Según cuentan las crónicas, por el año 40 de nuestra era, el Apóstol Santiago el Mayor, hermano del apóstol Juan e hijo de Zebedeo, predicaba en España. Estas tierras, aún no habían recibido el Evangelio, por lo que se encontraban atadas al paganismo y la misión de Santiago no parecía dar fruto. Santiago, desalentado, obtuvo la bendición de la Santísima Virgen para su misión con su venida en carne mortal.
Era la noche del 2 de enero
del año 40, Santiago se encontraba con sus discípulos junto al río Ebro cuando
“oyó voces de ángeles que cantaban “Ave, María, gratia plena” y vio aparecer a
la Virgen Madre de Cristo, de pie sobre un pilar de mármol”. La Santísima Virgen,
que aún vivía en este mundo, le pidió al Apóstol Santiago que se le construyese
allí una templo, con el altar en torno al pilar donde estaba de pie, y prometió
que “permanecerá este sitio hasta el fin de los tiempos para que la virtud de
Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que en sus
necesidades imploren mi patrocinio”.
Muchos historiadores e
investigadores defienden esta tradición y aducen que hay una serie de
monumentos y testimonios que demuestran la existencia de una iglesia dedicada a
la Virgen de Zaragoza. El más antiguo de estos testimonios es el famoso sarcófago
de Santa Engracia, que se conserva en Zaragoza desde el siglo IV, cuando la
santa fue martirizada. El sarcófago representa, en un bajo relieve, el descenso
de la Virgen de los cielos para aparecerse al Apóstol Santiago.
La devoción del pueblo por la
Virgen del Pilar se halla tan arraigada entre los españoles y desde épocas tan
remotas, que la Santa Sede permitió el establecimiento del Oficio del Pilar en
el que se consigna la aparición de la Virgen del Pilar como “una antigua y
piadosa creencia”.
En 1438 se escribió un Libro
de milagros atribuidos a la Virgen del Pilar, que contribuyó al fomento de la
devoción hasta el punto de que, el rey Fernando el católico dijo: “creemos que
ninguno de los católicos de occidente ignora que en la ciudad de Zaragoza hay
un templo de admirable devoción sagrada y antiquísima, dedicado a la Sta.y
Purísima Virgen y Madre de Dios, Santa María del Pilar, que resplandece con
innumerables y continuos milagros”.
La tradición habla del gran
milagro del "Cojo de Calanda", ocurrido en el año 1640. Se trata de un hombre joven, Miguel Juan Pellicer, a
quien le amputaron una pierna tras ser arrollada por un carruaje. Una noche, años más tarde, sobre las diez u once de la noche del 29 de marzo de 1640, mientras dormía en casa de sus padres, y soñaba que
visitaba a la Virgen del Pilar, en cuyas puertas pedía limosna diariamente, la pierna volvió a su sitio milagrosamente. Era
la misma pierna que le habían amputado y que habían enterrado a varios kilómetros de distancia. Miles de personas fueron testigos de este hecho extraordinario. En la
pared derecha de la basílica hay un cuadro recordando este milagro, único en la historia. El mismo Vittorio Messori, en su libro "El Gran Milagro", cuya lectura recomiendo, recoge la investigación que realizó hace varios años sobre este milagro de la Virgen del Pilar en la persona del joven campesino aragonés del pueblo de Calanda, Miguel Juan Pellicer.
El Papa Clemente XII señaló
la fecha del 12 de octubre para la festividad particular de la Virgen del
Pilar, pero ya desde siglos antes, en todas las iglesias de España y entre los
pueblos sujetos al rey Fernando el católico, se celebraba la dicha de haber tenido a la
Madre de Dios en su región, cuando todavía vivía en carne mortal.
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