4 de noviembre de 2008

Buscando a Dios...como Gandhi


Anoche, al término de una reunión en la parroquia, terminábamos con una oración que no conocía, atribuida a uno de los hombres más conocidos de nuestro planeta. Se trata del político y pensador indio Mohandas Karamchand Gandhi, más conocido como Mahatma Gandhi, asesinado a los 78 años por un radical hindú, en Nueva Delhi, el 30 de enero de 1948. Dios está donde se le busca, Dios no sabe de juegos, por eso no se esconde cuando se le busca, Él siempre sale al encuentro y a Gandhi le salió. Que nosotros no nos escondamos cuando nos llama, salgámosle al encuentro. Busquemos a Dios... como Gandhi:


" Señor…
…Ayúdame a decir la verdad delante de los fuertes y a no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles.
Si mes das fortuna, no me quites la razón.
Si me das éxito, no me quites la humildad.
Si me das humildad, no me quites la dignidad.
Ayúdame siempre a ver la otra cara de la moneda, no me dejes inculpar de traición a los demás, por no pensar igual que yo.
Enséñame a querer a la gente como a mí mismo y a no juzgarme como a los demás. No me dejes caer en el orgullo si triunfo, ni en la desesperación si fracaso.
Más bien recuérdame, que el fracaso es la experiencia que precede al triunfo.
Enséñame que perdonar es un signo de grandeza y que la venganza es una señal de bajeza.
Si me quitas el éxito, déjame fuerzas para aprender del fracaso. Si yo ofendiera a la gente, dame valor para disculparme y si la gente me ofende, dame valor para perdonar.
¡Señor…si yo me olvido de ti,
nunca te olvides de mí!".

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Esa debe ser nuestra actitud, una actitud sincera de búsqueda de Dios, algunas veces, parece que en lugar de burcarlo estamos jugando al escondite con Él.

Anónimo dijo...

Muy bonito su blog. Felicidades.

Anónimo dijo...

Cuanto más nos acercamos a Dios y participamos de su vida más grande somos. Gandhy ha pasado a la historia como el hombre que fue capaz de lograr la independencia de la India del Reino Unido de una forma pácifica, algo asombroso. Sin embargo, los contravalores que nos propone o impone la sociedad; materalismo, consumismo, hedonismo... sólo nos conducen al vacío, a la frustración, a la infelicidad.