El esqueleto apaga la llama de la vida, un pie descarnado lo apoya en el globo terráqueo, y el otro sobre los símbolos de la efímera grandeza que el mundo presta.
Todo acaba en un abrir y cerrar de ojos, en sucio polvo, en ceniza, en nada al cabo, en este mes donde la muerte parece reinar.
Y de este modo siniestro y repugnante, acaban todas las glorias y las pompas mundanas.
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