31 de mayo de 2013

La Visitación de nuestra Señora...



"En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor! 

Y dijo María: 

Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia - como había anunciado a nuestros padres - en favor de Abraham y de su linaje por los siglos. 

María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa". (Lucas 1, 39-56).


24 de mayo de 2013

19 de mayo de 2013

EN EL DÍA DE PENTECOSTÉS.



HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO.


Queridos hermanos y hermanas.

En este día contemplamos y revivimos en la liturgia la efusión del Espíritu Santo que Cristo resucitado derramo sobre la iglesia. Un acontecimiento de gracias que ha desbordado el cenáculo de Jerusalén para difundirse por todo el mundo.

Pero ¿que sucedió en aquel día tan lejano a nosotros y sin embargo tan cercano que llega tan dentro de nuestro corazón?.

San Lucas nos da la respuestas en el texto de los Hechos de los Apóstoles que hemos escuchado. El evangelista nos lleva hasta Jerusalén, al piso superior de la casa donde están reunidos los apóstoles. El primer acontecimiento que nos llama la atención es el estruendo que de repente vino del cielo como de un viento que sopla fuertemente y lleno la casa. Después las lenguas como llamaradas que se dividían y se posaban encima de cada uno de los apóstoles. Estruendo y lenguas de fuego, signos claros y concretos que tocan a los apóstoles, no solo exteriormente sino también en su interior, en su mente y en su corazón.

La consecuencia es que todos quedaron llenos del Espíritu Santo que desencadenó su fuerza irresistible con resultados sorprendentes. Empezaron ha hablar en otras lenguas, según el Espíritu les permitía manifestarse. Asistimos entonces a una situación totalmente sorprendente, una multitud se congrega y queda admirada porque cada uno escucha hablar a los apóstoles en su propia lengua. Esta es una experiencia nueva que nunca había sucedido, los oyeron hablar en su lengua nativa, hablando de las grandes obras de Dios. A la luz de este texto de los Hechos de los Apóstoles deseo reflexionar sobre tres palabras relacionadas con la acción del Espíritu. Novedad, armonía, misión.

1. La novedad nos da siempre un poco de miedo porque estamos siempre más seguro si tenemos todo bajo control, si somos nosotros los que planificamos, construimos, programamos nuestra vida según nuestros esquemas, nuestras seguridades, nuestros gustos. Esto nos sucede también con Dios, lo seguimos, lo recibimos, pero hasta un cierto punto. Nos resulta difícil abandonarnos a Él con total confianza, dejando que sea el Espíritu santo el que nos anime, guíe nuestra vida, en todas las decisiones. Tenemos miedo de que Dios nos lleve por caminos nuevos, que nos saque de nuestros horizontes, con frecuencia, limitados, cerrados, egoístas, para abrirnos a los suyos.

Pero en toda la historia de la Salvación, cuando Dios se revela trae novedad, transforma y pide que confiemos totalmente en Él. A Noé del que todos se reían construye una barca y se salva. Abraham abandona su tierra confiando únicamente en una promesa. Moisés se enfrenta al faraón y conduce al pueblo a la libertad. Los apóstoles de temerosos y encerrados en el cenáculo salen con alegría para anunciar el Evangelio. No es la novedad por la novedad, la búsqueda de lo nuevo para salir del aburrimiento, como sucede con frecuencia en nuestro tiempo. La novedad que Dios trae a nuestra vida es lo que realmente nos realiza, lo que nos da la verdadera alegría, la verdadera felicidad, porque Dios nos ama y siempre quiere nuestro bien.

Preguntemos, ¿estamos abiertos a la sorpresa de Dios, o nos encerramos en el miedo a la novedad del Espíritu Santo? ¿ estamos decididos a recorrer los caminos nuevos que la novedad de Dios nos presenta o nos atrincheramos en estructuras caducas que han perdido la capacidad de respuesta? Estas preguntas nos hará bien hacérnosla durante la jornada.

2. Una segunda idea el Espíritu Santo aparentemente crea desorden en la iglesia, porque produce diversidad de carismas, de dones… sin embargo, bajo su acción todo esto es una gran riqueza porque el espíritu Santo es el Espíritu de unidad que no significa uniformidad, sino reconducir todo a la armonía. En la iglesia la armonía la hace el Espíritu Santo, un padre de la iglesia tiene una expresión que me gusta mucho: “El Espíritu Santo es propiamente la armonía” Solamente Él puede suscitar la diversidad, la pluralidad, la multiplicidad y al mismo tiempo realizar la unidad.

También aquí, cuando somos nosotros los que pretendemos la diversidad y nos encerramos en nuestros particularismos, en nuestros exclusivismos, provocamos la división. Y cuando somos nosotros los que queremos construir la unidad con nuestros planes humanos terminamos con imponer la uniformidad y la homologación. Si por el contrario nos dejamos guiar por el Espíritu, la riqueza, la variedad, la diversidad, nunca provocaran conflicto, porque el nos invita a vivir la variedad en la comunión de la iglesia.

Caminar juntos en la iglesia, guiados por los pastores que tienen un especial carisma y ministerio signo de la acción del Espíritu Santo, la eclesialidad es una característica fundamental para cada cristiano, para cada comunidad, para todo movimiento. Es la iglesia la que me trae a Cristo y me lleva a Cristo, los caminos paralelos son muy peligrosos. “Cuando nos aventuramos a ir más allá”, dice el apóstol Juan, “de la doctrina y la comunidad eclesial y no permanecemos en ellas, no estamos unidos al Dios de Jesucristo”. Preguntémonos entonces: ¿estoy abierto a la armonía del Espíritu Santo evitando todo exclusivismo?¿me dejo guiar viviendo en la iglesia y con la iglesia”

3. El último punto. Los teólogos antiguos decían: “el alma es una especie de barca de vela y el Espíritu Santo es el viento que sopla la vela para hacerla avanzar.” La fuerza y el ímpetu del viento son los dones del Espíritu, sin su fuerza, sin su gracia no iríamos adelante. El Espíritu Santo nos introduce en el misterio del Dios vivo y nos salva del peligro de una iglesia autorreferencial, cerrada en su recinto. Nos impulsa a abrir las puertas para dar testimonio de la bondad del Evangelio, para comunicar el gozo del encuentro con Cristo. El Espíritu Santo es el alma de la misión, lo que sucedió en Jerusalén hace casi 2000 mil años no es un hecho lejano, lejano de nosotros, es un hecho que nos alcanza a cada uno de nosotros y hace experiencia viva en nosotros. El Pentecostés del cenáculo de Jerusalén es el inicio, un inicio que se prolonga. El Espíritu Santo es el don por excelencia de Cristo resucitado a sus apóstoles, pero Él quiere que llegue a todos. Como hemos escuchado en el Evangelio, el Espíritu Santo nos muestra el horizonte y nos impulsa a las periferias existenciales para anunciar la vida de Jesucristo. Preguntémonos si tenemos la tendencia a cerrarnos en nosotros mismos, en nuestros grupos, o si dejamos que el Espíritu Santo nos conduzca a la misión.

Recordemos hoy estas tres palabras: Novedad, armonía y misión. La liturgia de hoy es una gran oración que la iglesia con Jesús eleva al Padre, para que renueve la efusión del Espíritu Santo. Que cada uno de nosotros, cada grupo, movimiento, en la alegría de la iglesia, se dirija al Padre para pedirle este don. También junto con María, la iglesia invoca: “Ven Espíritu Santo, llena el corazón de tus fieles y enciende en ellos la llama de tu amor” Amen.


15 de mayo de 2013

13 de mayo de 2013

12 de mayo de 2013

Lo vieron levantarse...



En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios.

Una vez que comían juntos, les recomendó: «No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo.» Ellos lo rodearon preguntándole:

«Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?» Jesús contestó: «No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo.»

Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndolo irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:- «Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse.» (Hch 1, 1-11).

1 de mayo de 2013

Hasta la cima ...













La jornada de este día 1º de mayo comenzó bastante temprano. La mañana se presentaba algo fría, triste y lluviosa por estas tierras del norte, pero a  medida que despuntaba el día, comenzaban a salir tímidamente los primeros rayos de sol.

Al bajar y abrir las puertas del templo parroquial, un buen grupo de fieles, hacían su primera aparición, portando como no, variados y abundantes ramos de flores y ramas verdes. El resto, lo hacían poco a poco. Ya congregados en el templo y con la participación de bastantes niños y familias enteras, dimos comienzo con el saludo, la oración y el canto de salida: "Juntos como hermanos...", pues eso es lo que somos, hermanos, peregrinos, compañeros de viaje...

Y para que sepan los que no lo saben, con la llegada del primer día del mes de mayo, la tradición, recuperada de nuevo hace diez años, manda subir al Pico de La Atalaya, para los de Guía, o la Montaña Ajódar para los de Gáldar, (y así no se me enfadan ni unos ni otros, jeje), para enramar las catorce cruces del Vía Crucis, que comienza casi a mitad de la montaña y que llega hasta la misma cima. 

El camino desde el templo hasta la vereda que nos introduce en la subida a la montaña, transcurre con la incorporación de nuevos caminantes que poco a poco desde sus casas se unen a la comitiva, así como los temas de conversación se basan en los que este año no pudieron venir por varias circunstancias o en los que subían fielmente cada año, pero que los achaques de la enfermedad  y la edad, que no perdona, ya se lo han impedido. No obstante, ellos, unos y otros, estaban hoy con nosotros.

Desde la más joven con 7 añitos hasta la más veterana con 80, experimentaron el entusiasmo que supone  dicha subida, y yo, como nuevo párroco del lugar también, y Dios quiera, en sus manos lo dejo, que sean muchas más.

Poco antes de las doce del mediodía, llegamos a la cima, dejando atrás, las once cruces enramadas a medida que íbamos subiendo y rezando la estación correspondiente del Vía Crucis. Ya en la cima, los que habían subido en coche por problemas de salud, daban los últimos retoques florales a las tres cruces restantes que allí en la cima se encuentran, completando así, el número catorce de las estaciones. 

El rezo del Ángelus, en honor de nuestra Madre del Cielo, un pequeño refrigerio para reponer fuerzas y la foto correspondiente de los participantes, puso punto final a esta nueva subida hasta otro año.

Sin embargo, la bajada no dejó de ser también espectacular, ya no solo por las magníficas vistas del norte de la isla, de punta a punta, si bien por las historias, hazañas y recuerdos de niñez de los adultos del lugar mientras realizábamos la bajada; por esa pendiente de picón nos lanzábamos con un cartón, decía uno. Nos escapábamos de casa y veníamos aquí a jugar en la cuevas, por aquí entrábamos y por allí abajo salíamos, decía otra. No nos dejaban subir más arriba de casa de fulanito, y sin que lo supieran nuestros padres, nos recorríamos toda la montaña, comentaba otra. De arrastrarme por aquí abajo, rompí los pantalones y las espargatas comentaba otro. Y así, uno tras otro, travesuras de niño, ¿y quien no?. 

Sí amigos, hoy ha sido uno de esos días especiales, que como tantos otros, recordaré con gratitud. Y hoy, como antaño, hemos cumplido, hemos subido... 

Esperamos vernos el año que viene, con la misma fe, con la misma devoción y alegría, con la misma fraternidad. 

Ha sido un año más, pero ha sido un año distinto. Y yo, por vez primera, también he cumplido, he subido...

Gracias amigos, gracias familia, por compartir juntos, este hermoso día...


Ha llegado el mes de...