Hace ya un año, y parece que fue ayer... Sí, un año, solo uno, y Dios quiera que sean muchos más, cuarenta, cincuenta, sesenta, los que Él quiera, pero que sean años gastados en su servicio. Ha pasado el tiempo y aún siento la emoción de aquella mañana de sábado, 29 de septiembre, fiesta de los Santos Arcángeles, en la que mi obispo me ordenaba presbítero. Muchas han sido las experiencias, muchos los momentos vividos, contigo Señor y con tanta gente que formamos la gran familia de los bautizados. Que gran sacramento nos dejaste, que ardua tarea nos encomiendas Señor, pero sin tí, que poca cosa somos... Contamos con tu fuerza, con tu ayuda, con tu alegría, con tu paz y aun así, sin tí, que poca cosa somos... Gracias por fijarte en mí, y en los que hoy son mis compañeros de ministerio. Al igual que a mi, un día los llamaste. Gracias por mis hermanos sacerdotes, que vivamos la unidad y seamos fieles instrumentos en tus manos... Gracias Señor por este año que ha pasado, por todo lo bueno que me has dado y que me ha hecho participar de tu gloria, por lo no tan bueno y que me ha hecho participar de tu cruz... Gracias Señor por todo. Que te siga respondiendo siempre con la mayor de las alegrías, en esta vida y un día, en el Cielo. Gracias Señor, por este año de ministerio.
Me uno a tu acción de gracias porque el ministerio sacerdotal es bien para toda la Iglesia. Felicidades, que procures vivir siempre tu vocación como el primer día y en comunión plena con toda Iglesia.
ResponderEliminarMuy hermosa la imagen.
ResponderEliminarFelicidades