12 de diciembre de 2012

Ntra. Sra. de Guadalupe.






Desde el cielo una hermosa mañana,
la Guadalupana bajó al Tepeyac.

Suplicante juntaba sus manos,
y eran mexicanos su porte y su faz.

Junto al monte pasaba Juan Diego,
y acercose luego al oir cantar. 

Juan Dieguito, la Virgen le dijo;
este cerro elijo para hacer mi altar. 

Desde entonces para el mexicano,
ser Guadalupano es algo esencial. 

En sus penas se postra de hinojos,
y eleva sus ojos hacia el Tepeyac. 

En la tilma entre rosas pintadas,
su imagen amada se digno dejar. 


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