Ayer celebrábamos con gozo y alegría, la fiesta en honor de Nuestra Señora la Virgen de la Cuevita, y como decía al comenzar la homilía en la Misa Solemne, estas fiestas tienen para mi, al igual que para el resto de los artenarenses y personas cercanas a nuestro pueblo, un significado muy especial.
Para los hijos de Artenara, estas fiestas no son unas fiestas más, unas fiestas que hay que celebrar cada año porque tocan. Estas fiestas son las fiestas de nuestra Madre de la Cuevita y las fiestas de la Madre, son fiestas que los creyentes, preparamos y celebramos con gran cariño y devoción.
Tratemos de aprender de María. Hagamos de nuestra vida de creyentes un acto de amor llevado al extremo, como Ella. Que como buenos artenarenses de hoy, imitando a los artenarenses de ayer, que nos legaron y transmitieron el regalo de la fe, vayamos siempre de la mano de María, al encuentro de Jesús.
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