Hemos podido escuchar esta noche en el pasaje del evangelio, como las tres santas mujeres se dirigen al sepulcro de Jesús para embalsamarlo y se preguntan: ¿Quién nos moverá la piedra de la entrada del sepulcro? La piedra es el gran obstáculo que se interponía entre ellas y Jesús.
Todos podemos entender muy bien la pregunta de estas mujeres. Es una pregunta llena de preocupación.
Ellas salieron apresuradas de casa, y no tuvieron tiempo de pensar que necesitarían ayuda de alguien más fuerte que ellas para mover esa piedra que se interponía entre ellas y Jesús. Y se preguntan la manera de encontrar su objetivo.
También nosotros, podemos preguntarnos ¿Quién puede apartarnos los obstáculos de nuestra vida? ¿Quién puede mover la piedra que encierra nuestro corazón y no lo deja respirar en libertad? ¿Quién puede eliminar las barreras que cierran el acceso a la alegría y la esperanza?.
A las mujeres del evangelio les ocurrió algo sorprendente. Cuando llegaron vieron que la piedra estaba movida y eso que era muy grande – nos dice el evangelio. Y Jesús, el muerto que querían embalsamar, no se encuentra ahí.
Dios ha movido la piedra del sepulcro de Jesús. Dios le ha resucitado. Cuando los cristianos decimos que Jesús ha resucitado no decimos sólo que Jesús vive en el recuerdo de sus discípulos, o en la fe de la Iglesia. Ni la memoria de los discípulos, ni nuestra fe es la causa de la resurrección. Es la fuerza de vida de Dios la que da lugar a la resurrección.
Esto es lo sorprendente de la Pascua y de nuestra vida con Dios. Cuando esperábamos encontrarnos con el final, cuando creemos que no hay más salida, Dios nos abre una nueva senda y nos da un nuevo comienzo.
La resurrección de Jesús es el comienzo de un nuevo mundo en el que todas las cosas y toda la creación será transformada como dijo el apóstol Pablo. Jesús ha resucitado, la vida continúa, pero continúa transformándonos. Una transformación en la que desaparecen las piedras que dificultan nuestra vida, que impiden al acceso a la esperanza, que se interponen en nuestro encuentro con Jesús.
Si no estamos dispuestos a vivir esta transformación en nuestras vidas, esta noche será una noche más, no será la gran noche de Resurrección, de un nuevo amanecer en nuestras vidas. No podemos ser los mismos de hace un mes, o de la pasada semana. Algo tiene que cambiar en nosotros, transformar nuestra existencia, de lo contrario no habremos resucitado con Cristo y no hemos entendido su Pasión.
Cristo, el Señor del tiempo y de la historia ha vencido a la muerte. Cristo ha resucitado. Vivamos este gozo y comuniquemos esta gran noticia a toda la tierra.
Cristo ha resucitado. El es nuestra Paz, Él es nuestra Esperanza, Él nuestra Alegría. Que nadie nos quite la paz, que nada ahogue nuestra esperanza, que nadie apague nuestra alegría.
Feliz Pascua de Resurrección a todos.
Todos podemos entender muy bien la pregunta de estas mujeres. Es una pregunta llena de preocupación.
Ellas salieron apresuradas de casa, y no tuvieron tiempo de pensar que necesitarían ayuda de alguien más fuerte que ellas para mover esa piedra que se interponía entre ellas y Jesús. Y se preguntan la manera de encontrar su objetivo.
También nosotros, podemos preguntarnos ¿Quién puede apartarnos los obstáculos de nuestra vida? ¿Quién puede mover la piedra que encierra nuestro corazón y no lo deja respirar en libertad? ¿Quién puede eliminar las barreras que cierran el acceso a la alegría y la esperanza?.
A las mujeres del evangelio les ocurrió algo sorprendente. Cuando llegaron vieron que la piedra estaba movida y eso que era muy grande – nos dice el evangelio. Y Jesús, el muerto que querían embalsamar, no se encuentra ahí.
Dios ha movido la piedra del sepulcro de Jesús. Dios le ha resucitado. Cuando los cristianos decimos que Jesús ha resucitado no decimos sólo que Jesús vive en el recuerdo de sus discípulos, o en la fe de la Iglesia. Ni la memoria de los discípulos, ni nuestra fe es la causa de la resurrección. Es la fuerza de vida de Dios la que da lugar a la resurrección.
Esto es lo sorprendente de la Pascua y de nuestra vida con Dios. Cuando esperábamos encontrarnos con el final, cuando creemos que no hay más salida, Dios nos abre una nueva senda y nos da un nuevo comienzo.
La resurrección de Jesús es el comienzo de un nuevo mundo en el que todas las cosas y toda la creación será transformada como dijo el apóstol Pablo. Jesús ha resucitado, la vida continúa, pero continúa transformándonos. Una transformación en la que desaparecen las piedras que dificultan nuestra vida, que impiden al acceso a la esperanza, que se interponen en nuestro encuentro con Jesús.
Si no estamos dispuestos a vivir esta transformación en nuestras vidas, esta noche será una noche más, no será la gran noche de Resurrección, de un nuevo amanecer en nuestras vidas. No podemos ser los mismos de hace un mes, o de la pasada semana. Algo tiene que cambiar en nosotros, transformar nuestra existencia, de lo contrario no habremos resucitado con Cristo y no hemos entendido su Pasión.
Cristo, el Señor del tiempo y de la historia ha vencido a la muerte. Cristo ha resucitado. Vivamos este gozo y comuniquemos esta gran noticia a toda la tierra.
Cristo ha resucitado. El es nuestra Paz, Él es nuestra Esperanza, Él nuestra Alegría. Que nadie nos quite la paz, que nada ahogue nuestra esperanza, que nadie apague nuestra alegría.
Feliz Pascua de Resurrección a todos.
4 comentarios:
Muchas felicidades Don Norberto. Que Dios le bendiga siempre. Gracias por sus palabras de aliento y esperanza. Gracias por su cercania. Reciba un fuerte abrazo.
Feliz Pascua Florida Norberto. Un abrazo grande.
Felíz Pascua de Resurrección Norbert.Que Cristo sea siempre la Luz de tu vida y la razón única de tu existencia. Que Dios bendiga tu ministerio. Gracias por estar ahí. Gracias por estar con nosotros. Un abrazo. Jm
Norberto, al igual que los otros comentarios, yo también me uno a las felicitaciones. Así que muchas felicidades también para ti de todo corazón. Con todo nuestro cariño esta familia que te quiere y te desea siempre lo mejor en esta vida. Que bonita Semana Santa hemos vivido. Marlg y familia.
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