5 de agosto de 2010

Servite Domino in laetitiae.


Ayer, cuatro compañeros sacerdotes y yo, celebrábamos el día del Santo Cura de Ars comiendo juntos. Durante la comida, todo el que entraba en el restaurante y los de las mesas de alrededor, miraban con asombro, a cinco sacerdotes, riendo con alguna que otra broma, y pasándolo bien, además, el día que celebrábamos no era para menos, ¿o no?, y es que menudo fue San Juan Mª Vianney, y no lo digo por su físico, sino por la de lecciones que nos dejó para que los sacerdotes fuésemos de verdad santos. Y todo esto lo digo, porque en el estupendo documental “La última cima”, en una de las diferentes preguntas que sobre los sacerdotes se le iba haciendo a la gente, en un momento dado, le preguntan a una señora si ella conocía a algún sacerdote alegre, recordamos ¿verdad?, y después de una espera considerable, la mujer responde que no…y sinceramente, las veces que fui a ver este documental al cine, esto me dio mucho que pensar…la alegría, la alegría del sacerdote…¿y es que no somos realmente alegres, o es que la gente no lo percibe?...

Como se suele decir: un santo triste, es un triste santo…estamos hechos de la misma pasta que el resto de los hombres, y como dice un amigo sacerdote; "venimos todos con un defecto de fábrica”, pero eso no quita para que la alegría en el sacerdote este presente. Los problemas y las dificultades vienen solos, pero si nos agarra la tristeza, ahora sí que hay un verdadero problema y una gran dificultad.

Sí amigos, para ser alegres testigos del amor de Dios estamos los sacerdotes, pero también para amar y servir. Nosotros, los que libremente nos hemos consagrado al Señor, no somos los solteros de turno, los tristes y amargados, somos hombres célibes, que hemos renunciado a una familia en la carne, pero no a la gran familia de los hijos de Dios, a un amor humano, pero no al amor y al poder amar.

Este mediodía, charlaba por el móvil con una persona estupenda y que el Señor ha puesto en mi camino; un amigo entrañable, un padre ejemplar…Lo llamaba para decirle tan solo que lo echaba de menos, que no sabía nada de él desde hacía varios días, que lo quería mucho, que rezaba por él y por su familia…y que si le podía ayudar en algo, que me lo pidiese...como hasta ahora…

Sí amigos, amamos y queremos de verdad, con el único corazón que tenemos, pero amamos. Cristo murió amando, con los brazos extendidos sobre la Cruz… y así, caminamos en alegría hacia la resurrección, con el pueblo santo de Dios a nosotros encomendado, orando por él y junto con él.

Hoy, 5 de agosto, aunque litúrgicamente es la dedicación de la basílica de Santa María la Mayor, en Roma, por el Papa Sixto III, celebramos el día de la Virgen María, en su advocación de las Nieves. Ella, que es alegría y esperanza nuestra, nos ayude a los sacerdotes y a todos los cristianos, a vivir la alegría, el servicio y el amor, hasta el final de nuestras vidas. Ya nos lo dice el apóstol; "Servite Domino in laetitiae", "Servid al Señor con alegría".

Santa María, ruega por nosotros.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente comentario, querido hermano en el sacerdocio. Es importante, que los sacerdotes vivamos la fraternidad sacerdotal, y esos encuentros sacerdotales propician eso; interesarnos unos por otros, y compartir nuestro ser sacerdotal en definitiva. Que el Santo Cura de Ars, interceda por nosotros. Un fuerte abrazo

Anónimo dijo...

Muy bueno el artículo Norbert. Yo también estoy de acuerdo en que los sacerdotes hemos de transmitir con nuestra alegría el gozo del sacerdocio. Felicidades hermano.

Anónimo dijo...

Enhorabuena, Norberto, me ha gustado mucho tu comentario, sobre todo porque a través de él se percibe tu alegría por estar sirviendo a Dios y a los hermanos, ojalá y muchos Sacerdotes sigan tu ejemplo y vivan su fé como tú lo haces y lo transmites a los demás. Sigue así, ya que cuentas con el apoyo de todos los que te conocemos y te queremos.

Anónimo dijo...

Una de las cosas que más cautiva a la gente es ver a un sacerdote alegre. Felicidades por tu comentario Norberto y gracias por tu alegría.Un abrazo.

Anónimo dijo...

Por favor, que no confundan los sacerdotes ser alegres con ser payasos e informales.

Anónimo dijo...

no cambies sigue asi con esa alegria