"Enséñanos a nosotros, te pedimos,
la humildad del corazón
para formar parte
de los pequeños del Evangelio,
a quienes el Padre
les ha prometido revelar
los misterios de su Reino.
Ayúdanos a rezar
sin cansarnos nunca,
seguros de que Dios conoce
lo que necesitamos,
antes de que se lo pidamos.
Danos una mirada de fe
capaz de reconocer con prontitud
en los pobres y en los que sufren
el rostro mismo de Jesús.
Apóyanos en la hora
del combate y de la prueba y, si caemos,
haz que experimentemos
la alegría del sacramento del perdón.
Transmítenos tu tierna devoción a María,
Madre de Jesús y nuestra.
Acompáñanos en la peregrinación terrena
hacia la patria bienaventurada,
donde esperamos llegar también nosotros
para contemplar para siempre
la Gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo".
(Oración pronunciada por Juan Pablo II en la Misa de canonización del Padre Pío, el 16 de Junio de 2002).
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