Una Iglesia que no sirve, no sirve para nada.
¿Sirve la Iglesia para algo?.
No hace mucho que leí un magnífico artículo sobre la indiferencia religiosa, en donde una persona trataba de justificar su indiferencia ante la religión diciendo más o menos que la Iglesia no le mantenía a los hijos. Desde luego, y como decía el autor, que si sólo es bueno lo que da de comer, cabría decir que hay muchas cosas y personas que no sirven para nada como el ver una obra de arte, leer un poema o cuidar de un niño o un anciano. ¿Será la Iglesia una institución inútil que no sirve para nada?, ¿Qué puede hacer la Iglesia por este mundo? ¿No basta con la labor de los políticos, de los economistas, de los científicos...?
El autor nos proponía imaginar que en el mundo habían desaparecido los problemas más acuciantes: el hambre, el paro, la guerra, las injusticias, las enfermedades, la incultura... Pues bien, creemos que a pesar de ello sería legítimo hacerse una pregunta: ¿qué sentido tiene la vida?. Y esa es una pregunta que siempre será preciso hacerla, pues el corazón humano nunca se sacia plenamente con las cosas de la tierra. Sólo Dios podrá dar respuesta a las más profundas aspiraciones del hombre. Por eso, por muchas vueltas que de la vida, los hombres nunca podrán ser totalmente indiferentes al problema religioso. Y es precisamente la Iglesia quien puede recordar a la humanidad el sentido y la verdad más profunda de la vida, que no se reduce a este mundo. La Iglesia recuerda cómo Dios creó el mundo por amor y envió a su Hijo al mundo para salvarlo. Y, guiada por el Espíritu Santo, prolonga a lo largo del tiempo la obra de Jesús.Es misión de la Iglesia recordar la gran verdad que el mundo pretende ignorar, la esperanza a la que el ser humano está llamado a vivir. La falta de esperanza en Dios y el reducir todo el esfuerzo a conseguir los bienes materiales, es con mucha frecuencia, causa de egoísmos, injusticias y otros muchos males.
Es verdad que la misión de la Iglesia no es de orden político, económico o social, sino religioso. Pero de esta misión religiosa se deriva el esfuerzo por hacer un mundo más humano, en el que se garantice la dignidad de las personas o se garanticen sus derechos.
La Iglesia tiene el deber de crear obras al servicio de los hombres, sobre todo de los más necesitados. Así por ejemplo nada tiene de extraño que se preocupe de crear residencias para ancianos, centros para personas con deficiencia mental, hogares para las mujeres en situación difícil, centros de rehabilitación de toxicómanos, colegios de enseñanza, hospitales y dispensarios, hogares para transeúntes, etc... Así mismo la Iglesia debe preocuparse y así lo hace, de defender los derechos humanos, de contribuir a la paz, a la cultura... No cabe duda de que, en este sentido, ha prestado y está prestando un gran servicio a la humanidad, impulsando la lucha contra la miseria, la injusticia, las discriminaciones de todo tipo...
La Constitución pastoral Gaudium et spes, nº 43 nos dice: "Se equivocan los cristianos que con el pretexto de que no tenemos aquí ciudad permanente, pues buscamos la futura, consideran que pueden descuidar las tareas temporales, sin darse cuenta de que la propia fe es un motivo que les obliga al más perfecto cumplimiento de todas ellas... El cristiano que falta a sus deberes temporales falta a sus deberes para con el prójimo, falta a sus deberes para con Dios y pone en peligro su eterna salvación".
Es un gran error pensar que la práctica de la religión consiste solamente en acudir a los actos de culto y que no tiene nada que ver con los trabajos y asuntos temporales (como la economía, la política, la cultura...) Es lo que el Concilio llama "divorcio entre la fe y la vida diaria". Por eso es un mal cristiano quien no se compromete en serio, en la medida de sus posibilidades, a mejorar este mundo.
Recordemos aquella frase: “Una Iglesia que no sirve, no sirve para nada”. Pero si la misión de la Iglesia es, precisamente, colaborar a hacer un mundo mejor y, además, a conseguir la salvación eterna, y eso lo hace, está prestando un gran servicio a la humanidad.
"Gracias, Señor, por la Iglesia. De veras que no entiendo a los que dicen que creen en ti, pero no creen en ella.¿Para qué hacen falta intermediarios? ¿Para qué hace falta la Iglesia?, balbucean. De nuevo te digo: gracias por la Iglesia. Gracias a ella me ha llegado tu palabra, gracias a ella he podido conocerte. Si su voz se apagara en este mundo, ¿quién podría gritar en favor de los más débiles? ¿Quién podría recordar que tu eres Padre y que son los otros hombres mis hermanos?Ayúdanos, Señor, a amar a tu Iglesia, a trabajar con ilusión en ella, a descubrir la tarea tan inmensa que tú has puesto en nuestras manos. Amén".