Una vez se presentó al fraile portero de San Giovanni Rotondo un hombre que, con cierta insistencia, logró convencerlo para que fuera a la celda de Padre Pío para pedirle un consejo sobre su salud. El fraile, sólo movido por un acto de caridad fraterna, trató de complacerlo yendo a llamar a la puerta de Padre Pío.
Desde dentro una voz respondió:
¿Qué quieres? ¿No ves que estoy reposando?.
Y el fraile portero dice:
Padre Espiritual, es un señor de Génova, muy enfermo, que quiere saber si debe continuar o suspender el tratamiento de electroshock que está recibiendo.
El Padre Pío, quitándole importancia a la respuesta le contesta:
Desde dentro una voz respondió:
¿Qué quieres? ¿No ves que estoy reposando?.
Y el fraile portero dice:
Padre Espiritual, es un señor de Génova, muy enfermo, que quiere saber si debe continuar o suspender el tratamiento de electroshock que está recibiendo.
El Padre Pío, quitándole importancia a la respuesta le contesta:
Dile que lo suspenda, porque si ahora no es tonto, después lo será de verdad.
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