25 de marzo de 2011

"Jaire, Maria, Kejaritomene".


Estas son las palabras con las que el arcángel San Gabriel saludó a María en el momento de la Anunciación. "Jaire, Maria, Kejaritomene" (¡Alégrate, llena de Gracia!). "Kejaritomene", es la forma femenina griega del Participio de "Parakeimenos", tiempo igual al Presente Perfecto del verbo griego "Jaritoomai" (me llenó de Gracia).
Y esta es la fiesta que hoy celebramos, en medio de este tiempo de Cuaresma; la solemnidad de la Encarnación del Hijo de Dios en las entrañas purísimas de la Virgen María. Esta fiesta, es el centro de nuestra fe, en la que se revela la gloria de la Trinidad y su amor por nosotros: «La Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria» (Jn 1, 14). «Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único» (Jn 3,16). «En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene; en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él» (1 Jn 4,9). En los textos de Juan comprendemos cómo la revelación de la gloria trinitaria de la Encarnación es una semilla de vida divina puesta para siempre en el mundo y en el corazón de los hombres. Dice Pablo en la Carta a los Gálatas: «Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva. La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre! De modo que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero por voluntad de Dios» (Gál 4,4; Rom 8,15). El Padre, el Hijo y el Espíritu están presentes, por tanto, y actúan en la Encarnación para que participemos en su misma vida. «Todos los hombres, dice el Vaticano II, son llamados a esta unión con Cristo, luz del mundo, de quien procedemos, por quien vivimos y hacia quien caminamos». (Lumen gentium). Y san Cipriano, la comunidad de los hijos de Dios es «un pueblo de la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo» (De Orat Dom, 23).

4 comentarios:

Anónimo dijo...

gracias gracias gracias, me encanta poder entrar a recibir tanta informacion dada por un sacerdote santo gracias por la gracia de Dios en ud.

Anónimo dijo...

Gracias Norberto. Gracias por estar siempre ahi. Gracias de corazón por todo lo que nos ayudas. Gracias por salirme al encuentro. Abrazo.MM

Anónimo dijo...

Muy bonto tu blog Norberto. Me alegró mucho haberte conocido personalmente. Me siento dichoso de tener un amigo sacerdote, un amigo como tú. Que Dios bendiga la labor que haces con todos los que se te acercan. Que María nuestra Madre del Cielo te proteja, te cuide y te guarde. Un abrazo de todo corazón. Gracias. ...

Anónimo dijo...

Ohh.Enhorabuena Dn Norberto por tu blog. Me ha parecido magnífico. Darte solo las gracias por todo lo que me aportas está de más, es más, me quedo corto. Que el Señor nos bendiga siempre con tu presencia y sigas transmitiendonos esa alegria que te hace ser especial. Que tengas un feliz dia del Señor.A.