Hace poco más de un mes, terminé de leer un libro titulado “El secreto del Padre Pío”, del italiano Antonio Socci. El autor, con esta obra, nos acerca a la figura del padre Pío de Pietrelcina, conocido como el “fraile de los estigmas”, aunque a decir verdad, sigue siendo aún, un desconocido para muchos.
Socci, entre otras cosas destaca la gran riada humana que se desplazaba en vida de padre Pío hasta San Giovanni Rotondo, atraídas por esas impresionantes marcas del crucifijo, impresas en las carnes de aquel pobre fraile del Gárgano.
Efectivamente, una infinidad de personas se sintió atraídas por ese fraile, lo buscaron y se reunieron con él en aquella perdida aldea. Un fraile que vivió oculto y silencioso. Su vida transcurrió en unos pocos metros cuadrados, entre su celda, el altar y el confesionario del convento, alguien que no hizo nada para convocar a tantas personas, ni discursos, ni simposios, ni iniciativas públicas, ni entrevistas, ni libros, sino que se limitó a celebrar la Santa Misa y, sobre todo, a confesar entre quince y diecinueve horas al día y a rezar incansablemente durante horas y horas evitando el dormir y el comer durante años, especialmente después de la estigmatización. Así fue su vida durante cincuenta años, salvo los periodos en los que las persecuciones eclesiásticas se lo prohibieron.
Era tal la evidencia de santidad de padre Pío, que en tiempos del papa Benedicto XV, y siendo aún un joven fraile de apenas 32 años, se llegó a decir de él; “Un hombre verdaderamente extraordinario, de esos que Dios manda de tanto en cuanto a la tierra para convertir a los hombres”.
Es inimaginable la cantidad de personas que acudían al padre Pío y que se convirtieron a través de él, en años en los que las iglesias y los seminarios se vaciaban y en donde miles de sacerdotes dejaban el ministerio.
Como ejemplo, nos sirve el hecho de que en el año 1967, un año antes de su fallecimiento, cuando su estado de salud era ya extremadamente precario, se ha calculado que en esos doce meses confesó a unas quince mil mujeres y diez mil hombres.
Podemos imaginarnos rápidamente, cuál podrá ser el total de cincuenta años de misión. De hecho, se ha calculado que hubo unos dos millones de personas, que se le acercaron personalmente pidiendo consejo, petición o confesión y que superan los diez millones quienes acudieron a San Giovanni Rotondo para asistir a sus misas.
Son verdaderamente cifras inauditas, especialmente si nos ponemos a considerar aquellos tiempos y las dificultades de desplazamiento. Después de su muerte, acaecida el 23 de septiembre de 1968, una auténtica marea humana será la que viaje cada año hasta el convento de San Giovanni Rotondo y se arrodille ante su tumba. Hace cuatro años, en el 2006, fueron cerca de seis millones los peregrinos que pasaron por su tumba, un numero parecido al de quienes viajaron a Tierra Santa.
Se calcula también, que en el espacio de veinticinco años, desde 1968, año de su muerte hasta 1993, la tumba del Padre Pio fue visitada por alrededor de cincuenta millones de personas, sí, cincuenta millones de peregrinos procedentes de todas las partes del mundo que han subido hasta esa aldea para rezar ante su tumba y obtener algún favor del Cielo mediante su intercesión.
Pero no solo los que iban, sino también los que se dirigían a padre Pío desde bastante lejos. Miles y miles eran las cartas que cada año llegaban a sus manos. En solo seis años, recibió un total de 1.014.469 cartas. Si esta cifra se multiplica por cincuenta años de misión, descubrimos que decenas de millones de personas se han puesto en contacto desde lejos con el padre Pío, para pedir su intercesión ante dificultades o para agradecerle simplemente las gracias recibidas.
La devoción al padre Pío es tal, que su canonización ha sido la más numerosa de la historia de la Iglesia, y según reveló una encuesta realizada en octubre de 2006, el padre Pío, es el santo más invocado y venerado en la Iglesia.
En efecto, nadie que acuda a San Giovanni Rotondo regresa con las manos vacías, y yo personalmente puedo dar fe de ello. En el mes de septiembre, hace unos tres meses, tuve la gran oportunidad de estar cinco días como peregrino en San Giovanni Rotondo y pude comprobar directamente todo esto y mucho más...
Y termino con las mismas palabras que el Cardenal Siri dijo en su día sobre el padre Pío: “El padre Pío ha sido el mayor místico de nuestro tiempo y uno de los hombres más grandes de la historia de la Iglesia”.
San Pío de Pietrelcina, ruega por nosotros. Amén
Muy buen artículo Norberto. Me ha gustado mucho la pelicula sobre padre Pío. Como dices bien, uno de esos regalos que Dios de vez en cuando nos envia, para remover nuestras conciencias. Muchas gracias por acercarnos su vida. Saludos.
ResponderEliminarDon Norberto; he estado dos veces en San Giovanni Rotondo y al igual que usted, he comprobado de primera mano la gran devoción y la veneración que gira alrededor de Padre Pío al igual que he sido testigo de muchas conversiones por su intercesión. Sin ningun lugar a dudas, un gran regalo de Dios a nuestro tan descreido mundo y una piedra de toque a nuestras vidas de cristianos. Que Padre Pio interceda por nosotros.
ResponderEliminarMuy bueno:
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=SXh7JR9oKVE
http://www.youtube.com/watch?v=7EYAUazLI9k
José Luis
Amigo Norberto, Padre: Ya me sabes devoto de mi Piucho, lo tengo en mi cabecera siempre, si Dios lo quiere mis ojos tambien verán su tumba y alli rezaré como todos. Solo un pequeño matiz en tu artículo, y es que sí que hay algo público realizado por Piucho. Es el gran Hospital que tantos desvelos y preocupaciones le costó construir y es hoy uno de los mejores de toda Italia. Un abrazo, Paz y bien.
ResponderEliminarYA LO DIJO ÉL MISMO: HARÉ MÁS RUIDO DE MUERTO QUE DE VIVO
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