8 de noviembre de 2012

¡¡Hasta dar la vida!!





Hace un momento, navegando por este inabarcable mundo de Internet, me he tropezado con una foto un tanto familiar y una publicación que lleva por título el mismo que yo he copiado en este artículo; "Hasta dar la vida", de un joven sacerdote murciano.

Gracias hermano Alejandro, por acercarme, por acercarnos la vida de este enigmático rostro, desconocido entonces, ahora con nombre y apellidos, y un lugar en el Cielo, entre los mártires, y que a todos nos cautivó ciertamente, cuando tuvimos la oportunidad de poder ver en el cine, el genial documental del director José Manuel Cotelo; "La ultima Cima", que bien has comentado. El artículo no tiene desperdicio, y dice así:

"Navegando por los mares de internet me encontré de frente con una foto que me resultó muy familiar. Supongo que a los que hayan visto "La Última Cima" también se les parecerá. Ya en la película me impactó la serenidad y la paz que irradiaban los ojos de este sacerdote a punto de ser fusilado. No sabía nada de él ni de su causa, pero me ha parecido interesante presentaros a una persona valiente que no dudó en dar su vida por Cristo. Hoy, donde tanto nos pensamos muchas veces si hablar o no hablar en público y según delante de quién por miedo a ser tachados de retrógrados, fascistas, homófobos y hasta beatos… pues ¡ojalá hiciéramos méritos en vida para que ser realmente beatos y no sólo eso sino santos también! pues si éstos son los ojos de alguien que va a morir… me atrevo a decir que son los ojos de alguien que tenía la certeza y la serenidad de saber a dónde iba y quién le esperaba.

Beato Martín Martínez Pascual. Nació en Valdealgorfa, provincia de Teruel y diócesis de Zaragoza, el 11 de noviembre de 1910.

Su vocación surgió del contacto con un sacerdote ejemplar, D. Mariano Portolés, que suscitó muchas vocaciones en Valdealgorfa. Este sacerdote cultivaba con esmero los gérmenes de vocación y acompañaba a los seminaristas en vacaciones.

De niño entró en el Seminario de Belchite y luego continuó en el Seminario mayor de Zaragoza donde hizo todos los estudios, salvo el último curso 1934-35, que ya había ingresado en la Hermandad. Recibió la ordenación sacerdotal el 15 de junio de 1935. Fue destinado como formador al Colegio de San José de Murcia y como profesor del Seminario diocesano de San Fulgencio.

Terminado el curso, hizo los ejercicios espirituales en Tortosa del 26 de junio al 5 de julio de 1936. Luego marchó de vacaciones a su pueblo y allí le sorprendió la persecución.

El 26 de julio, avisado de que lo buscaban para matarlo, se escondió en casa de algunas familias amigas. Más tarde huyó a una finca a tres kilómetros del pueblo y se ocultó en una cueva.

El 18 de agosto por la mañana detuvieron a todos los sacerdotes que había en Valdealgorfa. Al no encontrar a Martín, encarcelaron a su padre. Inmediatamente, la familia envió recado a D. Martín para que escapara. Pero éste, en cuanto se enteró, echó a correr a toda prisa hacia el pueblo para presentarse al Comité. Un miliciano muy amigo le salió al paso, rogándole que huyera; pero Martín le dijo que no podía consentir que su padre padeciera por él y que quería correr la misma suerte que los demás sacerdotes. Ya ante el Comité, este miliciano todavía quiso salvar a Martín, diciendo que se trataba de un joven estudiante. Pero él confesó que era sacerdote y dio a su amigo un abrazo para que lo transmitiera a su familia. “Yo quiero morir mártir con mis compañeros”, decía.

Sólo estuvo unos minutos apresado. Inmediatamente lo llevaron a pie hasta la plaza del pueblo, donde lo subieron con otros cinco sacerdotes y nueve seglares a un camión camino del cementerio. Antes de llegar, en el camino, los mataron. Los colocaron de espaldas; pero Martín quiso morir de frente, como lo vemos en la foto. Antes de disparar, les preguntaron si deseaban alguna cosa. Martín respondió: “Yo no quiero sino daros mi bendición para que Dios no os tome en cuenta la locura que vais a cometer”. Y después de bendecirles añadió: “Y ahora que me dejéis gritar con todas mis fuerzas: ¡Viva Cristo Rey!”.(Por Alejandro Cases, Pbro).


1 comentario:

Anónimo dijo...

Que ejemplo de vida, que valor, el valor que Dios dá a aquellos que le son fieles.