La Iglesia es en medio del mundo, un débil y pequeño rebaño que Jesús nuestro Señor pastorea.
La Iglesia es una realidad débil; es débil, no porque no cuenta con grandes ejércitos, porque no tiene unos ilimitados recursos económicos, porque no cuenta entre las grandes potencias mundiales que pretenden decidir el destino de la historia. La Iglesia es débil, porque carga con los pecados de sus miembros. Pero a pesar de ello, a este pequeño rebaño que peregrina por este mundo hacia la patria definitiva, el Señor Jesús le pide fortaleza. Fortaleza que hace capaz de vencer el temor y hace frente a las pruebas y a las persecuciones.
No han faltado nunca a la Iglesia, las pruebas y las persecuciones, ni le falta tampoco hoy y tal vez en el futuro. Nuestro continente europeo, que ha crecido alentado por el cristianismo, aumenta la dificultad de vivir la propia fe en Jesús, en un contexto social y cultural en que el proyecto de vida cristiano se ve continuamente amenazado. Una amenaza que podemos comprobar cada día; en una legislación civil muchas veces contraria a la ley moral natural; en estilos de vida marcados por el agnosticismo y la indiferencia religiosa; en un ambiente social que desprecia abiertamente la herencia cristiana. Ante todo esto, resuena la voz de nuestro Señor que nos dice una y otra vez: “No temáis, pequeño rebaño, yo he vencido al mundo”.
La confianza de este pequeño rebaño que es la Iglesia, no se deposita en los poderes de este mundo, sino en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Nuestra fortaleza, la fortaleza de la Iglesia, reside en su Cabeza, que es Cristo, el Buen Pastor. El no abandona a sus ovejas, el las conoce, las llama por su nombre y da su vida por ellas.
Escuchemos esta llamada de Cristo y pidamos también este fin de semana el don de la fortaleza para los ministros que el Señor escogió como instrumentos suyos, como servidores del Buen Pastor, para que sean imagen viva del amor de Cristo en el mundo.
Líbranos Señor del pastor asalariado, que solo se ocupa de si. Gracias por los sacerdotes entregados y dedicados a los demás sin reservas.
ResponderEliminarOjala Padre Norberto que vivamos los cristianos unidos en un mismo redil y bajo un único Pastor. Pido siempre por ello. Saludos.
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