Ya se va el mes de agosto, y junto con él, a muchos también se les van las vacaciones. Mañana comienza un nuevo curso. Pero para otros, mañana comienza el descanso tan deseado.
Desde niño, el mes de agosto, este mes que ya se marcha, me ha parecido un mes entrañable. Es el mes de la fiesta de la Virgen María, "la Asunción o Dormición de nuestra Señora", es el mes en el que celebramos tantas fiestas populares de tantos barrios y pueblos de nuestro entorno.
Desde niño, el mes de agosto, este mes que ya se marcha, me ha parecido un mes entrañable. Es el mes de la fiesta de la Virgen María, "la Asunción o Dormición de nuestra Señora", es el mes en el que celebramos tantas fiestas populares de tantos barrios y pueblos de nuestro entorno.
Agosto es el mes del encuentro, encuentro de familiares, vecinos y amigos, vecinos de siempre, amigos de veraneo. Es el mes de la mesa grande, de la comida compartida, son tantos por sentarse a la mesa…
Agosto, es el mes, en donde casi todas las noches, tras la cena, sentados en las puertas de las casas, pasan los vecinos largos ratos, horas, conversando sobre el tiempo, las cosechas, o algún acontecimiento del pueblo, y algunos, los más pequeños, contemplábamos panza arriba, el claro cielo estrellado, buscando en el infinito firmamento, finito para nuestros ojos de niño, la Osa Mayor, la Osa Menor, y allá, sobre la Adea, la estrella Venus… ahora todo es distinto…
Estos son los recuerdos del mes de agosto, pero mis recuerdos, aún van más allá, o mejor dicho, más arriba. Mis recuerdos se elevan hacia aquella cueva, hacia aquel santuario troglodita, donde nuestra Madre quiso establecer su morada. Y que cosas, el medio de hábitat de sus moradores, la casa-cueva, quiso serlo también para nuestra Señora en estas alturas de nuestra tierra. Y es que nuestra Madre, quiso parecerse tanto a sus hijos cumbreros, que también eligió esa forma de hábitat. Gracias Madre, tantos siglos entre nosotros…
Ya tuvimos la bajada, la novena, la ofrenda del folclore y la subida, y como dicen los vecinos, “ya se acabaron las fiestas, ya va el mes de agosto, ya se fue el año…”.
La tía hizo el pregón, muy sencillo, muy sentido, emotivo, como las cosas de nuestra tierra. Se recordó a mi abuelo y compañeros de guerra, ellos fueron los excombatientes, que tras llegar con salud del campo de batalla, hicieron voto a la Virgen de celebrar su fiesta, y asi ha sido cada año, desde entonces, hasta nuestros días.
Estos son algunos recuerdos, de mis gentes, de mi pueblo, de mis fiestas, y al final se me pega un cierto orgullo al escuchar la estrofa de esta canción; “Artenara tierra mía, eres tan linda y hermosa, que te quiero por graciosa, por canaria y por bravía… “, o esta otra; “En los riscos de Artenara, hay una cuevita blanca, donde me meció mi madre, con el cariño de santa…”, o aquel poema, cuyo autor no recuerdo y que dice; “Artenara, veinte casas, de peñascos y argamasa, unas viejas, otras nuevas, el resto todos son cuevas…”.
Y he querido recordar algunos momentos, algunos, más bien pocos, pero eso da igual, he querido recordar... Y como ya sabemos, recordar, etimológicamente significa "volver a pasar por el corazón", y eso es lo que he querido, volver a pasar por el corazón tantos recuerdos de la infancia y otros que olvidados, dormirán en mi memoria, el sueño eterno de los justos.
Y ahora llega septiembre, y como dice el refranero popular; “en septiembre, el que quiera pan... que siembre”.