ocasión alguna de tropiezo.
Danos hoy nuestro pan de cada día: tu amado Hijo, nuestro Señor Jesucristo: para memoria e inteligencia y reverencia del amor que tuvo por nosotros, y de lo que por nosotros dijo, hizo y padeció.
Perdona nuestras ofensas: por tu misericordia inefable, por la virtud de la pasión de tu amado Hijo y por los méritos e intercesión de la beatísima Virgen y de todos tus elegidos.
Como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden: y lo que no perdonamos plenamente, haz tú, Señor, que lo perdonemos plenamente, para que, por ti, amemos verdaderamente a los enemigos, y ante ti por ellos devotamente intercedamos, no devolviendo a nadie mal por mal , y nos apliquemos a ser provechosos para todos en ti.
No nos dejes caer en la tentación: oculta o manifiesta, súbita o importuna.
Y líbranos del mal: pasado, presente y futuro.


San Francisco de Asís, ruega por nosotros.