29 de septiembre de 2013

Gracias, Señor... un año más.


"Que mi alma alabe al Señor 
y proclame todas sus maravillas...
En ti me alegraré y me regocijaré, 
y cantaré a tu Nombre, oh Altísimo"

(Salmo 9, 2-3)


Por aquellas promesas que Tú en mí, has ido dando forma y llevando a la realidad.

Por aquel cuerpo mío que, rostro en tierra, se ofrecía, con toda mi juventud, entero para Ti.

Por el Misterio que vino sobre mí aquella mañana, por aquella Unción que hoy sigue siendo el gran poder de mis manos, el bálsamo para el enfermo o la fortaleza para el que llora.

Por el cáliz donde, de una forma real y apasionante, te apuro con la emoción de la primera vez, en los momentos de alegría o de tormenta.

Por el pan que se deja acariciar, comer y repartir en abundancia a través de mis manos frágiles.

Por la Palabra que, al pronunciarla, produce en mis labios sacerdotales vértigo y temor por lo que implica y significa.

Gracias, Señor; porque hoy, al igual que aquel 29 de septiembre de 2007, siento que subo al altar como hombre y, de repente, Tú me conviertes en Alter Christus, otro Cristo. 

Hoy, como hace seis años atrás, te lo digo y te lo repito, una y mil veces; ¡Aquí estoy, envíame!, ¡Sacerdote para Siempre Señor!.

Por tanto don inmerecido y recibido, un año más, ¡gracias, Señor!.

23 de septiembre de 2013

Prega per noi...


San Pío de Pietrelcina.





Heredero espiritual de San Francisco de Asís, el Padre Pío de Pietrelcina ha sido el primer sacerdote en llevar impreso sobre su cuerpo las señales de la crucifixión. Él ya fue conocido en el mundo como el "Fraile" estigmatizado. El Padre Pío, al que Dios donó particulares carismas, se empeñó con todas sus fuerzas por la salvación de las almas. Los muchos testimonios sobre su gran santidad de Fraile, llegan hasta nuestros días, acompañados por sentimientos de gratitud. Sus intercesiones providenciales cerca de Dios fueron para muchos hombres causa de sanación en el cuerpo y motivo de renacimiento en el Espíritu.

El Padre Pío de Pietrelcina  (Francesco Forgione), nació en Pietrelcina, en un pequeño pueblo de la provincia de Benevento (Italia), el 25 de mayo de 1887, en una familia humilde. Su padre Grazio Forgione y su madre Maria Giuseppa Di Nunzio eran labradores.

Desde la tierna edad, el pequeño  Francesco experimentó en sí el deseo de consagrarse totalmente a Dios y este deseo lo distinguiera de sus coetáneos. Tal "diversidad" fue observada de sus parientes y de sus amigos. Mamá Peppa contó - "no cometió nunca ninguna falta, no hizo caprichos, siempre obedeció a mí y a su padre, cada mañana y cada tarde iba a la iglesia a visitar a Jesús y a la Virgen. Durante el día no salió nunca con los compañeros. A veces le dije: "Francì sal un poco a jugar. Él se negó diciendo: no quiero ir porque ellos blasfeman". Del diario del Padre Agostino de San Marco in Lamis, quien fuè uno de los directores espirituales del Padre Pío, se enteró de que el Padre Pío, desde el 1892, cuando apenas tenía 5 años, ya vivió sus primeras experiencias carismáticas espirituales. Los éxtasis y las apariciones fueron tan frecuentes que al niño le pareció que eran absolutamente normales. 

Con el pasar del tiempo, pudo realizarse para Francesco lo que fue el más grande de sus sueños: consagrar totalmente la vida a Dios. El 6 de enero de 1903, a los dieciséis años, entró como clérigo en la orden de los Capuchinos. Fue ordenado sacerdote en la Catedral de Benevento, el 10 de agosto de 1910. Tuvo así inicio su vida sacerdotal que a causa de sus precarias condiciones de salud, se desarrollará primero en muchos conventos de la provincia de Benevento. Estuvo en varios conventos por motivo de salud, luego, a partir del 4 de septiembre de 1916 llegó al convento de San Giovanni Rotondo, sobre el Gargano, y allí quedó hasta el 23 de septiembre de 1968, día de su  marcha al Cielo. 

En este largo período el Padre Pío iniciaba sus días despertándose por la noche, muy antes del alba, se dedicaba a la oración con gran fervor aprovechando la soledad y silencio de la noche. Visitaba diariamente por largas horas a Jesús Sacramentado, preparándose para la Santa Misa, y de allí siempre sacó las fuerzas necesarias, para su gran labor para con las almas, al acercarlas a Dios en el Sacramento Santo de la Confesión, confesaba por largas horas, hasta 14 horas diarias, y así salvó muchas almas.

Uno de los acontecimientos que señaló intensamente la vida del Padre Pío fue lo que se averiguó la mañana del 20 de septiembre de 1918, cuando, rogando delante del Crucifijo del coro de la vieja iglesia, el Padre Pío tuvo el maravilloso regalo de los estigmas. Los estigmas o las heridas fueron visibles y quedaron abiertas, frescas y sangrantes, por medio siglo. Este fenómeno extraordinario volvió a llamar, sobre el Padre Pío la atención de los médicos, de los estudiosos, de los periodistas pero sobre todo de la gente común que, en el curso de muchas décadas fueron a San Giovanni Rotondo para encontrarse con el humilde fraile. 

En una carta al Padre Benedetto, del 22 de octubre de 1918, el Padre Pío cuenta su "crucifixión": “¿Qué cosa os puedo decir a los que me han preguntado cómo es que ha ocurrido mi crucifixión? ¡Mi Dios que confusión y que humillación yo tengo el deber de manifestar lo que Tú has obrado en esta tu mezquina criatura!

Fue la mañana del 20 del pasado mes (septiembre) en coro, después de la celebración de la Santa Misa, cuando fui sorprendido por el descanso en el espíritu, parecido a un dulce sueño. Todos los sentidos interiores y exteriores, además de las mismas facultades del alma, se encontraron en una quietud indescriptible. En todo esto hubo un total silencio alrededor de mí y dentro de mí; sentí enseguida una gran paz y un abandono en la completa privación de todo y una disposición en la misma rutina. 

Todo esto ocurrió en un instante. Y mientras esto se desarrolló; yo vi delante de mí un misterioso personaje parecido a aquél visto en la tarde del 5 de agosto. Éste era diferente del primero, porque tenía las manos, los pies y el costado que emanaban sangre. La visión me aterrorizaba; lo que sentí en aquel instante en mí; no sabría decirlo. Me sentí morir y habría muerto, si Dios no hubiera intervenido a sustentar mi corazón, el que me lo sentí saltar del pecho.

La vista del personaje desapareció, y me percaté de que mis manos, pies y costado fueron horadados y chorreaban sangre. Imagináis el suplicio que experimenté entonces y que voy experimentando continuamente casi todos los días. La herida del corazón asiduamente sangra, comienza el jueves por la tarde hasta al sábado. Mi padre, yo muero de dolor por el suplicio y por la confusión que yo experimento en lo más íntimo del alma. Temo morir desangrado, si Dios no escucha los gemidos de mi pobre corazón, y tenga piedad para retirar de mí esta situación....”

Por años, de cada parte del mundo, los fieles fueron a este sacerdote estigmatizado, para conseguir su potente intercesión cerca de Dios. Cincuenta años experimentados en la oración, en la humildad, en el sufrimiento y en el sacrificio, dónde para actuar su amor, el Padre Pío realizó dos iniciativas en dos direcciones: un vertical hacia Dios, con la fundación de los "Grupos de ruego", hoy llamados “grupos de oración” y la otra horizontal hacia los hermanos, con la construcción de un moderno hospital: "Casa Alivio del Sufrimiento." 

En septiembre los 1968 millares de devotos e hijos espirituales del Padre Pío se reunieron en un congreso en San Giovanni Rotondo para conmemorar juntos el 50° aniversario de los estigmas aparecidos en el Padre Pío y para celebrar el cuarto congreso internacional de los Grupos de Oración. Nadie habría imaginado que a las 2.30 de la madrugada del 23 de septiembre de 1968, sería el doloroso final de la vida terrena del Padre Pío de Pietrelcina. De este maravilloso fraile, escogido por Dios para derramar su Divina Misericordia de una manera tan especial.

El 2 de mayo de 1999 en la plaza de San Pedro, en el Vaticano, Juan Pablo II, declaró Beato al Venerable Siervo de Dios Pío de Pietrelcina, estableciendo el 23 de septiembre su fiesta litúrgica. Los actos de la canonización de San Pío de Pietrelcina fueron celebrados tres años más tarde, en la misma Plaza de San Pedro, el domingo 16 de junio del 2002.

En 2004, se inauguró en San Giovanni Rotondo un gigantesco templo dedicado al Padre Pío, diseñado por el arquitecto Renzo Piano, capaz de albergar a 7.000 fieles en su interior y 30.000 en la plaza exterior.

40 años después de su fallecimiento, el 2 de marzo de 2008, se exhumó su cuerpo. Sus restos mortales fueron colocados en una urna de cristal en la cripta del nuevo santuario de San Giovanni Rotondo.

15 de septiembre de 2013

El Papa Francisco.




Carta del Papa Francisco publicada en el diario italiano "La Repubblica" en respuesta a las preguntas que le planteó el director del mismo, acerca de fe y laicidad.


Apreciado doctor Scalfari:

Es con profunda cordialidad que al menos a grandes líneas quisiera tratar de responder a la carta que, desde las páginas de La Repubblica, se ha querido dirigir a mi el 7 de julio con una serie de reflexiones personales, que luego ha enriquecido en las páginas del mismo diario el 7 de agosto. 

Le agradezco, en primer lugar, por la atención con la que leyó la encíclica Lumen Fidei. La cual en la intención de mi amado predecesor, Benedicto XVI, que la concibió y escribió gran parte, y la que con gratitud, heredé, se dirige no solo a confirmar en la fe en Jesucristo a aquellos que en aquella ya se reconocen, sino también para despertar un diálogo sincero y riguroso con los que, como Usted, se define "un no creyente por muchos años, interesado y fascinado por la predicación de Jesús de Nazaret".

Por lo tanto, creo que es muy positivo, no solo para nosotros individualmente, sino también para la sociedad en la que vivimos, detenernos para dialogar de algo tan importante como es la fe, que se refiere a la predicación y a la figura de Jesús. Creo que hay, en particular, dos circunstancias que hacen que este diálogo sea hoy un deber y algo valioso.


La paradoja de la fe cristiana

Como se sabe, uno de los principales objetivos del Concilio Vaticano II, querido por el papa Juan XXIII y por el ministerio de los papas, es la sensibilidad y contribución que cada uno desde entonces hasta ahora ha dado según el patrón establecido por el Concilio. La primera de las circunstancias -como se recuerda en las páginas iniciales de la Encíclica- deriva del hecho que a lo largo de los siglos de la modernidad, se produjo una paradoja: la fe cristiana, cuya novedad e incidencia sobre la vida del hombre desde el principio han sido expresados precisamente a través del símbolo de la luz, a menudo ha sido calificada como la oscuridad de la superstición que se opone a la luz de la razón. Así entre la Iglesia y la cultura de inspiración cristiana, por una parte, y la cultura moderna de carácter iluminista, por la otra, se ha llegado a la incomunicación. Ahora ha llegado el momento, y el Vaticano II ha inaugurado justamente la estación, de un diálogo abierto y sin prejuicios que vuelva a abrir las puertas para un serio y fructífero encuentro.


La fe crece en el testimonio y el diálogo con todos

La segunda circunstancia, para quien busca ser fiel al don de seguir a Jesús en la luz de la fe, viene del hecho de que este diálogo no es un accesorio secundario de la existencia del creyente: es en cambio una expresión íntima e indispensable. Permítame citarle una afirmación en mi opinión muy importante de la Encíclica: visto que la verdad testimoniada por la fe es aquella del amor –subraya- «está claro que la fe no es intransigente, sino que crece en la convivencia que respeta al otro. El creyente no es arrogante; por el contrario, la verdad lo hace humilde, consciente de que, más que poseerla nosotros, es ella la que nos abraza y nos posee. Lejos de ponernos rígidos, la seguridad de la fe nos pone en camino, y hace posible el testimonio y el diálogo con todos» ( n. 34 ). Este es el espíritu que anima las palabras que le escribo.


La fe vivida en la Iglesia

La fe, para mí, nace de un encuentro con Jesús. Un encuentro personal, que ha tocado mi corazón y ha dado una dirección y un nuevo sentido a mi existencia. Pero al mismo tiempo es un encuentro que fue posible gracias a la comunidad de fe en la que viví y gracias a la cual encontré el acceso a la sabiduría de la Sagrada Escritura, a la vida nueva que como agua brota de Jesús a través de los sacramentos, de la fraternidad con todos y del servicio a los pobres, imagen verdadera del Señor.

Sin la Iglesia –créame-, no habría sido capaz de encontrar a Jesús , mismo siendo consciente de que el inmenso don que es la fe se conserva en las frágiles odres de barro de nuestra humanidad. Y es aquí precisamente, a partir de esta experiencia personal de fe vivida en la Iglesia, que me siento cómodo al escuchar sus preguntas y en buscar, junto con Usted, el camino a través del cual podamos, quizás, comenzar a hacer una parte del camino juntos.


Lo que Jesús fue y es para nosotros

Perdóneme si no sigo paso a paso los argumentos propuestos por usted en el editorial del 7 de julio. A mí me parece más fructífero -o por lo menos es más agradable para mí- ir de una determinada manera al corazón de sus consideraciones. No entro ni siquiera en el modo de exposición seguida por la Encíclica, en la que Usted advierte la falta de una sección dedicada específicamente a la experiencia histórica de Jesús de Nazaret.

Observo únicamente, para empezar, que un análisis de este tipo no es secundario. Se trata de hecho, siguiendo después la lógica que guía el desarrollo de la encíclica, de centrar la atención sobre el significado de lo que Jesús dijo e hizo, y así, en última instancia, de lo que Jesús fue y es para nosotros. Las cartas de Pablo y el evangelio de Juan, a los que se hace especial referencia en la Encíclica, se construyen, de hecho, en el sólido fundamento del ministerio mesiánico de Jesús de Nazaret, que llegan a su auge resolutivo en la pascua de muerte y resurrección. Así es que, es necesario confrontarse con Jesús, diría yo, en la realidad y la rudeza de su historia, así como se nos relata sobre todo en el Evangelio más antiguo, el de Marcos.

Observamos entonces que el «escándalo» que la palabra y la práctica de Jesús causan alrededor de él, derivan de su extraordinaria «autoridad»: una palabra, esta, atestiguada desde el Evangelio de Marcos, pero que no es fácil reportar bien en italiano. La palabra griega es «exousia», que literalmente se refiere a lo que «viene del ser», de lo que es. No se trata de algo externo o forzado, sino de algo que emana de su interior y que se impone por sí mismo. Jesús realmente golpea, confunde, innova -como él mismo dice- a partir de su relación con Dios, llamado familiarmente Abbà, lo que le da a esta «autoridad» para que él la emplee a favor de los hombres.

Así, Jesús predica «como quien tiene autoridad», cura, llama a sus discípulos a seguirle, perdona... cosas todas que en el Antiguo Testamento, son de Dios y solo de Dios. La pregunta que más retorna en el Evangelio de Marcos es: «¿Quién es este que ...?» , y que tiene que ver con la identidad de Jesús, nace de la constatación de una autoridad diferente a la del mundo, una autoridad que no tiene la intención de ejercer el poder sobre los demás, sino para servir , para darles la libertad y la plenitud de la vida. Y esto al punto de jugarse la propia vida, hasta experimentar la incomprensión, la traición, el rechazo; hasta ser condenado a muerte, hasta caer en el estado de abandono sobre la cruz.

Pero Jesús se mantuvo fiel a Dios hasta el final. Y es precisamente entonces -como exclama el centurión romano al pie de la cruz, en el Evangelio de Marcos-, cuando Jesús se muestra, paradójicamente, ¡como el Hijo de Dios! Hijo de un Dios que es amor y que quiere, con todo su ser, que el hombre, cada hombre, se descubra y viva también él como su verdadero hijo. Esto, para la fe cristiana, está certificado por el hecho de que Jesús ha resucitado: no para demostrar el triunfo sobre aquellos que lo han rechazado, sino para dar fe de que el amor de Dios es más fuerte que la muerte, que el perdón de Dios es más fuerte que todo pecado , y que vale la pena emplear la propia vida, hasta el final, para dar testimonio de este gran regalo.


La originalidad de la fe cristiana

La fe cristiana cree esto: que Jesús es el Hijo de Dios que vino a dar su vida para abrir a todos el camino del amor. Por lo tanto tiene razón, querido doctor Scalfari, cuando ve en la encarnación del Hijo de Dios la piedra angular de la fe cristiana. Tertuliano escribía: «caro cardo salutis», la carne (de Cristo) es la base de la salvación. Porque la encarnación, es decir, el hecho de que el Hijo de Dios haya venido en nuestra carne y haya compartido alegrías y tristezas, triunfos y derrotas de nuestra existencia, hasta el grito de la cruz, experimentando todo en el amor y en la fidelidad al Abbà, testimonia el increíble amor que Dios tiene respecto a cada hombre, el valor inestimable que le reconoce. Cada uno de nosotros, por lo tanto, está llamado a hacer suya la mirada y la elección del amor de Jesús, para entrar en su manera de ser, de pensar y de actuar. Esta es la fe, con todas las expresiones que se describen puntualmente en la Encíclica.

Siempre en el editorial del 7 de julio, Usted me pregunta también cómo entender la originalidad de la fe cristiana, ya que esta se basa precisamente en la encarnación del Hijo de Dios, en comparación con otras creencias que giran en trono a la absoluta trascendencia de Dios. La originalidad, diría yo, radica en el hecho de que la fe nos hace partícipes, en Jesús, en la relación que Él tiene con Dios, que es Abbà y, de este modo, en la la relación que Él tiene con todos los demás hombres, incluidos los enemigos, en signo del amor.

En otras palabras, la filiación de Jesús, como ella se presenta a la fe cristiana, no se reveló para marcar una separación insuperable entre Jesús y todos los demás: sino para decirnos que , en Él, todos estamos llamados a ser hijos del único Padre y hermanos entre nosotros. La singularidad de Jesús es para la comunicación, y no para la exclusión. Por cierto, de aquello se deduce también --y no es poca cosa--, aquella distinción entre la esfera religiosa y la esfera política, que está consagrado en el «dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César», afirmada claramente por Jesús y en la que, con gran trabajo, se ha construido la historia de Occidente.

La Iglesia, por lo tanto, está llamada a diseminar la levadura y la sal del Evangelio, y por lo tanto, el amor y la misericordia de Dios que llega a todos los hombres, apuntando a la meta ultraterrena y definitiva de nuestro destino, mientras que a la sociedad civil y política le toca la difícil tarea de articular y encarnar en la justicia y en la solidaridad, en el derecho y en la paz, una vida cada vez más humana. Para los que viven la fe cristiana, eso no significa escapar del mundo o de la investigación de cualquier hegemonía, sino al servicio de la humanidad, a todo hombre y a todos los hombres, a partir de la periferia de la historia y suscitando el sentido de la esperanza que impulsa a hacer el bien a pesar de todo y mirando siempre más allá.


La promesa hecha por Dios al pueblo judío

Usted me pregunta también, al término de su primer artículo, ¿qué debemos decirle a nuestros hermanos judíos sobre la promesa hecha a ellos por Dios? ¿acaso quedó en el vacío? Es esta –créame- una pregunta que nos desafía radicalmente como cristianos, ya que con la ayuda de Dios, especialmente a partir del Concilio Vaticano II, hemos descubierto que el pueblo judío sigue siendo para nosotros, la raíz santa de la que germinó Jesús. También yo, en la amistad que he cultivado a lo largo de todos estos años con nuestros hermanos judíos, en Argentina, muchas veces me cuestioné ante Dios en la oración, sobre todo cuando la mente se iba al recuerdo de la terrible experiencia de la Shoah. Lo que puedo decirle, con el apóstol Pablo, es que nunca ha fallado la fidelidad de Dios a su alianza con Israel y que, a través de las pruebas terribles de estos siglos, los judíos han conservado su fe en Dios. Y por esto, con ellos nunca seremos lo suficientemente agradecidos como Iglesia, sino también como humanidad. Ellos justamente perseverando en la fe en el Dios de la alianza los invitan a todos, también a nosotros cristianos, al estar siempre a la espera, como los peregrinos, del regreso del Señor y que por lo tanto, siempre debemos estar abiertos a Él y nunca cerrarnos ante lo que ya hemos alcanzado.


Tres preguntas más

Llego así a las tres preguntas que me pone en el artículo del 7 de agosto. Me parece que, en los dos primeros, lo que le su corazón quiere es entender la actitud de la Iglesia hacia los que no comparten la fe de Jesús.


En primer lugar, me pregunta si el Dios de los cristianos perdona a los que no creen y no buscan la fe. Teniendo en cuenta que -y es la clave- la misericordia de Dios no tiene límites si nos dirigimos a Él con un corazón sincero y contrito, la cuestión para quienes no creen en Dios es la de obedecer a su propia conciencia. El pecado, aún para los que no tienen fe, existe cuando se va contra la conciencia. Escuchar y obedecerla significa de hecho, decidir ante lo que se percibe como bueno o como malo. Y en esta decisión se juega la bondad o la maldad de nuestras acciones.


En segundo lugar, Usted me pregunta si el pensamiento según el cual no existe ningún absoluto, y por lo tanto ninguna verdad absoluta, sino solo una serie de verdades relativas y subjetivas, se trate de un error o de un pecado. Para empezar, yo no hablaría, ni siquiera para quien cree, de una verdad «absoluta», en el sentido de que absoluto es aquello que está desatado, es decir, que sin ningún tipo de relación. Ahora, la verdad, según la fe cristiana, es el amor de Dios hacia nosotros en Cristo Jesús. Por lo tanto, ¡la verdad es una relación! A tal punto que cada uno de nosotros la toma, la verdad, y la expresa a partir de sí mismo: de su historia y cultura, de la situación en la que vive, etc. 

Esto no quiere decir que la verdad es subjetiva y variable, ni mucho menos. Pero sí significa que se nos da siempre y únicamente como un camino y una vida. ¿No lo dijo acaso el mismo Jesús: «Yo soy el camino, la verdad y la vida»? En otras palabras, la verdad es en definitiva todo un uno con el amor, requiere la humildad y la apertura para ser encontrada, acogida y expresada. Por lo tanto, hay que entender bien las condiciones y, quizás, para salir de los confines de una contraposición... absoluta, replantear en profundidad el tema. Creo que esto es hoy una necesidad imperiosa para entablar aquel diálogo pacífico y constructivo que deseaba desde el comienzo de esta mi opinión.


En la última pregunta me interroga si, con la desaparición del hombre sobre la tierra, desaparecerá también el pensamiento capaz de pensar en Dios. Es verdad, la grandeza del hombre está en ser capaz de pensar en Dios. Y por lo tanto, en el poder vivir una relación consciente y responsable con Él.

Pero la relación es entre dos realidades. Dios -este es mi pensamiento y esta es mi experiencia, ¡y cuántos, ayer y hoy lo comparten!-, no es una idea, aunque sea un alto fruto del resultado del pensamiento del hombre. Dios es una realidad con la «R» mayúscula. Jesús lo revela -y tiene una relación viva con Él-, como un Padre de infinita bondad y misericordia. Dios no depende, por lo tanto, de nuestra forma de pensar. Y de otro lado, mismo cuanto terminará la vida del hombre sobre la tierra –y para la fe cristiana de todos modos, este mundo así como lo conocemos está destinado a tener un fin- el hombre no acabará de existir, y en una manera que nosotros no sabemos, tampoco el universo que fue creado con él. La Escritura habla de «cielos nuevos y tierra nueva» y afirma que, al final, en el dónde y en el cuándo, que está más allá de nosotros, pero hacia el cual, en la fe tendemos con deseo y espera, Dios será «todo en todos».


Estimado doctor Scalfari, concluyo así mis reflexiones, suscitadas por lo que ha querido decirme y preguntarme. Acójalas como una respuesta tentativa y provisional, pero sincera y confiada, con la invitación que le hice de andar una parte del camino juntos. La Iglesia, créame, a pesar de todos los retrasos, infidelidades, errores y pecados que haya cometido y todavía pueda cometer en los que la componen, no tiene otro sentido ni propósito que no sea vivir y dar testimonio de Jesús: Él que fue enviado por el Abbà «para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor» (Lc. 4, 18-19).

Con fraternal cercanía,

Francesco.

Ante las cosas desagradables...


9 de septiembre de 2013

Gran Canaria a su Patrona.



El pasado sábado en Teror, durante la Romería-Ofrenda a Nuestra Señora la Virgen del Pino, cada carreta fue presentada ante el público por una pareja de niños que recitaron unas décimas alegóricas a cada municipio de la Isla de Gran Canaria. Ofrecemos aquí esos poemas completos compuestos por el verseador grancanario Yeray Rodríguez.

ISLA DE GRAN CANARIA

NIÑO:
Hoy, Madre, debes estar
repleta de regocijos
viendo que llegan tus hijos
a tu Teror y a tu altar.
Cada quien con su pesar
o su dicha hoy comparece
y cada esfuerzo merece
que aquel que te venga a ver
pueda con salud volver
a verte en el dos mil trece.

NIÑA:
Porque hoy no habrá más destinos
que este templo y esta plaza
y abrirás feliz tu casa
a todos los peregrinos;
porque hoy todos los caminos
llevarán hasta tu amor
y la isla que al fervor
de tu fe sigue prendida
querrá pasarse la vida
caminito de Teror.


AGAETE

NIÑA:
Venimos desde Agaete:
pueblo de orilla y de valle
pueblo de camino y calle,
carnaval y tenderete.
Pueblo que en fiesta se mete
cuando el mes de agosto alcanza
y que a las calles se lanza
el día en el que el pinar
baja bailando hasta el mar
a llenarlo de esperanza.

NIÑO:
Te queremos ofrendar
lo que nuestro pueblo encierra:
los frutos que da la tierra
y la bendición del mar;
la fe de quien va a pescar,
la de quien siembra café,
la fe de aquel pueblo que
vive entre salitre y monte
asomado a un horizonte
sobre el que sus sueños ve.


AGÜIMES

NIÑO:
Somos de Agüimes y por
ser del pueblo lagartero
siempre hay un carnavalero
despierto en nuestro interior.
Quizá por este fervor
juntamos penas y risas
sabiendo que si las prisas
desorientan nuestras huellas
nos orientan las estrellas
que se ven desde Temisas.

NIÑA:
Traemos, Virgen del Pino,
lo que hay sobre la carreta
y la ofrenda se completa
con los sueños del camino.
Aquí está Agüimes, que vino
a tu cita de Teror:
pero es tan grande el amor
con el que siempre te halaga
que también en Arinaga
se hace una fiesta en tu honor.


ARTENARA

NIÑO:
Artenara viene a ver
a nuestra Virgen del Pino,
viene bajando un camino
que hay que subir al volver.
Viene a Teror a traer
sus paredes, sus bocados,
sus barrancos afilados
y a su gente, que se aferra
a la entraña de la tierra
como sus antepasados.

NIÑA:
Viene con la devoción
de una Virgen y una cueva
que el que es de Artenara lleva
dentro de su corazón;
con un timple hecho canción
cuyo eco no se acaba;
con la mano que lograba
convertir el barro en hondo
y con el telón de fondo
del Pinar de Tamadaba.


ARUCAS

NIÑA:
Aquí está Arucas, Patrona,
la que con tu pueblo linda,
la que esta tarde te brinda
las bellezas que pregona;
la montaña que amontona
paisajes desde su altura;
la caña cuya dulzura
en las barricas se adentra
y el labrante que le encuentra
a las piedras la hermosura.

NIÑO:
Nuestras fiestas sanjuaneras
del solsticio veraniego,
donde conversan el fuego
y el humo de las hogueras;
nuestro mar de plataneras
que nuestra esperanza es
y el mar que moja los pies
de Arucas, el viejo mar
que se sienta a conversar
con San Pedro y San Andrés.


FIRGAS

NIÑA:
Firgas acerca a Teror
todos los años el sueño
de un municipio pequeño
que sabe hacerse mayor;
el generoso verdor
de montañas y laderas,
de canteros y berreras
y el agua que los socorre,
que por sus acequias corre
y baila en sus cantoneras.

NIÑO:
Venimos desde La Villa
de las fuentes legendarias,
del Paseo de Canarias,
de Rosales, de Padilla,
de Buenlugar, Quintanilla,
La Caldera€, del feliz
pueblo que honra a San Luis
y al patrono de los perros,
el de los mejores berros
y las vacas del país.


GÁLDAR

NIÑO:
Gáldar parte de una esquina
de Gran Canaria y asciende
y ella misma se sorprende
de ser cumbrera y marina.
De los Pinos a Sardina
late una tierra sagrada
cuya memoria enraizada
ha ido dictando sus pasos
desde los míticos trazos
que hay en su Cueva Pintada.

NIÑA:
Nuestra ofrenda es la carreta
pero también la memoria,
cada huella de la historia
que nuestra imagen completa.
Nuestra ofrenda es la paleta
de colores, magia y brillo,
de San Isidro, El Saucillo,
Sardina, Rojas, Barrial,
Caideros, El Agazal
Barranco Hondo o Juncalillo


SANTA MARÍA DE GUÍA

NIÑA:
Guía, como cada siete
de septiembre está en Teror
donde ser fiel al fervor
de sus hijos te promete.
Cuando el camino acomete
para traer su encomienda
qué feliz hace la senda
sabiendo que nació en Guía
el que fundara en su día
esta Romería-Ofrenda.

NIÑO:
Santa María de Guía
la de Bento y de Luján,
la de los quesos que dan
sabor a su medianía.
La que en agosto a María
su eterno amor le declara
y cada septiembre para
pagar promesa y favores,
baja su fe y sus tambores
desde el Lomo de Vergara.


INGENIO

NIÑA:
Aquí está el pueblo que cala,
que lucha, vende cochinos€
y hoy, siguiendo los caminos
de la fe en Teror recala.
Llega Ingenio y te regala
el paso noble y seguro
de un pueblo que, sin apuro,
tal como hace en el calado
con los hilos del pasado
está tejiendo el futuro.

NIÑO:
Llega el pueblo cochinero
que entre la cumbre y la orilla
hace que La Pasadilla
converse con El Burrero;
que enciende el pueblo en febrero
y en agosto El Carrizal,
y cada julio, puntual,
entrelaza sus raíces
con las de aquellos países
que invita a su festival.


LA ALDEA DE SAN NICOLÁS

NIÑA:
La Aldea acude a tu cita,
bendita Virgen del Pino:
más corto se hace el camino
si es para hacerte visita.
Nuestro corazón palpita
siempre en estos días más
por tu fiesta, y además
porque en fechas como estas
nos quedan cerca las fiestas
de El Charco y San Nicolás.

NIÑO:
Y aquí estamos, nuevamente,
a traerte lo mejor
de nuestro pueblo a Teror:
la fe de un pueblo valiente
que siempre tendrá presente
a los viejos aparceros
que en los años más severos
para poder escapar
se tuvieron que dejar
la vida en los tomateros.

LAS PALMAS DE GRAN CANARIA

NIÑA:
La ciudad capitalina
hace feliz el camino
y ante ti, Virgen del Pino,
regocijada se inclina.
Y tú, Patrona divina,
le brindas todo tu amor
para que ella el honor
de ser capital te preste
porque en días como este
la capital es Teror.

NIÑO:
Te traemos los encantos
que de nosotros esperas:
la Playa de las Canteras,
riscos con nombres de santos,
el Puerto que acoge tantos
destinos en su ensenada,
una Isleta disfrazada,
botes de vela latina,
San Juan, Santa Catalina
Vegueta y el Guiniguada.

MOGÁN

NIÑO:
Mogán llega hasta Teror,
a tus pies, Virgen del Pino,
como pueblo campesino
que también es pescador.
Traemos nuestro calor,
el sol que nos colorea
y el paisaje que moldea
nuestras vidas, el paisaje
que hace que la cumbre baje
a mojarse en la marea.

NIÑA:
Traemos el testimonio
de un pueblo fiel a sus ritos
que canta "Los pajaritos"
el día de San Antonio;
que cobija un patrimonio
de costa y de barranquera,
que pesca y cosecha espera
y hace triangular su historia
de Arguineguín hasta Soria
y de Soria a Veneguera.


MOYA

NIÑO:
La Moya del Pagador,
El Lance, Tomás Morales,
San Fernando, Fontanales,
y el infinito verdor,
llega otra vez a Teror
junto a toda Gran Canaria
a elevar en su plegaria
su festivo testimonio
en nombre de San Antonio,
San Judas y Candelaria.

NIÑA:
Moya la de la dulzura
de suspiros, de turrones
de bizcochos€, tradiciones
donde el pasado perdura;
Moya, que desde la altura
desciende a espumas y escamas
y que guarda entre las ramas
de los árboles tranquilos
del paisaje de Los Tilos
la memoria de Doramas.


SAN BARTOLOMÉ DE TIRAJANA

NIÑA:
Llega San Bartolomé
de Tirajana a la ofrenda
atravesando la senda
de la costumbre y la fe.
Aquí llega el pueblo de
las dunas y de las lomas,
de Pancho Guerra y sus bromas,
el que más terreno abarca,
el del Barranco, La Charca
y el Faro de Maspalomas.

NIÑO:
Traemos de nuestros pagos
desde Juan Grande a El Pajar
y de Ayacata hasta el mar
la fe por nuestros Santiagos,
las oraciones y halagos
que cada uno te hilvana,
la esperanza en el mañana
y un corazón que te ofrezco
en nombre del gigantesco
barranco de Tirajana.


SAN MATEO

NIÑO:
A la plaza de Teror
llegan los de San Mateo
con el humilde deseo
de dar de sí lo mejor.
Llega el pueblo agricultor
que del surco no se aleja,
el pueblo donde se deja
la cumbre ser medianía
y se alza el ojo vigía
de la Montaña Cabreja.

NIÑA:
Llega a Teror a ofrendar
y a pedir dicha y salud
la ferviente multitud
que aplaude a su Tinamar;
la que sabe homenajear
a todos sus labradores;
aplaude a los trilladores
y corredores caballos
y la que todos los mayos
llena a Fátima de flores.


SANTA BRÍGIDA

NIÑA:
Santa Brígida derrama
sus ilusiones, sus retos,
sus preguntas y secretos
sobre la fértil Bandama;
y cada vez que reclama
la respuesta más certera
el paisaje, a su manera,
responde y por él se entiende
que igual que a El Pico se asciende
se desciende a La Caldera.

NIÑO:
Ya Santa Brígida está
nuevamente en esta plaza
por la que todo el que hoy pasa
lo mejor que tiene da.
Y hoy nuestro pueblo dará
a la patrona del Pino
el sentir noble y genuino
de una villa laboriosa
que hace en La Atalaya loza
y que hace en El Monte vino.


SANTA LUCÍA

NIÑA:
Aquí está Santa Lucía:
la que es viento en Pozo Izquierdo,
es en Rosiana recuerdo
y en Ansite, profecía.
La que en Guriete es vigía
de un barranco legendario,
en todas partes el diario
esfuerzo por ser fecundo
y una síntesis del mundo
en Balos y en Vecindario.

NIÑO:
Te ofrendamos el pastor
que llegó a Casa Pastores
y se dejó sus mejores
años en esa labor;
el sufrido agricultor
siempre del cielo pendiente,
el pasado y el presente
de un pueblo noble y maduro
y las ganas de futuro
con las que vive su gente.


TEJEDA

NIÑO:
Venimos de la hermosura
de un gigantesco barranco
que se salpica de blanco
en el mes que menos dura;
de la imponente figura
del Bentayga que nos cuida;
de un pueblo lleno de vida
con un paisaje que asombra
al que despierta la sombra
del Nublo recién nacida.

NIÑA:
Llega hasta Teror Tejeda
para que la Virgencita
a nuestra tierra bendita
prosperidad le conceda.
Traemos la fe que hospeda
nuestro pueblo campesino,
el del bienmesabe, el vino,
el que las almendras parte
y sus septiembres reparte
entre El Socorro y el Pino.


TELDE

NIÑO:
Aquí llega Telde para
contarte que es, con orgullo,
acequia en Lomo Magullo
y arena de Melenara;
memoria y raíz en Tara,
eco vivo del Faycán,
que es en Rosiana volcán,
que en Cazadores es risco
y que es también San Francisco
y San Gregorio y San Juan.

NIÑA:
Aquí están La Majadilla,
Jinámar, Lomo Bristol,
San Antonio, El Caracol,
Marpequeña y La Pardilla,
El Ejido€ Maravilla
ver tantos de Telde aquí,
que vuelven a decir sí
a la fe que les despiertas
y hoy abren las Cuatro Puertas
de su alma para ti.


TEROR

NIÑA:
Aquí está Teror, tu casa,
el corazón de la fe,
el de La Cruz, San José,
el de tu iglesia y tu plaza;
el que con versos enlaza
a las ánimas su ruego,
y como si fuera un juego
llena su plaza de brillo
cuando un barco y un castillo
conversan, pero con fuego.


NIÑO:
Aquí estamos tus vecinos:
los de tu Villa Mariana,
la que esta tarde y mañana
se llena de peregrinos;
y es que todos los caminos,
todos los itinerarios
vuelven más hospitalarios
a tus hijos de Teror,
que han de compartir tu amor
con todos los grancanarios.


VALLESECO

NIÑO:
Arriba el pueblo vecino
nuevamente al de Teror
para abrazarse al fervor
por nuestra Virgen del Pino.
Ha vuelto a hacer el camino
y ante ti dice presente;
trajo el amor de su gente
su esfuerzo, su fe, sus ganas,
el olor de sus manzanas
y su fe por San Vicente.

NIÑA:
Valleseco es seco, pero,
de las aguas que se aferran
al subsuelo y que sí encierran
Madrelagua y Valsendero.
Allí el frío es traicionero
y aguantarlo, un desafío,
sin embargo el pueblo mío
vuelve a mostrar en Teror
cómo sabe dar calor
un pueblo de tanto frío.


VALSEQUILLO

NIÑA:
Valsequillo en romería
llega a traer la costumbre
de un pueblo que sabe a cumbre
y que sabe a medianía;
donde cantan todavía
su tradición los rancheros;
donde todos los febreros
un generoso paisaje
se embellece con el traje
blanco de los almendreros.

NIÑO:
Nuestro Valsequillo sabe
a almendra, a guinda y a fresa
y a la infinita belleza
que entre sus linderos cabe.
Tiene el sabor de la suave
yerba que viste su piel,
la del Roque Grande, fiel
guardián de un pueblo fecundo
y la del ancho y profundo
Barranco de San Miguel.