Monseñor Demetrio Fernández, Obispo de Córdoba, dijo a los sacerdotes en la celebración anual de San Juan de Ávila, que deben ser «santos» y no «meros funcionarios» a la hora de ejercer su labor pastoral.
En su homilía pronunciada en la Catedral de Córdoba, Monseñor Fernández dijo a los sacerdotes que, para cumplir con la "sagrada misión" que Jesucristo les ha confiado, "es preciso que planteemos nuestra vida en clave de santidad. No somos meros funcionarios, que cumplen su oficio a unas horas y con unas tareas concretas".
En su homilía pronunciada en la Catedral de Córdoba, Monseñor Fernández dijo a los sacerdotes que, para cumplir con la "sagrada misión" que Jesucristo les ha confiado, "es preciso que planteemos nuestra vida en clave de santidad. No somos meros funcionarios, que cumplen su oficio a unas horas y con unas tareas concretas".
Esto implica hacer de su existencia "una donación sin reservas, a tiempo completo, siguiendo a Jesucristo pobre, casto y obediente, y dejando que nuestra vida se consuma por la caridad pastoral en el servicio a los hermanos".
Ello se hace aún más necesario ahora, cuando se viven "tiempos recios", en los que los sacerdotes están llamados a actuar "como atalayas, como centinelas, como capitanes de la civilización del amor", ya que "nuestra época necesita santos, necesita santos sacerdotes".
De hecho, según subrayó el Obispo de Córdoba, "serán los sacerdotes santos los que transformarán el mundo desde dentro, pues de la santidad del sacerdote depende sobre todo el fruto de su ministerio. Este año sacerdotal ha sido convocado para que los sacerdotes recuperemos cada vez más este norte, y a la pregunta que tantos se plantean sobre el tipo de sacerdote que necesita hoy nuestra Iglesia y nuestro mundo, respondamos con toda claridad: La Iglesia hoy necesita sacerdotes santos, el mundo de hoy necesita sacerdotes santos".
Éstos, según detalló, deben ser "sacerdotes con una fuerte experiencia de Dios, alimentada continuamente en la oración abundante. Con una entrega total de sus vidas, desprendidos de todo, incluso de sí mismos. Con una disponibilidad misionera para evangelizar donde sea necesario. Sacerdotes que viven con gozo la comunión eclesial, que aman al Papa y siguen su magisterio y su disciplina. Sacerdotes llenos de esperanza y, por tanto, capaces de levantar la esperanza de los hombres de nuestro tiempo".
Al mismo tiempo, el prelado consideró igualmente preciso "reafirmar, también en nuestros días, el valor del celibato sagrado, que en la Iglesia latina es un carisma requerido por el Orden sagrado y que las Iglesias orientales tienen en grandísima consideración". (Información extraída de InfoCatólica).
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