11 de octubre de 2011

La alegría de la amistad... y de ser cura...





Hace unos días, el pasado viernes, unos amigos estupendos, me invitaron a cenar. Hacía pocos días que habían regresado de un largo viaje, una peregrinación maravillosa, y querian compartir conmigo todo lo vivido y como no, también la comida. Como anécdota, decir que habíamos quedado pronto, después de Misa, llegamos al restaurante y nos acomodamos en un lugar discreto, en una de las numerosas habitaciones que el lugar tenia preparado con varias mesas. Pero por mucha discresión, un cura, si va vestido como tal, da siempre la nota de color donde quiera que va, y no es porque yo sea precisamente moreno, jeje y menos racista. Pues eso, mis amigos se sentaron de espalda a la puerta de entrada de aquella sala del restaurante, y yo enfrenfe de ellos, es decir, mirando a la puerta. Les puedo asegurar, que nunca he comido con tanta comodidad y tranquilidad como aquel día, pues solo entraba el camarero a servir. Y es que la gente que miraba donde sentarse al entrar, al verme vestido de cura, con cierto descarado disimulado, se daban media vuelta y buscaban otra sala donde cenar. Sólo, cuando me quité el alzacuellos, y no parecia un sacerdote vestido, sino más bien un viudo bastante jóven, jeje, comenzó a llenarse la sala hasta quedar ocupadas todas las mesas. De suerte, que ya ibamos por el postre y nos libramos pronto del jolgorio y la juerga que el buen vino estaba comenzando a despertar entre nuestros amables vecinos de sala.


Esta es una de tantas anécdotas que tengo en mi haber, auque tengo amigos que tienen muchas más, y bastante graciosas cuanto más curiosas, como la de aquella señora que estaba repartiendo golosinas a los niños en una feria y se dirigió a un amigo sacerdote que iba con sotana y le dice: - ¡señor!, llévese estos caramelos para sus hijos...


O el cura que va al tanatorio a rezar un responso a un compañero sacerdote que había fallecido pocas horas antes y lo llevan a un sala donde tras comenzar a rezar ante el féretro cerrado, va leyendo en las cintas de las coronas: "tu esposa, no te olvida", "estarás siempre con nosotros; tus 8 hijos", " tus hijos políticos"...


En fin, amigos, y todo este rollo para decir que al llegar a casa, a estos amigos con los que tuve la suerte de comparti aquella cena y pasar aquel rato tan agradable, les regalé, como he hecho con otros, un cuadro con un pergamino con la siguiente oración sobre la amistad que comparto con todos vosotros y dice así:



"Qué grande es la amistad, Señor!. ¡Qué hermoso es tener amigos!.


Tú mismo, Jesús, viviste la alegría de estar con gente que te quería. Tú mismo nos dijiste, Jesús, que éramos tus amigos.


Quiero, Señor, vivir siempre siendo amigo, que Tú me enseñes a vivir la verdadera amistad. Quiero vivir compartiendo todo lo que soy, todo lo que tengo. Enséñame y ayúdame a merecer tu amistad, a no fallarte nunca. Ayúdame a dar cariño, amor, a no esperar siempre que me den, sino a dar. Cambiar mi corazón para que siempre busque lo que hace felices a los demás. Enséñame a valorar esos pequeños gestos que de manera sencilla dicen al otro, ¡te quiero!.


Que busque siempre la amistad, Tu amistad... la que se consigue solamente a base de amor, de generosidad, de alegría, de ayuda, de perdón..., nunca desde el odio, el rencor, el egoísmo o la venganza.


Hazme sentir lo grande que es llevar "AMIGO" por nombre, a vivir la amistad contigo y con los demás hasta las últimas consecuencias. Porque sé que así llegaré a ser feliz, y quienes vivan junto a mí, llegarán a conocerte".


Gracias de corazón a todos, por la alegría de la amistad, y por la alegría de ser cura y tener con quien compartirla. Norberto.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Que bueno Norbert. Gracias por tu amistad sincera. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Que gozo es compartir contigo no solo la comida, sino también la vida. Gracias Norberto por tu alegría, comprensión, disponibilidad, amabilidad y entrega desinteresada a los demás. Que el Señor te bendiga y te guarde muchos años entre nosotros. Un abrazote.

Anónimo dijo...

Muy bonito tu blog Norberto. Felicidades, muy interesante. Eres maravilloso como persona y como sacerdote. Siento mucho haberme dado cuenta tarde. Gracias por tu ayuda.mj