Hace tres días, fallecía Don Francisco, un compañero sacerdote, al que tuve la suerte de tratar cada lunes durante tres años, y al que tuve la dicha de acompañar por la noche en el hospital, los últimos días de su corta pero devastadora enfermedad.
La siguiente oración, que a continuación comparto con todos vosotros, y que desconocía, me la entregaron esta tarde, y aunque bien es verdad, que Don Francisco no le pidió al Señor la fuerza para conquistar, ni tampoco riquezas, ni tener de todo para ser feliz, sí que tuvo todo lo que había esperado, como nos dice la oración. Y con la certeza y el conocimiento pleno de saber que ya todo se acababa, que llegaba a su fin, que era cuestión de días o tal vez de horas, vivió el tramo final de su enfermedad, pero siempre con la santa paz de saberse amado por Dios, de saber que no todo terminaba realmente, sino que ahora todo comenzaba, y que tanto esperaba; poder contemplar ya y por toda una eternidad, el rostro amoroso de Aquel que lo llamó, se fío de él y le concedió tan sublime ministerio. Por eso, puedo decir esta noche, que su ruego fue escuchado...
"Ora pro me", fueron las últimas palabras que le dije al salir de su habitación en el hospital. Ahora, con más razón, le vuelvo a pedir; Don Francisco, "ora pro me", "ora pro nobis"... desde la Casa del Padre.
Pedí a Dios la fuerza de conquistar,
y el Señor me hizo débil
para enseñarme a obedecer.
Pedí que me ayudase a hacer cosas mayores,
y el Señor hizo que enfermara
para hacer cosas mejores.
Pedí riquezas para ser feliz,
y me dio la pobreza
para que fuese bueno.
Pedí tener de todo para gozar de la vida
y tuve la vida
para poder gozar todo.
No tuve nada de lo que había pedido,
pero tuve todo lo que había esperado,
y fui entre todos los hombres
el más generosamente beneficiado.
y el Señor me hizo débil
para enseñarme a obedecer.
Pedí que me ayudase a hacer cosas mayores,
y el Señor hizo que enfermara
para hacer cosas mejores.
Pedí riquezas para ser feliz,
y me dio la pobreza
para que fuese bueno.
Pedí tener de todo para gozar de la vida
y tuve la vida
para poder gozar todo.
No tuve nada de lo que había pedido,
pero tuve todo lo que había esperado,
y fui entre todos los hombres
el más generosamente beneficiado.
Un ser querido es un tesoro del corazon y perderlo es como perder algo de uno mismo. Pero el amor que te trajo esa persona no desaparece, no puede huir de tu corazon, pues alli estara para siempre. Aferrate a los recuerdos y deja que ellos te consuelen. Finalmente veras que el tiempo compartido, largo o breve que haya sido, fue lo que debia ser, y que el don de amar que resibiste en tu vida fue una bendicion. D.E.P. Un abrazo. jsanbry.
ResponderEliminarNorbert, muy bonito el comentario que has puesto sobre Don Francisco Déniz, ¡felicidades!. Que el Señor te bendiga y que Don Francisco interceda desde el cielo.
ResponderEliminarMuy sentido el artículo padre Norberto. Que el Señor la conceda el descanso eterno a su compañero y a usted la gracia de poder seguir sirviendo a los demás, también en el dolor y la enfermedad...
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