A las 8:00 de esta mañana, el Señor llamó a su Presencia a un hermano sacerdote, Don Manuel Rivero Rivero a los 78 años.
Don Manuel, el cura de Fontanales, así era y así lo llamábamos, no era un sacerdote cualquiera, era un sacerdote especial, tanto para mí como para mi familia.
El fue el que un 14 de agosto de 1976, bendijo el matrimonio de mis padres y el mismo que un 6 de agosto de 1977, con tan solo 13 días de vida, me incorporaba a la Iglesia mediante el bautismo en el pueblo cumbrero de Artenara, del que fue párroco durante 14 años.
El fue el que un 14 de agosto de 1976, bendijo el matrimonio de mis padres y el mismo que un 6 de agosto de 1977, con tan solo 13 días de vida, me incorporaba a la Iglesia mediante el bautismo en el pueblo cumbrero de Artenara, del que fue párroco durante 14 años.
Don Manuel fue ordenado sacerdote el 22 de septiembre de 1962 con 27 años, y hace poco, el pasado 22 de septiembre, "celebró" sus 51 aniversario de Ordenación Sacerdotal desde el altar de su cama, ya mermado por la enfermedad y sin apenas darse cuenta de lo que ocurría a su alrededor.
Muchos son los recuerdos, muchas las anécdotas vividas a su lado, primero como niño, en el pueblo, luego como seminarista en las fiestas de su parroquia y los últimos seis años de su vida como compañero y hermano en el sacerdocio.
Con Don Manuel, al igual que con tantos otros compañeros sacerdotes que ya han partido de este mundo hacia la Casa del Padre, tuve la suerte de compartir cada lunes, la formación, la vida espiritual, la comida y la animada tertulia con sus salidas espontáneas y ocurrencias.
Gracias Don Manuel, por su vida, por su testimonio de fe, por su piedad sacerdotal y su entrega. Gracias por el regalo del bautismo. Gracias por los momentos vividos y por los que aún nos faltaron por vivir...
Solo recordarle, que cuando me llegue la hora y me vea entrar por la puerta del Cielo, no se olvide de decirme lo de siempre; ¡Norbertillo querido, que bueno que viniste!...
¡Gracias Don Manuel y hasta pronto!...
Muchos son los recuerdos, muchas las anécdotas vividas a su lado, primero como niño, en el pueblo, luego como seminarista en las fiestas de su parroquia y los últimos seis años de su vida como compañero y hermano en el sacerdocio.
Con Don Manuel, al igual que con tantos otros compañeros sacerdotes que ya han partido de este mundo hacia la Casa del Padre, tuve la suerte de compartir cada lunes, la formación, la vida espiritual, la comida y la animada tertulia con sus salidas espontáneas y ocurrencias.
Gracias Don Manuel, por su vida, por su testimonio de fe, por su piedad sacerdotal y su entrega. Gracias por el regalo del bautismo. Gracias por los momentos vividos y por los que aún nos faltaron por vivir...
Solo recordarle, que cuando me llegue la hora y me vea entrar por la puerta del Cielo, no se olvide de decirme lo de siempre; ¡Norbertillo querido, que bueno que viniste!...
¡Gracias Don Manuel y hasta pronto!...
4 comentarios:
D.E.P. un gran sacerdote de nuestra Diócesis. Que el Señor lo acoja en su reino.
Muy bonitas Norber estas palabras a Don Manuel. Que descanse en paz.
Bonitas palabras padre Norberto. No sabía que Don Manuel lo había bautizado. Sin duda alguna, fue un gran sacerdote y una gran persona. Descanse en paz.
Gracias por compartir esta experiencia y sobre todo, por el merecido recuerdo de gratitud a nuestro querido Don Manuel. Dios habrá sabido premiarle. Nuestra Señora del Carmen, de la que era devotisimo, llevando su Escapulario día y noche, a buen seguro le habrá abierto las puertas del Paraiso. Hasta el Cielo, Don Manuel!
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