31 de diciembre de 2012

En su Santa Voluntad...



En su Santa Voluntad, viviremos el Nuevo Año, 
llevaremos la bandera del amor y la bendición a todos,
 la bandera del perdón, de la comprensión y la solidaridad, 
sostendremos al débil y animaremos al fortalecido.
Confiaremos en el Todopoderoso, 
quien nos ayudará a llevar las cargas, 
nos hará descansar, nos abrigará bajo sus alas.

FELIZ AÑO NUEVO.

29 de diciembre de 2012

26 de diciembre de 2012

¿Dónde se esconde la grandeza de Dios?


Aunque a muchos no les llegará en papel, y ante la imposibilidad de hacerlo personalmente, aquí les va mi felicitación para estas fiestas navideñas.





“La Navidad nos muestra dónde se esconde la grandeza de Dios: 
en un pesebre, en unos pañales, en una gruta...
Dios se humilla para que podamos acercarnos a Él,
para que podamos corresponder a su Amor con nuestro amor" 

(San Josemaría, Es Cristo que pasa, 18). 


Feliz y Santa Navidad.


Norberto Antonio Medina Díaz.

Párroco de Ntra. Sra. de Fátima (La Montaña - Gáldar) 
y San Pedro Apóstol (La Atalaya - Santa María de Guía).


Navidad 2012

20 de diciembre de 2012

San Josemaría Escrivá y el Padre Pío de Pietrelcina.




Josemaría Escrivá de Balaguer, (Barbastro, Huesca, (España), 9 de enero de 1902 - Roma, 25 de junio de 1975) se trasladó a vivir a Roma en 1946. Residía en un apartamento humilde de la "Città Leonina", frente a las medio derruidas torres que en el siglo IX elevó el Papa León IV. Por entonces, oyó hablar ya del Padre Pío (Pietrelcina, provincia de Benevento, Italia, 25 de mayo de 1887 - San Giovanni Rotondo, provincia de Foggia, Italia, 23 de septiembre de 1968), y como no, de sus milagros, estigmas y numerosos carismas. 



El Padre Pío vivía en el convento de San Giovanni Rotondo, a unos cuatrocientos kilómetros al sur de Roma. Y aunque no consta que llegaran a conocerse en persona, Escrivá de Balaguer salía en defensa del Padre Pío cada vez que alguien le criticaba o ponía en duda la autenticidad de su vida cristiana en alguna conversación. Algo, por desgracia, bastante común entonces en algunos sectores eclesiásticos. El fundador del Opus Dei estaba convencido de que el Padre Pío era un hombre de Dios. 

No importaba que ambos encarnasen dos espitirualidades en apariencia tan distintas: Escrivá de Balaguer amaba lo ordinario y huía por tanto de las manifestaciones grandiosas; pero el Padre Pío amaba también lo cotidiano, aunque aceptase resignadamente llevar los estigmas de Jesucristo en manos, pies y costado.

Tanto el uno, como el otro, tuvieron sus experiencias místicas como los dos grandes santos que son, canonizados por el mismo Papa Juan Pablo II en el mismo año 2002. Josemaría Escrivá de Balaguer había invitado al entonces Karol Wojtyla a participar en unas jornadas antropológicas junto con el filósofo Antonio Millán-Puelles. Dos años después de que el fundador del Opus Dei se estableciese en Roma, en 1948, Wojtyla visitó al Padre Pío en San Giovanni Rotondo para asistir a su Misa y confesarse con él.

El Señor quiso al final que Juan Pablo II, Josemaría Escrivá de Balaguer y el Padre Pío fuesen elevados a los altares, convirtiéndose en tres intercesores de lujo para esta sociedad actual, tan necesitada de Dios.

16 de diciembre de 2012

Gaudete in Domino semper...




El tercer domingo de Adviento, que hoy celebramos, tiene un nombre específico: "Domingo de Gaudete". Recibe ese nombre por la primera palabra en latín de la antífona de entrada, que dice: "Gaudéte in Domino semper: íterum dico, gaudéte". (Estad siempre alegres en el Señor, os lo repito, estad alegres). La antífona está tomada de la carta paulina a los filipenses( Flp. 4, 4-5), que sigue diciendo; Dominus prope este (el Señor está cerca). Y efectivamente, en este tercer domingo, que marca la mitad del Adviento, la llegada del Señor se ve cercana. Cuando nos acercamos a la celebración del Nacimiento de Jesús, la palabra de Dios nos recuerda cómo las profecías han sido ya cumplidas; que estamos en lo que los teólogos llaman el "ya, pero todavía no".

El Domingo de Gaudete por lo tanto, hace un alto, como el Domingo del Laetare (IV de Cuaresma), a medio camino a través de un tiempo que de otra manera es de carácter penitencial, y significa la cercanía de la venida del Señor. De las "estaciones" que se mantienen en Roma para representar los cuatro domingos de Adviento, la correspondiente a la basílica Vaticana se le asigna al Gaudete, ya que es el más importante de los cuatro domingos

Por ese motivo, en este domingo los signos penitenciales que, moderadamente, se dan en Adviento, hoy se eliminan. Se deben poner más flores, sonar la música y, como más característico, se pueden usar vestiduras de color rosado. Lógicamente, si el templo o parroquia no dispone de ese color, se usa el propio del tiempo, o sea, el morado.

Haciendo algo de historia diremos que el Adviento ha conservado muchas de las características penitenciales que tuvo en su origen, en que se consideraba como una especie de Cuaresma para preparar la llegada del Señor y que comenzaba también cuarenta días antes, el día después de la fiesta de San Martín (12 de noviembre), de aquí que a menudo se le llamara también la "Cuaresma de San Martín" , nombre por el que el Adviento fue conocido desde el siglo V. Tanto en el Oficio como en la Misa a través del Adviento, se hace referencia continua a la segunda venida de nuestro Señor, y se enfatiza en el tercer domingo por medio de la adición de signos permitidos para ese día, como una expresión de alegría.

El Domingo de Gaudete está marcado por un Nuevo Invitatorio, la Iglesia no invita ya a los fieles meramente a adorar "al Señor que va a venir", sino que les llama a una liturgia de alegría porque "el Señor está ahora aquí y al alcance de la mano". La alegría de la espera se enfatiza por las constantes Aleluyas tanto en el Oficio como en la Misa a través de todo el Adviento. La Epístola, tomada de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (5, 16-24), nos incita a regocijarnos: “Hermanos: Vivan siempre alegres” y nos urge a prepararnos para encontrarnos con el Salvador a través de oraciones y súplicas y de acciones de gracia, mientras que el Evangelio de Juan (1, 6-8. 19-28) nos habla del Bautista y nos advierte que el Cordero de Dios está ahora entre nosotros, aunque parezca que no le conocemos “Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan”.

El espíritu del Oficio y de la Liturgia a través de todo el Adviento es de espera y de preparación para la fiesta de Navidad así como para la segunda venida de Cristo, y los ejercicios penitenciales, que han sido adecuados para ese espíritu, son suspendidos en el Domingo de Gaudete para simbolizar la alegría y el regocijo por la Redención Prometida, las cuales nunca deben estar ausentes del corazón del fiel.

No tengo la conciencia tranquila...




Pillan a un ladrón de cuello blanco con las manos en la masa de un fraude de millones de dólares, y lo primero que declara es que tiene la conciencia tranquila. Desfilan por el telediario deportistas con el pescuezo con tortícolis de tanto sostener el peso de las medallas de oro y que de buenas a primera son acusados de doparse, y nos largan un comunicado de cuatro folios pregonando que tienen la conciencia tranquila. Políticos sin escrúpulos grabados en conversaciones comprometedoras, artistas del tablao y la farándula tratando negocios turbios, defraudadores de hacienda, comisionistas de obras públicas, funcionarios que se pasan ocho horas tomando café y leyendo la prensa por Internet, calumniadores profesionales que se adueñan de los platós de televisión para despellejar al famoso de turno caído en desgracia; mentirosos expertos que tuercen y retuercen la realidad para hacerla más morbosa y más comercial; todos tienen la conciencia tranquila. Desde el ama de casa que le echa más horas de la cuenta a chismorrear por el patio, al empleado público que trajina folios; desde el barman que aligera el licor con agua de grifo al cocinero que aprovecha las sobras del cliente que ya ha pagado la cuenta para hacer un cocido. Todos tienen la conciencia tranquila. Desde el policía aburguesado al taxista perezoso. Desde el enamorado medio pensionista al clérigo que no reza el breviario. 

Yo sólo soy un pobre diablo y declaro que no tengo la conciencia tranquila. Me acusa y me atosiga a toda hora. Me desvela las mejores horas del sueño para recordarme un mal gesto o una mirada de enojo. Me acusa cuando no doy por no hacer la caridad; me causa cuando doy porque entrego poco; me acusa cuando dono mucho porque quizá mi mano izquierda se ha enterado que lo hizo la derecha. Me critica cuando rezo porque oro mal, me acusa cuando me siento ante la tele o Internet porque son horas que se las robo a Dios. Me acusa cuando hablo y tengo que callar, y cuando guardo silencio y debería haber hablado. Me señala con el dedo cuando me recreo en el comentario inoportuno, cuando hago leña del árbol caído, cuando me dejo amontonar las facturas sin revisar ni archivar, cuando dejo que la salsa de los espaguetis se pegue en el fondo de la cacerola, cuando dejo para mañana la llamada de ánimo que está esperando un amigo enfermo, cuando no visito ni consuelo al enfermo, cuando miro al pobre no con los ojos de Cristo, sino con la mirada del indiferente. 

Bendita sea mi conciencia que se pasa la vida acusándome y acosándome. Dios quiera que me persiga hasta el fin de mis días porque entonces estaré a tiempo de la conversión y de la salvación. Los que pregonan que tienen la conciencia tranquila sólo la tienen dormida, o, en el peor de los casos, ya está muerta. Por eso duermen a pierna mientras los hijos se pegan al televisor o se enganchan a la pornografía hasta altas horas de la madrugada. Por eso el funcionario se cree en el derecho de sustraerle al Estado su tiempo y su esfuerzo; por eso el café sabe más a agua que a café, las carreteras no terminan de arreglarse nunca y el contratista es cada vez más rico haciendo cada vez menos. 

La conciencia no es otra cosa que la voz de Dios. Pero el Señor habla muy bajito y debemos agudizar mucho el oído para poder escucharle. Los que la tienen tranquila hace ya mucho tiempo que le ha tapado la boca a Nuestro Señor a base de engaños y fraudes, de promesas incumplidas y de pecados no redimidos, y, mientras nos pasemos por la casa en babuchas y albornoz ajenos al dolor de la humanidad, a Dios le hemos escondido en el desván con los brazos y las piernas atadas, y en la boca una mordaza para que no nos recuerde los malos pasos que estamos dando. (Del blog Las Sandalias del Peregrino).

13 de diciembre de 2012

Santa Lucía, virgen y mártir.



Oración

Santa Lucía, Virgen mártir de Siracusa, 
venimos a ti para suplicarte nos alcances 
de Jesucristo Nuestro Señor, 
a quien tanto amaste
y por ser fiel a su amor sufriste el martirio, 
la fortaleza en vivir nuestra fe 
y en la práctica de nuestra vida cristiana.
Fuiste una joven fuerte que no cediste
ante la tortura de tus verdugos, 
ayúdanos a no ser débiles y frágiles ante las tentaciones, 
sino valientes y audaces para superarlas.
Y como patrona y abogada de la vista, 
te pedimos, por la visión de nuestros ojos,
 para que jamás la ceguera nos llegue al corazón.
Amén.

Un cura feliz...



La gente anda enferma de tristeza. A ratos sueñan con alegrías de plata, y mendigan el ritmo de una música epiléptica en la jarana, o el trance horrendo de la droga… Pero, poco a poco, las luces de todas sus fiestas se van apagando, y el pobre corazón vuelve a quedarse más solo, más poeta y más triste en penas. A los cristianos tristes habría que esconderlos hasta que se les pase. A los curas aproblemados y gruñones, sólo el sueño eterno les amansa. Unos y otros arruinan el cristianismo de las Bienaventuranzas, la fiesta que se lleva en el corazón, la que nunca se acaba…, la que llamamos Dios. ¡Cristo es un Dios alegre!

Hoy a nosotros, los pequeños Cristos rotos, nos queda hacer el nuevo milagro de la alegría en este mundo de tristes; llevar siempre un Magnificat en los labios, heredado de la Madre, y un Dios de la alegría bien metido en el corazón.

¡Cura! Sin salud, sin plata, sin coche ni móvil, sin viajes, sin aplausos, sin juergas, sin amores tapados, ni espacios escondidos…, llevas una orquesta de alegría en tu corazón, de pie, mirando las estrellas desde donde te habla Dios. Contagias a tu paso esa felicidad que Dios te da y que no se compra en la tierra.

Cura de Dios, vas curando a tu paso las penas de todos, y la gente vuelve a creer en los milagros. Todos quieren saber el secreto de tu alegría, y cómo se llama tu Dios. Los enfermos sonríen tanto, que hacen reír a los sanos; los pobres buscan a alguien con quien compartir su pequeño pan; los ricos empiezan a arruinarse entre risas como aquel Zaqueo, y las víctimas echan el brazo al hombro del verdugo y le hacen llorar al llamarle amigo, y así hasta mil…, a quienes les recuerdas mucho al Dios campesino de Nazaret.

A este paso por la tierra le llaman calle de la amargura. Quisiera cambiar este nombre. Cristo recorrió ese camino muy golpeado, pero nadie vio odio en su mirada, ni amargura, ni rencor. Iba mudo, pensando que los que le pegaban eras sus hermanos pequeños, en un mal día, cuando mataban al que más los quería.

Cura bueno de todos los días, que a la mañana coges a Cristo en las manos y lo miras con ternura, y al caer la tarde llevas alguna cruz; no la arrastres entre gemidos, haz de tu cruz una guitarra y llévala en volandas, y echa al vuelo tu mejor chiste en forma de cantar y suspirar… Aunque la voz te salga un poco quebrada, harás reír a los que, con su cruz, te siguen.

Y si alguno, desde la acera, te dice con burla: «Eres un olvidado de Dios», arráncate con tu mejor canto, que Dios te hará dentro del alma la segunda voz. Al oír la voz de los dos, saldrá al camino la mujer única de tu vida, a darte en un beso volado el cariño que tiene una madre por su cachorro, Santa María. (P. Ignacio Muguiño, S.J.)


" El gozo sobre todo de mi vida,
 capaz de hacer llevaderas mis penas 
y endulzar todas mis amarguras 
es pensar y saborear sólo esto: 
que soy sacerdote" 

(Beato Manuel González, obispo)

12 de diciembre de 2012

Ntra. Sra. de Guadalupe.






Desde el cielo una hermosa mañana,
la Guadalupana bajó al Tepeyac.

Suplicante juntaba sus manos,
y eran mexicanos su porte y su faz.

Junto al monte pasaba Juan Diego,
y acercose luego al oir cantar. 

Juan Dieguito, la Virgen le dijo;
este cerro elijo para hacer mi altar. 

Desde entonces para el mexicano,
ser Guadalupano es algo esencial. 

En sus penas se postra de hinojos,
y eleva sus ojos hacia el Tepeyac. 

En la tilma entre rosas pintadas,
su imagen amada se digno dejar. 


8 de diciembre de 2012

Patrona de España.




María Inmaculada fue proclamada Patrona de España por el papa Clemente XIII, mediante la bula “Quantum Ornamenti”, de fecha 25 de diciembre de 1760. Se lo había solicitado el rey Carlos III, como otros reyes españoles habían hecho repetidamente.

El dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María fue proclamado por el beato Papa Pío IX, mediante la bula “Ineffabilis Deus”, el 7 de diciembre de 1854 que dice lo siguiente:

"Para honra de la Santísima Trinidad, para la alegría de la Iglesia católica, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, con la de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra: Definimos, afirmamos y pronunciamos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original desde el primer instante de su concepción, por singular privilegio y gracia de Dios Omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús, Salvador del género humano, ha sido revelada por Dios y por tanto debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles. Por lo cual, si alguno tuviere la temeridad, lo cual Dios no permita, de dudar en su corazón lo que por Nos ha sido definido, sepa y entienda que su propio juicio lo condena, que su fe ha naufragado y que ha caído de la unidad de la Iglesia y que si además osaren manifestar de palabra o por escrito o de otra cualquiera manera externa lo que sintieren en su corazón, por lo mismo quedan sujetos a las penas establecidas por el derecho". 

El 8 de diciembre de 1857, el beato Pío IX hizo construir en la plaza de España de Roma, capital de los Estados Pontificios en los que aún reinaba, el monumento a la Inmaculada que sigue enalteciendo la ciudad. Al bendecir la imagen colocada sobre una esbelta columna frente a la embajada de España, declaró al embajador: 

"Fue España, la Nación, que por sus reyes y por sus teólogos, trabajó más que nadie para que amaneciera el día de la proclamación del dogma de la Concepción Inmaculada de María"

Abandonarse en Dios...






"Mi pasado, Señor, 
lo confío a tu Misericordia, 
mi presente a tu Amor, 
mi futuro a tu Providencia". 

(Padre Pío)

Momentos en la vida de Padre Pío.





San Giovanni Rotondo sufría la falta de hospital, y Padre Pío, el 25 de enero de 1925 tuvo la ilusión de ver inaugurado el pequeño “Hospital civil de San Francisco”, surgido del antiguo convento de las Clarisas: dos cámaras, con siete camas cada una y dos habitaciones reservadas, curas gratuitas para los pobres. Al cabo de trece años, destruido por el terremoto de 1938, el pequeño hospital tuvo que cerrar. Restaurado y transformado, el local se convierte en asilo infantil. 

El 9 de enero de 1940, se encontraban tres amigos de Padre Pío en su celda, donde los catequizaba sobre el espíritu de abnegación y de caridad y les dijo, entre otras cosas: “Hijos míos en cada enfermo está Jesús que sufre, en cada pobre está Jesús que languidece. En cada enfermo pobre está dos veces Jesús”. Nacía la idea de la “Casa para el Alivio del Sufrimiento”. Los hijos espirituales del Padre Pío recogen la idea de su corazón y una vez que el huracán bélico hubo terminado, e inenarrables dificultades fueron superadas, el 16 de mayo de 1947 se colocaba la primera piedra de la “Catedral de la Caridad”. 

Después, sacó una monedita de oro de su túnica y dijo: “Quiero dar el primer donativo para la obra”. En ese momento se formó el Comité para la fundación del Hospital según las intenciones de Padre Pío. La obra se llamará “CASA ALIVIO DEL SUFRIMIENTO”.

Se trataba obviamente de un comité de personas seleccionadas por el mismo Padre Pío, ya que tenían una disposición al voluntariado y una dedicación completa hacia esta obra. Aunque los tiempos se alargaron a causa de la iniciación de la segunda guerra mundial. La estructura pudo comenzarse sólo al final del conflicto armado.

Sobre la montaña árida frente al Convento, se fijó la mirada de Padre Pío para realizar el alivio de los sufrimientos. El Señor inspiró al Padre, que precisamente en esa montaña árida y llena de piedras quería que surgiera la Obra. Aliviar los sufrimientos de los hermanos en el alma y en el cuerpo era su deseo cotidiano.

Decía: 
“Recen para que se cumpla el designio de Dios, así como lo quiere. Dios es providencia, Dios provee. Dios me encomendó una misión terrena: la fundación de un hospital para los pobres enfermos del alma y del cuerpo.” 

La idea de Padre Pío de construir un gran hospital en uno de los puntos más pobres de Italia, estaba penetrando en la conciencia de muchos. Se trataba también de gente humilde que mandaba lo que podía, conciente de contribuir a una obra de renacimiento espiritual y civil. “Una obra de caridad se sostiene con caridad”, decía Padre Pío. 

Se difundió la noticia y muchísimas personas comenzaron a ayudarlo con dinero y con oraciones. Alguien dijo que los hombres no son generosos y Padre Pío contestó: “¿Tu te fías de los hombres?" No te preocupes. El dinero llegará espontáneamente y en abundancia. Surgirá un hospital, será grande y bello, pues ahí estará Jesús en medio de los enfermos”. “Debe ser un hospital modelo, dónde la caridad, el amor, la hermandad estarán presentes”. 

Podemos decir, sin lugar a dudas, que se trata de una obra para la cual Padre Pío puso un gran entusiasmo. Demostró una gran voluntad de realizarla aun en contra de todas las dificultadas que se presentaran, fueran de carácter técnico que de carácter humano. 

En 1947, Barbara Ward, una periodista inglesa muy famosa, que escribía en el “THE ECONOMIST”, había recibido el encargo de verificar en los Países europeos donde la guerra había hecho estragos, cómo se estaban reponiendo gracias a la ayuda de la UNRRA, la famosa institución americana para la reconstrucción. Visitó a Padre Pío para pedirle el milagro de la conversión de su novio el comandante Jackson, australiano, que era protestante.

Mientras ella visitaba a Padre Pío, su novio – en Estados Unídos- se convertía al catolicismo. Había que agradecer al Padre Pío y ayudarlo a la realización del Hospital. El Comandante Jackson ofreció entonces un donativo muy importante de parte del UNRRA que sirvió para adelantar notablemente la construcción. Empezaron a llegar también, donativos de los italo-americanos y de todas las partes del mundo. 

El 26 de julio de 1954 se abren los ambulatorios: el 5 de noviembre empieza a funcionar el Banco de sangre. Y el 5 de mayo de 1956 se inaugura todo el conjunto, bendecido por la voz de Pío XII.

Decía Padre Pío: “Es la oración, esta fuerza unida de todas las almas buenas, la que mueve el mundo, que renueva las conciencias, que sostiene la Casa Sollievo, que conforta a los que sufren, que cura a los enfermos, que santifica el trabajo, que eleva la asistencia sanitaria, que da fuerza moral y la resignación cristiana al sufrimiento humano, que hace brotar la sonrisa y la bendición de Dios sobre la languidez y la debilidad… Debemos completar la Obra para que se vuelva un Templo de oración y de ciencia, donde el genero humano se encuentre en Jesús Crucificado… Agradezcamos a la Providencia y a la bondad de Dios.” 

Cuando el 5 de mayo de 1956 Padre Pío pronunció su discurso de inauguración dijo: 
“Esta es la Criatura de la Providencia. Se las presento, admírenla y bendecid junto a mí al Señor Dios”. “Pero para que esta criatura crezca se solicita la generosidad DE TODOS. No nos priven de su ayuda, colaboren con este apostolado de alivio del sufrimiento humano y la caridad divina, que no conoce límites y que es luz de Dios y dá la vida eterna, acumulará para cada uno de ustedes un tesoro de gracias”. 

Los sucesores de Padre Pío han tratado de seguir los ideales que él mismo se había impuesto para que el hospital y las obras anexas tuvieran la asistencia y el cuidado que él habría querido para ellas. También el personal está comprometido en este sentido y todos sus esfuerzos van dirigidos además de la adecuación de las estructuras, también a la actualización de los profesionales y a la formación cristiana de los que ahí trabajan.

Podemos afirmar que la Casa es el verdadero gran milagro de Padre Pío ya que nació de la nada. La Casa hoy en día está como la quería el Padre. Bien organizada, eficiente, completa y sobre todo a disposición de los más necesitados para la curación de los cuerpos y de las almas conjuntamente. También el personal ha sido preparado en el interior del hospital a través de las escuelas de formación profesional y ahora también los médicos especializados, gracias a acuerdos con universidades, han podido asistir a cursos de post grado y especialización.

Ahora tienen contactos a nivel internacional, sobre todo desde que el hospital recibió el reconocimiento como Instituto de Admisión y Cuidados de carácter científico. Por voluntad del Padre, la obra desarrolló no sólo una actividad asistencial y de curación de los enfermos, sino que también ha profundizado en la investigación medico-científica. 

Muchos de los que hemos estado ya varias veces visitando y celebrando la Santa Misa en este magnífico hospital, nos hemos preguntado, cómo es posible que Padre Pío haya podido predecir y realizar, sin tener medios, una obra tan importante, si no fuera por la intercesión de carácter sobrenatural. La Casa Alivio del Sufrimiento, de hecho es una demostración de que la Providencia se sirve de hombres que han sido predestinados por Dios para la realización de sus deseos.


La Rue du Bac y Sor Catalina Labouré.




La capilla de las apariciones de la Medalla Milagrosa se encuentra en la Rue du Bac, de París, en la Casa Madre de las Hijas de la Caridad. Es fácil llegar por "Metro". Se baja en Sevre-Babylone, y detrás de los grandes almacenes "Au Bon Marché" está el edificio. Una casona muy parisina, como tantas otras de aquel barrio tranquilo. Se cruza el portalón, se pasa un patio alargado y se llega a la capilla.

La capilla es enormemente vulgar, como cientos o miles de capillas de casas religiosas. Una pieza rectangular sin estilo definido. Aún ahora, a pesar de las decoraciones y arreglos, la capilla sigue siendo desangelada. 

Uno comprende que la Virgen se apareciera en Lourdes, en el paisaje risueño de los Pirineos, a orillas de un río de alta montaña; que se apareciera inclusive en Fátima, en el adusto y grave escenario de la "Cova da Iría"; que se apareciera en tantos montículos, árboles, fuentes o arroyuelos, donde ahora ermitas y santuarios dan fe de que allí se apareció María Santísima a unos pastorcillos, a una campesina piadosa... 

Pero la capilla de la Rue du Bac es el sitio menos poético para una aparición. Y, sin embargo, es el sitio donde las cosas están prácticamente lo mismo que cuando la Virgen se manifestó aquella noche del 27 de noviembre de 1830 a la joven Hija de la Caridad, Catalina Labouré, cuya fiesta hoy celebramos. 

Hace ya ocho años de mi primera visita a esta Capilla y desde entonces, siempre que paso por París no dejo de orar ante aquel altar "desde el cual serán derramadas todas las gracias", a contemplar el sillón, sí, un sillón de brazos, tapizado de rojo, gastado y algo sucio por el paso del tiempo, y donde lo fieles dejan cartas con peticiones, porque en él se sentó la Virgen durante su primera aparición y diálogo con sor Catalina.

Si la capilla debe toda su celebridad a las apariciones, lo mismo podemos decir de Santa Catalina Labouré, la privilegiada vidente de nuestra Señora. Sin esta atención singular, la buena religiosa hubiera sido una más entre tantas Hijas de la Caridad, llena de celo por cumplir su oficio. Pero la Virgen se apareció a sor Catalina Labouré en la capilla de la Casa Madre, y así la devoción a la Medalla Milagrosa preparó el proceso que llevaría a sor Catalina a los altares y riadas de fieles al santuario parisino. Y tan vulgar como la calle de Bac fue la vida de la vidente, sin relieves exteriores, sin que trascendiera nada de lo que en su gran alma pasaba. 

Que Santa Catalina Labouré, alma grande y sencilla a la vez, que tuvo la dicha de ver a nuestra Señora, interceda por nosotros, para poder participar un día de la alegría de los santos en el Cielo.

Santa Catalina Labouré, ruega por nosotros.


27 de noviembre de 2012

Míranos, ¡oh Milagrosa!...




Míranos, Madre de amor.

Míranos, que tu mirada,

nos dará la salvación.

25 de noviembre de 2012

"Tú lo dices: Soy Rey...




“... Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz.” (Jn 18, 36-38)

La solemnidad de Cristo Rey, con la que termina el año litúrgico, nos invita a poner a Cristo en el primer lugar de nuestros intereses, de nuestro corazón. Y, en este año, la Iglesia nos propone el Evangelio en el que el Señor acepta el título de Rey, pero lo hace con una connotación especial: Él es el Rey de la verdad y sólo el que está en la verdad puede entenderle, escucharle, seguirle. 

El problema es que la verdad suele aparecer fraccionada: cada uno tiene su verdad y cada uno cree que su verdad es la auténtica e incluso la única. ¿Cómo hacer para no caer en un subjetivismo que nos haga estar engañados, viviendo en la mentira, mientras creemos estar con la verdad y con Cristo?. Sólo hay un camino seguro: escuchar y seguir al Cristo vivo, a la Iglesia.

Así, pues, si la semana pasada meditábamos sobre la vida que trae la palabra de Dios, en comparación con algunas palabras “humanas”, hoy debemos fijarnos en que esa palabra divina es también la que nos da la plenitud de la verdad y que gracias a eso se convierte en el camino más recto para llegar a la vida. Ahora bien, si en algún momento nuestros criterios éticos no coinciden con lo que Cristo nos enseña y la Iglesia nos recuerda, no pensemos que Cristo estaba equivocado porque vivió hace dos mil años, sino que los que estamos equivocados somos nosotros. Si queremos “estar en la verdad” debemos escuchar la voz del Maestro y someternos a ella, en lugar de pretender que sea el Señor el que se someta a nosotros, a nuestros intereses, a las modas o a los dictados de los poderosos de este mundo que buscan manipular las conciencias para su propio beneficio.

22 de noviembre de 2012

El buey, la mula y la frivolidad.




Lo ligero, lo veleidoso y lo insustancial parecen tener las de ganar en nuestra época. No he tenido aún ocasión de leer el libro de Joseph Ratzinger sobre “La infancia de Jesús”, pero muchas de las noticias de prensa que han ido apareciendo me han desconcertado: “El Papa dice que en el pesebre no había ni buey ni mula”; “el papa elimina a la mula y el buey del portal de Belén”, etc.

Sorprende que un libro que trata sobre los primeros años de la vida de Jesús de Nazaret sea recibido de este modo. Jesús es Jesús. Solo Él ha partido al medio la historia de la humanidad: desde Él y por Él los años y los días se cuentan “antes” y “después” de Cristo. Solo Él ha sido reconocido por muchos, entre los que me cuento, como el revelador y la revelación de Dios.

El papa no parece decir nada que no hayan dicho primero los evangelios. San Mateo es extremadamente parco. Hablando de la visita de los Magos dice: “Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron” (Mt 2,11). San Lucas no se extiende mucho más: “dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el albergue” (Lc 2,7).

El evento central, el nacimiento de Jesús, es descrito con total austeridad, sin adornos. Se habla del nacimiento del hijo de María y de los primeros cuidados: “lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre”.

Un albergue era una sala amplia y común que tenían algunas viviendas de Palestina para las celebraciones familiares o la acogida de los parientes. Quizá en uno de los muros de la casa había, adosado, un pesebre, donde recostaron a Jesús.

No hay ningún signo de grandeza ni de poder, sino el testimonio de la una familia y de una madre que cumplen con sus deberes.

Los Padres de la Iglesia, meditando sobre el significado de estos textos evangélicos, se hicieron eco de un versículo del libro del profeta Isaías: “El buey conoce a su amo, y el asno (o la mula) el pesebre de su dueño” (Is 1,3). ¿Qué querían decir con eso? Que tanto los judíos como los paganos – es decir, la humanidad entera – precisaban un salvador.

En este texto de Isaías se inspiró la tradición cristiana para introducir, junto a la cuna de Jesús, un buey y un asno (o una mula), capaces de reconocer al único Señor.

La Navidad no es un cuento para niños, sino la respuesta de Dios al drama de la humanidad que busca la paz verdadera. No obstante, nada hay de malo en que una idea, una convicción, se revista de elementos imaginativos, como es el caso del buey y de la mula.

Quedarse en la anécdota sería superficial. Pero todo apunta a pensar que esa superficialidad no es del todo inocente. Tal vez molesta demasiado que Dios se haya acercado tanto a nosotros. (Extraído de Ecclesia Digital).

Santa Cecilia, virgen y mártir.




Hace poco más de dos meses, durante mi estancia en Italia, y como ya comenté en la crónica de la peregrinación, tuve la oportunidad de visitar por segunda vez las Catacumbas romanas de San Calixto y orar ante la cripta de Santa Cecilia, cuya memoria hoy celebramos y donde apareció su cuerpo incorrupto. 

Las Catacumbas de San Calixto se encuentran a la salida de Roma por la vía Apia. En el siglo II, comenzó a utilizarse la zona como lugar de enterramiento, y algunos de sus propietarios, indudablemente cristianos, facilitaron que fuesen enterrados allí otros hermanos en la fe. Por esta época recibió sepultura la joven mártir Cecilia, cuya memoria fue muy venerada desde el momento de su muerte. Perteneciente a una familia patricia, Cecilia se convierte al cristianismo en su juventud. Se casa con Valeriano, a quien también acerca a la fe, y los dos deciden vivir virginalmente. Poco después, Valeriano –que se ocupaba de recoger y sepultar los restos de los mártires– es descubierto y decapitado. Cecilia también es delatada ante las autoridades. Intentan asfixiarla en las calderas de su casa y, tras salir ilesa, es condenada a muerte por decapitación. La ley romana contemplaba que el verdugo podía dar tres golpes con la espada. Cecilia los recibe, pero no muere inmediatamente. Tendida en el suelo, antes de exhalar el último suspiro, tuvo fuerzas para extender tres dedos de la mano derecha y uno de la izquierda, testimoniando hasta el final su fe en el Dios Uno y Trino. Cuando siglos más tarde, en 1599, se inspeccionaron sus reliquias, el cuerpo incorrupto de Santa Cecilia se encontraba aún en esa posición, y el genial artista italiano Maderno la inmortalizó en una escultura que hoy se encuentra en la iglesia de Santa Cecilia en el Trastevere –su antigua casa, donde reposan desde el siglo IX los restos de la santa– y de la que hay una copia en las Catacumbas de San Calixto, en el lugar donde fue inicialmente sepultada. 

En el siglo III, el cementerio es donado al Papa Ceferino (199-217), que confía su gestión al diácono Calixto. Nace así el primer cementerio propiedad de la Iglesia de Roma, que un siglo más tarde custodiará ya los restos mortales de dieciséis papas, casi todos mártires. Calixto trabajó al frente de las catacumbas casi veinte años, antes de convertirse en el sucesor del Papa Ceferino como cabeza visible de la Iglesia. Durante ese tiempo, amplió y mejoró la disposición de las áreas principales del cementerio: en especial, la Cripta de los Papas y la Cripta de Santa Cecilia, cuya imagen arriba podemos contemplar.

21 de noviembre de 2012

Caminamos hacia una vida perdurable...





Los hombres nos habituamos fácilmente a lo que tenemos entre manos. Tanto, que, aunque haya crisis o que incluso tengamos un nivel de vida bien pobre, debido a la falta de salud o de alimentos, preferimos lo que tenemos a lo que sería una vida nueva. El principio de "vale más lo malo conocido que lo bueno por conocer" funciona, al menos entre nosotros, los del Occidente de Europa.

El Señor se ocupa siempre del pueblo creyente. Pero el pueblo está llamado a resurgir del polvo, para hacer frente a una nueva situación. Quienes hayan enseñado la justicia a los hombres, resplandecerán como estrellas por toda la eternidad. Las bendiciones divinas a favor del pueblo creyente tienen su origen en la entrega de Cristo. Como dice la Carta a los Hebreos, Él se ofreció una sola vez por nuestros pecados, para sentarse a la derecha del Padre y conseguir la redención de cuantos creen en Él. Con la obra salvadora de Cristo se han terminado los sacrificios por el pecado, pues su sacrificio, realizado de una vez para siempre, ha perfeccionado a cuantos esperan en Él.

Muchos de los que viven en este mundo, ignoran en la práctica que el universo es consecuencia de la creación por parte de Dios y que algún día terminará. El Dios creador ha establecido al hombre en el mundo. Pero el hombre no tiene en la tierra su patria definitiva, sino que Dios lo ha creado para vivir con Él.

No sabemos cuándo tendrá lugar el fin del mundo; pero sí, sabemos que tiene término y que el Señor nos hará conocer si está a punto de venir el Hijo del Hombre sobre las nubes del cielo. Será el momento de la venida gloriosa del Señor, para dar a cada uno lo suyo, lo que ha merecido a lo largo de su vida en esta tierra.

Entonces será cuando el dueño de la vida reunirá a las gentes, para hacer partícipe a quien lo merezca de la vida sin fin. (José Fernández Lago, Canónigo lectoral de la Catedral de Santiago de Compostela).

8 de noviembre de 2012

¡¡Hasta dar la vida!!





Hace un momento, navegando por este inabarcable mundo de Internet, me he tropezado con una foto un tanto familiar y una publicación que lleva por título el mismo que yo he copiado en este artículo; "Hasta dar la vida", de un joven sacerdote murciano.

Gracias hermano Alejandro, por acercarme, por acercarnos la vida de este enigmático rostro, desconocido entonces, ahora con nombre y apellidos, y un lugar en el Cielo, entre los mártires, y que a todos nos cautivó ciertamente, cuando tuvimos la oportunidad de poder ver en el cine, el genial documental del director José Manuel Cotelo; "La ultima Cima", que bien has comentado. El artículo no tiene desperdicio, y dice así:

"Navegando por los mares de internet me encontré de frente con una foto que me resultó muy familiar. Supongo que a los que hayan visto "La Última Cima" también se les parecerá. Ya en la película me impactó la serenidad y la paz que irradiaban los ojos de este sacerdote a punto de ser fusilado. No sabía nada de él ni de su causa, pero me ha parecido interesante presentaros a una persona valiente que no dudó en dar su vida por Cristo. Hoy, donde tanto nos pensamos muchas veces si hablar o no hablar en público y según delante de quién por miedo a ser tachados de retrógrados, fascistas, homófobos y hasta beatos… pues ¡ojalá hiciéramos méritos en vida para que ser realmente beatos y no sólo eso sino santos también! pues si éstos son los ojos de alguien que va a morir… me atrevo a decir que son los ojos de alguien que tenía la certeza y la serenidad de saber a dónde iba y quién le esperaba.

Beato Martín Martínez Pascual. Nació en Valdealgorfa, provincia de Teruel y diócesis de Zaragoza, el 11 de noviembre de 1910.

Su vocación surgió del contacto con un sacerdote ejemplar, D. Mariano Portolés, que suscitó muchas vocaciones en Valdealgorfa. Este sacerdote cultivaba con esmero los gérmenes de vocación y acompañaba a los seminaristas en vacaciones.

De niño entró en el Seminario de Belchite y luego continuó en el Seminario mayor de Zaragoza donde hizo todos los estudios, salvo el último curso 1934-35, que ya había ingresado en la Hermandad. Recibió la ordenación sacerdotal el 15 de junio de 1935. Fue destinado como formador al Colegio de San José de Murcia y como profesor del Seminario diocesano de San Fulgencio.

Terminado el curso, hizo los ejercicios espirituales en Tortosa del 26 de junio al 5 de julio de 1936. Luego marchó de vacaciones a su pueblo y allí le sorprendió la persecución.

El 26 de julio, avisado de que lo buscaban para matarlo, se escondió en casa de algunas familias amigas. Más tarde huyó a una finca a tres kilómetros del pueblo y se ocultó en una cueva.

El 18 de agosto por la mañana detuvieron a todos los sacerdotes que había en Valdealgorfa. Al no encontrar a Martín, encarcelaron a su padre. Inmediatamente, la familia envió recado a D. Martín para que escapara. Pero éste, en cuanto se enteró, echó a correr a toda prisa hacia el pueblo para presentarse al Comité. Un miliciano muy amigo le salió al paso, rogándole que huyera; pero Martín le dijo que no podía consentir que su padre padeciera por él y que quería correr la misma suerte que los demás sacerdotes. Ya ante el Comité, este miliciano todavía quiso salvar a Martín, diciendo que se trataba de un joven estudiante. Pero él confesó que era sacerdote y dio a su amigo un abrazo para que lo transmitiera a su familia. “Yo quiero morir mártir con mis compañeros”, decía.

Sólo estuvo unos minutos apresado. Inmediatamente lo llevaron a pie hasta la plaza del pueblo, donde lo subieron con otros cinco sacerdotes y nueve seglares a un camión camino del cementerio. Antes de llegar, en el camino, los mataron. Los colocaron de espaldas; pero Martín quiso morir de frente, como lo vemos en la foto. Antes de disparar, les preguntaron si deseaban alguna cosa. Martín respondió: “Yo no quiero sino daros mi bendición para que Dios no os tome en cuenta la locura que vais a cometer”. Y después de bendecirles añadió: “Y ahora que me dejéis gritar con todas mis fuerzas: ¡Viva Cristo Rey!”.(Por Alejandro Cases, Pbro).


7 de noviembre de 2012

Noviembre...





A continuación, invito a leer y meditar la carta, que Don Demetrio Fernández, obispo de Córdoba, ha escrito a la diócesis, con motivo del mes de los difuntos. 

"El mes de noviembre está dedicado especialmente a los difuntos, a todos los que han partido de este mundo y nos traen el precioso recuerdo de su memoria. Coincide con el otoño, y el tiempo contribuye a esa especie de nostalgia, que nos hace recordar momentos felices de nuestra vida pasada al recordarlos a ellos. 

El trato con nuestros seres queridos, los que vivieron con nosotros y ya han partido de este mundo, no sólo mira al pasado del que nos gusta recordar los buenos momentos, sino que mira también al futuro, que está todavía por suceder. Los hermanos difuntos nos hablan de una vida más allá de la muerte, en la que ellos han ingresado, y en la que nosotros entraremos traspasado el umbral de la muerte. Los difuntos nos reclaman en el presente y hacia el futuro. 

Los difuntos siguen vivos, porque tienen alma inmortal. Cuando venimos a este mundo, nuestros padres han aportado la materialidad de nuestro cuerpo, cuyos rasgos se parecen a los suyos. Pero el alma la ha creado Dios directamente para cada uno, y la ha infundido en el momento de la concepción. ¡Somos inmortales! por haber sido creados directamente por Dios en la parte espiritual de nuestro ser. No somos un amasijo de células, ni somos un trozo de carne con ojos. Somos personas humanas, que piensan, aman, deciden, sienten. Tenemos un alma inmortal, que no heredamos de nuestros padres, sino que la recibimos directamente de Dios al ser concebidos. Por eso, todo ser humano concebido merece el respeto de los demás, porque además de la aportación de los padres, Dios ha aportado un alma, creándola nueva para infundirla en aquel embrión que empieza a existir. En cada ser concebido tenemos una persona humana, tenemos un alma inmortal. 

Al término de nuestra vida terrena, se produce la muerte, la separación del alma y del cuerpo.El cuerpo sin alma, queda cadáver sin vida hasta su descomposición. Y en el último día de la historia de la humanidad resucitará de entre los muertos para unirse al alma y participar de su suerte. El alma, sin embargo, ya en la muerte vuela hasta la presencia de Dios para ver a Dios cara a cara. Y entrando en la presencia de Dios, podrá ver intuitivamente cuánto ha sido el amor de Dios y cuál ha sido su respuesta. 

El amor correspondido plenamente conducirá al alma a la gloria, al cielo. Este ha de ser el camino normal para todos. Pero muchas veces no es así. Nuestro caminar por la vida terrena está lleno de dificultades, y nuestra debilidad nos ha llevado a olvidarnos del amor de Dios, apartándonos de Él. Hemos pecado. Es decir, nos hemos encerrado en nosotros mismos, en nuestros intereses egoístas. Hemos ofendido a Dios, padre bueno que sólo quiere nuestro bien. Y hemos ofendido a los demás, a los que no hemos dado el amor que les debíamos. La luz de Dios nos hará ver todo esto sin razonamientos, de manera lúcida. Y ese contraste entre el amor inmenso de Dios hacia nosotros y nuestra mezquina respuesta, producirá un dolor indecible en nuestra alma. Este es el purgatorio. 

En nuestras relaciones de amor con los demás, herir a la persona amada duele muchísimo. Hacer sufrir a quien queremos de verdad nos produce un dolor inmenso, mayor cuanto mayor sea el amor y la ofensa realizada. El amor de Dios a nosotros no puede ser más grande y nuestro olvido o desprecio es muy frecuente y a veces muy grave. Por eso, el purgatorio es una situación muy dolorosa para el alma. 

La Iglesia, que es madre buena, sabe que sus hijos que más sufren son las almas del purgatorio. Y por eso, nos invita continuamente a tenerlas presentes en nuestra oración y a ofrecer sufragios por ellas. Sería como prestarles nuestro amor, para que les sirva de bálsamo en el sufrimiento purgativo que les prepara para el cielo. Y nos recuerda que todos nuestros sufrimientos y fatigas de la vida nos van purificando en el amor, nos libran realmente del purgatorio, para que llegado el momento de la partida, de la muerte, podamos ir directamente al cielo. 

Mes de noviembre. Mes de los difuntos, para recordarlos y para ayudarlos. Mes que a todos nos hace pensar en la vida eterna, que se va alcanzando en el camino de la vida terrena". (+ Demetrio Fernández, obispo de Córdoba).


3 de noviembre de 2012

3 de noviembre: San Martín de Porres.




Martín nos demuestra con el ejemplo de su vida que podemos llegar a la salvación y a la santidad por el caminoque nos enseñó Cristo Jesús: a saber, si, en primer lugar, amamos a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con toda nuestra mente; y si, en segundo lugar, amamos al prójimo como a nosotros mismos.

Él sabía que Cristo Jesús padeció por nosotros y, cargado con nuestros pecados, subió al leño, y por esto tuvo un amor especial a Jesús crucificado, de tal modo que, al contemplar sus atroces sufrimientos, no podía evitar el derramar abundantes lágrimas. Tuvo también una singular devoción al santísimo sacramento de la eucaristía, al que dedicaba con frecuencia largas horas de oculta adoración ante el sagrario, deseando nutrirse de él con la máxima frecuencia que le era posible.

Además, san Martín, obedeciendo el mandato del divino Maestro, se ejercitaba intensamente en la caridad para con sus hermanos, caridad que era fruto de su fe íntegra y de su humildad. Amaba a sus prójimos, porque los consideraba verdaderos hijos de Dios y hermanos suyos; y los amaba aún más que a sí mismo, ya que, por su humildad, los tenía a todos por más justos y perfectos que él.

Disculpaba los errores de los demás; perdonaba las más graves injurias, pues estaba convencido que era mucho más lo que merecía por sus pecados; ponía todo su empeño en retornar al buen camino a los pecadores; socorría con amor a los enfermos; procuraba comida, vestido y medicinas a los pobres; en la medida que le era posible, ayudaba a los agricultores y a los negros y mulatos, que, por aquel tiempo, eran tratados como esclavos de la más baja condición, lo que le valió, por parte del pueblo, el apelativo de «Martín de la caridad».

Este santo varón, que con sus palabras, ejemplos y virtudes impulsó a sus prójimos a una vida de piedad, también ahora goza de un poder admirable para elevar nuestras mentes a las cosas celestiales. No todos, por desgracia, son capaces de comprender estos bienes sobrenaturales, no todos los aprecian como es debido, al contrario, son muchos los que, enredados en sus vicios, los menosprecian, los desdeñan o los olvidan completamente. Ojalá que el ejemplo de Martín enseñe a muchos la dulzura y felicidad que se encuentra en el seguimiento de Jesucristo y en la sumisión a sus divinos mandatos.


2 de noviembre de 2012

REQUIESCANT IN PACE.



"Escucha Señor, nuestras súplicas, 
para que, al confesar 
la resurrección de Jesucristo, tu Hijo, 
se afiance también la esperanza 
de que nuestros hermanos difuntos resucitarán. 
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén".


24 de octubre de 2012

16 de octubre de 2012

Bajo tu amparo...




Bajo tu amparo, nos acogemos, 
Santa Madre de Dios, 
nos desoigas la oración 
de tus hijos necesitados, 
líbranos de todo peligro, 
¡oh siempre Virgen gloriosa y bendita!. 



15 de octubre de 2012

15 de octubre: Santa Teresa de Jesús.






Ya toda me entregué y di,
y de tal suerte he trocado,
que mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado.

Cuando el dulce Cazador
me tiró y dejó herida,
en los brazos del amor
mi alma quedó rendida;
y, cobrando nueva vida,
de tal manera he trocado,
que mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado.

Hirióme con una flecha
enherbolada de amor,
y mi alma quedó hecha
una con su Criador;
Ya yo no quiero otro amor,
pues a mi Dios me he entregado,
y mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado.

12 de octubre de 2012

María, Pilar de nuestra Fe.




Según cuentan las crónicas, por el año 40 de nuestra era, el Apóstol Santiago el Mayor, hermano del apóstol Juan e hijo de Zebedeo, predicaba en España. Estas tierras, aún no habían recibido el Evangelio, por lo que se encontraban atadas al paganismo y la misión de Santiago no parecía dar fruto. Santiago, desalentado, obtuvo la bendición de la Santísima Virgen para su misión con su venida en carne mortal.
Era la noche del 2 de enero del año 40, Santiago se encontraba con sus discípulos junto al río Ebro cuando “oyó voces de ángeles que cantaban “Ave, María, gratia plena” y vio aparecer a la Virgen Madre de Cristo, de pie sobre un pilar de mármol”. La Santísima Virgen, que aún vivía en este mundo, le pidió al Apóstol Santiago que se le construyese allí una templo, con el altar en torno al pilar donde estaba de pie, y prometió que “permanecerá este sitio hasta el fin de los tiempos para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que en sus necesidades imploren mi patrocinio”.
Muchos historiadores e investigadores defienden esta tradición y aducen que hay una serie de monumentos y testimonios que demuestran la existencia de una iglesia dedicada a la Virgen de Zaragoza. El más antiguo de estos testimonios es el famoso sarcófago de Santa Engracia, que se conserva en Zaragoza desde el siglo IV, cuando la santa fue martirizada. El sarcófago representa, en un bajo relieve, el descenso de la Virgen de los cielos para aparecerse al Apóstol Santiago.
La devoción del pueblo por la Virgen del Pilar se halla tan arraigada entre los españoles y desde épocas tan remotas, que la Santa Sede permitió el establecimiento del Oficio del Pilar en el que se consigna la aparición de la Virgen del Pilar como “una antigua y piadosa creencia”.
En 1438 se escribió un Libro de milagros atribuidos a la Virgen del Pilar, que contribuyó al fomento de la devoción hasta el punto de que, el rey Fernando el católico dijo: “creemos que ninguno de los católicos de occidente ignora que en la ciudad de Zaragoza hay un templo de admirable devoción sagrada y antiquísima, dedicado a la Sta.y Purísima Virgen y Madre de Dios, Santa María del Pilar, que resplandece con innumerables y continuos milagros”.
La tradición habla del gran milagro del "Cojo de Calanda", ocurrido en el año 1640. Se trata de un hombre joven, Miguel Juan Pellicer, a quien le amputaron una pierna tras ser arrollada por un carruaje. Una noche, años más tarde, sobre las diez u once  de la noche del 29 de marzo de 1640, mientras dormía en casa de sus padres, y soñaba que visitaba a la Virgen del Pilar, en cuyas puertas pedía limosna diariamente, la pierna volvió a su sitio milagrosamente. Era la misma pierna que le habían amputado y que habían enterrado a varios kilómetros de distancia. Miles de personas fueron testigos de este hecho extraordinario. En la pared derecha de la basílica hay un cuadro recordando este milagro, único en la historia. El mismo Vittorio Messori, en su libro "El Gran Milagro", cuya lectura recomiendo, recoge la investigación que realizó hace varios años sobre este milagro de la Virgen del Pilar en la persona del joven campesino aragonés del pueblo de Calanda, Miguel Juan Pellicer.
El Papa Clemente XII señaló la fecha del 12 de octubre para la festividad particular de la Virgen del Pilar, pero ya desde siglos antes, en todas las iglesias de España y entre los pueblos sujetos al rey Fernando el católico, se celebraba la dicha de haber tenido a la Madre de Dios en su región, cuando todavía vivía en carne mortal.

11 de octubre de 2012

Santa Soledad Torres Acosta



Fundadora de la Congregación de Siervas de María, ministras de los enfermos, María Soledad Torres Acosta, nació en Madrid, el 2 de diciembre de 1826, y allí también murió el 11 de octubre de 1887 a la edad de 61 años. 

Alabado sea Dios que suscita en las almas la caridad. Que por intercesión de Santa María Soledad  siempre hayan almas que se dediquen a los enfermos. 

En la actualidad las Siervas de María son unas 2380 religiosas de varias nacionalidades, con 126 casas repartidas por todo el mundo. 

Beatificada por Pío XII, el 5 de febrero de 1950, fue canonizada por Pablo VI, el 25 de enero de 1970.