2 de noviembre de 2010

Descansen en paz.


Ayer recordábamos la fiesta de todos los Santos, de aquellos hermanos nuestros que gozan ya de la visión de Dios. Hoy recordamos a los que se purifican en el Purgatorio, antes de su entrada en la Gloria.

Como nos dice el Martirologio Romano: “La Santa Madre Iglesia, se interesa ante el Señor en favor de las almas de todos cuantos nos precedieron en el signo de la fe y duermen ya en la esperanza de la resurrección, y por todos los difuntos desde el principio del mundo, cuya fe sólo Dios conoce, para que, purificados de toda mancha de pecado y asociados a los ciudadanos celestes, puedan gozar de la visión de la felicidad eterna”.

El Purgatorio es la mansión temporal de los que murieron en gracia, es el sufrimiento de las almas que no se condenan por no haber muerto en pecado mortal, pero tienen que purificarse, de algún rastro de pecado, antes de entrar en el cielo. La existencia del Purgatorio, es dogma de fe, definido en los Concilios de Lyon y Florencia. También el Concilio de Trento ratifica esta definición.

Pero en el Purgatorio hay alegría. Y hay alegría, porque hay esperanza; en él sólo están los salvados. Santa Francisca Romana tuvo un día una visión de este lugar y dijo: "esta es la mansión de la esperanza".

Es una esperanza con dolor: el fuego purificador. Pero es un dolor aminorado por la esperanza. La ausencia del amado es un cruel martirio, pues el anhelo de todo amante es la visión, la presencia y la posesión. Si las almas santas ya sufrieron esta ausencia en la tierra. -"que muero porque no muero", clamaba Santa Teresa de Jesús-, mucho mayor será el hambre y sed y fiebre de Dios que sientan las almas ya liberadas de las ataduras corporales.

Dios nos ha concedido a nosotros el poder maravilloso de aliviar las penas de las benditas almas del Purgatorio, mediante la oración, las pequeñas y grandes obras, y como no, la aplicación del sacrificio de la Santa Misa. Con ello, podemos acelerar su entrada en el Paraíso.

Ya en el Antiguo Testamento -en el segundo libro de los Macabeos- vemos a Judas enviando una colecta a Jerusalén para ofrecerla como expiación por los muertos en la batalla. Pues, dice el autor sagrado, "es una idea piadosa y santa rezar por los muertos para que sean liberados del pecado".

Los paganos deshojaban rosas y tejían guirnaldas en honor de los difuntos. Nosotros debemos hacer mucho más que esto. "Un cristiano -dice San Ambrosio- tiene mejores presentes para los difuntos. Cubrid de rosas, si queréis los mausoleos, pero envolvedlos, sobre todo, en aromas de oraciones".

De este modo, la muerte cristiana, unida a la de Cristo, tiene un aspecto pascual: es el tránsito de la vida terrena a la vida eterna de estar junto a Dios para siempre.

Como dice aquel epitafio conocido; “Una lágrima por un difunto se evapora, una flor sobre su tumba se marchita, pero una oración por su alma, la recoge el Señor”.

Que las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. Amén.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Ciertamente, el mejor de los regalos que podemos hacer a los que ya no estan con nosotros es la oración y la celebración de la Santa Misa por el descanos eterno de sus almas. De nada sirve engalanar y limpiar las tumbas una vez al año, si no rezamos por ellos cada dia... D.E.P. Saludos Don Norberto.

Anónimo dijo...

Gracias Padre por hablarnos del Purgatorio. Pensaba que ya no existía...,al igual que tantas verdades de fe que hoy se omiten...Que Dios lo bendiga.(M.N)

Anónimo dijo...

Aqui os dejo un enlace con las indulgencias plenarias aplicables a las ánimas del Purgatorio que se pueden ganar en estos días.

http://es.catholic.net/aprendeaorar/688/2097/articulo.php?id=39000

Qué lástima que en las parroquias ya no se hable de las Postrimerías, que no se eduque a los fieles en la piedad de rogar a Dios por la Iglesia Purgante.

Anónimo dijo...

Existen muchas oraciones para orar por las ánimas benditas del Purgatorio. En una iglesia de Roma, hay una iglesia con un museo dedicada a ellas. Debemos de rezar cada dia por ellas, es lo que más necesitan para llegar al cielo y así nos lo han enseñado los santos mientras vivan en este mundo.Un día otros serán los que recen por nosotros. q.d.e.p.

Anónimo dijo...

Muy bonito el blog don norberto. Le felicito de corazón. Abrazo