16 de mayo de 2010

¡DÉJANOS LA PUERTA ABIERTA, SEÑOR!



Para gozar contigo, en la presencia de Dios
cantando y proclamando,
con los ángeles y mil coros celestiales,
que eres Santo y Dios,
Dios y Santo,
eternamente santo por los siglos de los siglos.

¡DÉJANOS LA PUERTA ABIERTA, SEÑOR!

Y, después de entrar Tú en el reino de los cielos,
comprender esperando
que, un día también nosotros,
tendremos un lugar en algún rincón eterno.
Y, al contemplar la grandeza de Dios,
festejar, en la gloria de ese inmenso cielo,
que ha merecido la pena ser de los tuyos.
permanecer firmes en tus caminos.
guardar tu nombre y tu memoria.
meditar tu Palabra y tu mensaje.
soñar con ese mundo tan diferente al nuestro.

¡DÉJANOS LA PUERTA ABIERTA, SEÑOR!

Que no la cierre el viento del camino fácil.
Que no la empuje nuestra falta de fe.
Que no la obstruya nuestro afán de tener aquí.

¡DÉJANOS LA PUERTA ABIERTA, SEÑOR!

Para vivir y morar contigo.
Para amar y vivir junto a Dios.
Para sentir el soplo eterno del Espíritu.
Para gozar en el regazo de María Virgen.

¡NO NOS CIERRES LA PUERTA DEL CIELO, SEÑOR!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La puerta siempre está abierta, pero hay que empujar para poder pasar. Empujar con la oración, con las buenas obras, contando con Dios en la adversidad. Podemos aprender de los que nos han precedido y sabieron empujar.(jam)

Traditio dijo...

El día de la Ascensión es un día para reavivar nuestro deseo de ir al cielo. La puerta siempre está abierta, la cerramos nosotros cuando pecamos y la volvemos a abrir cuando arrepentidos, confesamos nuestros pecados, y recibimos de nuevo la gracia de Dios.